Volver al futuro: las elecciones presidenciales en Bolivia – Por Sacha Unamuno

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Las elecciones en Bolivia este año se dan en el marco de un escenario en el que América Latina está en la mira de las principales potencias mundiales, donde el triunfo de un candidato u otro puede determinar para dónde la correlación de fuerzas inclina la balanza en el tablero geopolítico.

El avance del Gobierno de Donald Trump sobre Venezuela muestra el interés renovado de EE. UU. por apropiarse de los recursos naturales de América Latina. Pero sobre todo por recuperar el control político de una región que supo hacerle frente desde el inicio de este milenio, en un cuando la hegemonía norteamericana se vio amenazada por el acercamiento de Rusia y China a los países del continente.

En esta clave, para Evo Morales no está en juego sólo la continuidad de su proyecto político en el país, sino el sostenimiento de un polo opositor a la política estadounidense en el continente. Del otro lado, el Gobierno estadounidense intenta influir en el proceso electoral, apoyando a los sectores de la oposición. Recientemente, la secretaria adjunta de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Kimberly Breier, declaró que “la comunidad internacional debe permanecer vigilante para garantizar elecciones libres, justas y transparentes en octubre”[i], dejando entrever que puede existir algún tipo de acción por parte del Gobierno, si el resultado no es favorable a sus intereses.

El exdirigente sindical enfrenta uno de los desafíos más difíciles desde su asunción en 2006 porque conquistar su cuarto mandato consecutivo no será sencillo. Los avances en materia económica y social en estos años de gobierno son notorios, pero la gestión suele traer desgaste en la población, lo que complica volver a encantar a los votantes menos convencidos.

La oposición tampoco llega a estas elecciones en un escenario deseado, principalmente por dos grandes motivos: por un lado, la fragmentación del voto resta potencia a las distintas alternativas (actualmente compiten 8 listas opositoras)[ii]. No existe un discurso opositor unificado y mucho menos un proyecto común. Por otro lado, si bien desde el discurso buscan encontrar algunos puntos débiles en la figura del presidente haciendo énfasis en el intento de “perpetuarse en el poder”, la situación económica boliviana es buena, por lo cual no hay un clima de malestar en la población, lo que dificulta ganar las calles o golpear duramente al Gobierno.

Las últimas encuestas le dan una ventaja al actual mandatario frente a Carlos D. Mesa, aunque no alcanzaría el 50% o mas del 40% con diferencia de 10 puntos[iii] [iv]. Es difícil saber cuán fieles son las mismas, pero está claro que la elección está disputada entre estos candidatos. Desde el oficialismo aseguran que la elección se definirá en primera vuelta y por amplia diferencia. Sostienen que, mas allá de las encuestas, el principal apoyo para el oficialismo viene de las zonas rurales e indígenas a la cuales las encuestadoras no llegan. Mientras que desde el espacio del expresidente aspiran a llegar a una segunda vuelta para poder captar los votos opositores dispersos.

Más allá de los sondeos y las especulaciones, hay tres datos concretos para poder cruzar y analizar, y hacer algunas preguntas sobre esta elección. Las elecciones generales de 2014, el referéndum de 2016 y las primarias del pasado 27 de enero.

En el 2014 el binomio Evo Morales-Álvaro García Linera, que va por la reelección, alcanzó el 61% de los votos (3.100.000 votos), con más de 35% de ventaja sobre Samuel Doria Medina, que obtuvo el 24% de los escaños (recientemente renunció a su candidatura tras haber quedado relegado al 3er lugar según las encuestas).[v]

Dos años después, en el referéndum constitucional en el cual se debatía la posibilidad de ser reelecto, el resultado fue favorable a la oposición, que logró ganar con el 51% de los votos frente al 49% que votó por la re-reelección (2.500.000 votos).[vi] Cabe destacar que la elección se dio en el marco de una campaña sucia en contra del presidente conocido como “El caso zapata”, en el cual se le inventó un hijo no reconocido al presidente, lo que luego del referéndum fue desmentido.

Por último, el dato más reciente son las elecciones primarias realizadas el 27 de enero[vii] que mostraron la potencia abrumadora que tiene el MAS como aparato político por sobre el resto. Sin embargo, con esto no alcanza. El binomio presidencial necesita mover más que su base electoral para poder triunfar en octubre. El desafío es acercar a los no convencidos, a aquellos que hace 4 años votaron por el cocalero y hace 2 modificaron su voto.

Podríamos preguntarnos si el destino de la elección hubiese cambiado de no haber sido por la campaña sucia en contra de Evo, y si bien es una hipótesis que tiene sustento, sería hacer historia contrafáctica. Resulta más valioso tomarlo para analizar el poder de los medios en la definición de las contiendas electorales, para revisar las estrategias de cara a estas nuevas elecciones.

Si de algo podemos estar seguros es que los medios de comunicación y las redes sociales jugarán un rol protagónico en esta contienda. Particularmente en Bolivia, el impacto de los mismos será mucho mayor que en años anteriores, debido al acortamiento de la brecha digital producto del aumento de la capacidad de consumo de la población. “La tendencia de conexiones a internet en Bolivia en los últimos 10 años fue creciente, donde el incremento más relevante se suscitó entre 2008 y 2017. En la gestión 2017 alcanzó a 8.817.749, cabe puntualizar que en el presente informe, las conexiones corresponden al total de conexiones sobre redes móviles y fijas a los servicios de internet”, concluye la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones y Transportes (ATT).[viii]

Si tomamos en cuenta el periodo entre el 2014 hasta la actualidad, el acceso a internet se ha duplicado. Y, curiosamente para Evo, un aspecto positivo como haber logrado que la población pueda aumentar su capacidad de consumo y que en muchos casos la gente haya accedido a su primer teléfono o televisión, puede volverse en su contra si no logra tener una estrategia comunicacional efectiva en las redes y en los medios, un ámbito en el que la derecha suele moverse como pez en el agua.

