Alexandre Fuccille, académico brasileño: «El futuro no es muy próspero para la integración regional»

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Entrevista de NODAL a Alexandre Fuccille, académico brasileño

Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

A fines de marzo el presidente de Brasil Jair Bolsonaro visitó el Estado de Israel tal como había prometido que haría durante la campaña electoral en 2018. “Israel, comparado con Brasil no tiene casi nada en tierras y recursos minerales, pero por encima de todo tiene fe. Y esa fe que mueve montañas es con la que ha transformado el país”, dijo Bolsonaro en el marco de un encuentro con empresarios en la ciudad de Jerusalén. NODAL entrevistó Alexandre Fuccille, profesor de relaciones internacionales de la Universidade Estadual Paulista (UNESP) y expresidente de la Asociación Brasileña de Estudios de Defensa (ABED), para conocer qué impacto tienen estas acciones para Brasil y para la región.

¿Cómo se vivió hoy el aniversario del golpe del 31 de mazo de 1964 tras el incentivo de Bolsonaro para que esta fecha sea celebrada?

Es muy lamentable que un presidente tenga una postura como la del presidente Bolsonaro, de incentivar que una fecha triste, lamentable, como la del golpe del 64, sea celebrada. Aun así, diría que en la población en general no ha tenido una gran repercusión, sólo ha impactado en algunos círculos académicos y de periodistas, pero en general no ha sido bien recibida la postura de Bolsonaro. Casi que en unanimidad los medios de comunicación rechazaron esta reivindicación en la que dice que no hubo un golpe en 1964, porque es obvio que hubo una ruptura de la institucionalidad y lo que siguió fueron crímenes bárbaros, con torturas, con desaparecidos. Es un periodo que dejó una triste memoria entre los demócratas brasileños.

¿Cómo entiende la firma de los acuerdos con Israel y la visita de Bolsonaro al país en el marco de este nuevo aniversario? ¿Ha habido cambios en la doctrina de seguridad de Brasil?

Esta visita a Israel es mala en muchos aspectos. Del lado de Israel hay decepción, porque la promesa del presidente de llevar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén no se concretó, sólo se anunció una oficina de negocios en esa ciudad. Por otro lado, los palestinos y los árabes se quedaron muy descontentos con esta postura de Brasil y puede tener incluso impacto en las exportaciones brasileñas. Es importante recordar que los árabes son importantes compradores de Brasil y es con quien Brasil tiene un importante superávit comercial. Entonces, quizá estamos viviendo una situación donde el resultado concreto sea el peor de los panoramas, donde queda mal con Israel, con los palestinos y los árabes. En cuanto a un cambio en la doctrina de seguridad, diría que no. Aunque hay una nueva orientación que viene desde el presidente Michel Temer, donde Sudamérica pasó a tener una aproximación más fuerte con Estados Unidos y con Europa, sobre todo con la Unión Europea. Entonces es una apuesta que Brasil hizo en el pasado con resultados muy poco concretos y para nada positivos. Es similar a lo que Argentina ha implementado durante su periodo de relaciones carnales con Estados Unidos, que tampoco fue exitoso.

¿Qué impacto puede tener sobre la región latinoamericana y caribeña la posición del presidente brasileño y sus vínculos con Israel y Estados Unidos?

La orientación de la política brasileña no me parece que traerá los mejores resultados, sobre todo porque un análisis de los números de la balanza de comercio de Brasil, tanto cuantitativa como cualitativamente, muestra que es con los países de Sudamérica y Latinoamérica con los que debería vincularse. Los bienes de capital de más alto valor agregado no son exportaciones a Estados Unidos y Europa, sino a nuestros vecinos. Entonces, me parece una decisión con resultados muy inciertos. Creo que debería abrirse una posibilidad de acercamiento a los países de la región, como se buscó al inicio de siglo a partir del presidente Lula da Silva con Argentina, durante la presidencia de Néstor Kirchner. Me parece que se subestima esta visión por medio de la negación de la consolidación de espacios como el MERCOSUR, de la UNASUR y de la CELAC, más ahora que hay una posibilidad con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en México, que quiere mirar más al sur, que quiere intentar hacer algún tipo de contrapunto a Donald) Trump en su intento de revisión del NAFTA, el acuerdo de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México. Entonces, los países latinoamericanos serían una posibilidad de refundación de sus lazos de comercio, de hermandad, de complementariedades entre las economías. Me parece que esto de elegir una dirección política por considerarla “lo bueno” o “lo malo” no es la opción más inteligente. Hay que pensar que el futuro no es muy próspero, sobre todo para Brasil y para la integración de la región.


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