Los espacios que buscan destronar a Evo se encuentran con dos grandes desafíos: representar el triunfo electoral de 2016 y ampliar la base de votos. El primero surge por un motivo lógico, ya que en el referéndum no ganó un candidato puntual, sino el “NO”, por lo tanto hay un problema de representatividad ya que todos quieren ser la cara del triunfo de 2016.

Por otro lado, si bien fue el primer revés electoral del actual Gobierno, el margen por el que perdió es muy pequeño y, en este sentido, para obtener un triunfo la oposición necesita engrosar ese porcentaje y así lograr un margen considerable que les permita pensar en salir victoriosos en esta disputa.

Aferrada al “NO”, la campaña opositora encuentra la única esperanza de resquebrajar la confianza de la mayoría del pueblo boliviano para vencer en las urnas. Discutir inflación y crisis económica no tiene mucho asidero en la situación económica que vive Bolivia hoy; tampoco le ha sido útil poner el foco en la corrupción. Curiosa y paradójicamente, los principales discursos de Mesa o Doria Medina intentan dotar de un carácter antidemocrático o tiránico a Evo, al proceso que logró democratizar el acceso a la educación y a la tierra, que amplió los derechos para los pueblos originarios, y que logró instalar elecciones abiertas para el poder judicial, hecho inédito en el mundo.

En este escenario, la elección parece estar peleada entre dos personas que ya ejercieron el cargo en disputa. El principal desafío que tienen ambos es hablar de futuro. Tienen para mostrar y comparar datos de gestión, formas de construir o gobernar, pero que son parte del pasado. Y gran parte de los indecisos no vota por el pasado. Para este sector de la sociedad lo conseguido se naturaliza, y lo que buscan es confiar en una alternativa que les garantice sus nuevas demandas. Los propios candidatos opositores reconocen el crecimiento económico y la inclusión social, pero basta con decir que no van a perder eso “que ya se logró”, solo que lo harán de “forma democrática”. Recientemente, Samuel Doria Medina declaró que hay logros, pero que “todo se cae cuando un político no respeta el voto popular y quiere transformarse en un dictador. Eso pasa con Evo Morales, no respeta el voto del pueblo y solo obedece a sus grupos de amigos.”[ix] En este contexto, recurrir sólo a la retórica del pasado puede ser un problema para el MAS. Evo podría hacer una lista interminable de hechos y logros de estos 13 años de Gobierno, pero serviría para hablarle sólo al sector más cercano.

La actual gestión corre con la ventaja de tener un gran porcentaje de adeptos, incluso manteniendo el 49% del 2016 podría ganar en primera vuelta, pero no tiene la victoria asegurada. Hace algunos días el actual presidente abrió la posibilidad de adelantar las elecciones para que no sean simultáneas con las de Argentina y Uruguay y, si bien la decisión la toma el TSE (Tribunal Supremo Electoral), las declaraciones de Evo instalaron la discusión en la sociedad boliviana. Queda abierta la pregunta para pensar si esto favorece o no las intenciones del actual mandatario ya que, por un lado, acotar el margen de campaña opositora es una ventaja, pero por el otro alimenta el principal discurso opositor que tilda al presidente de antidemocrático.

La larga carrera hasta las elecciones ya arrancó. Falta mucho aún por recorrer y los escenarios pueden cambiar, tanto dentro del país como en el resto del continente, que está en ebullición. El futuro de Bolivia se va a definir en la propuesta que logre mostrar que lo puede construir mejor.

[i] https://www.paginasiete.bo/nacional/2019/3/1/eeuu-insta-permanecer-vigilante-por-el-21f-en-bolivia-210714.html

[ii] Están inscriptos la Alianza Ciudadana del expresidente Carlos Mesa y el alcalde de La Paz, la capital, Luis Revilla; por otro lado, La agrupación Bolivia Dice No, integrada por Oscar Ortiz y Edwin Rodriguez, tras la renuncia de Samuel Doria Medina y el del gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas.
Detrás de estas dos listas se ubica la Unión Cívica Solidaridad, que postula al exvicepresidente aymara Víctor Hugo Cárdenas (1993-1997); El Movimiento del Tercer Sistema, que pertenece al gobernador de La Paz, Felix Patzi; y finalmente El Movimiento Nacionalista Revolucionario, el Partido Demócrata Cristiano, El Frente Para la Victoria y el Partido de Acción Nacional Boliviano.

[iii] https://consuladogeneraldebolivia.com.ar/elecciones-en-octubre-evo-sigue-primero-segun-dos-encuestas-privadas/

[iv] https://www.atb.com.bo/seccion/pol%C3%ADtica/ipsos-si-el-domingo-fueran-las-elecciones-evo-ganar%C3%ADa-con-39-y-mesa-lograr%C3%ADa-el-25

[v] https://www.oep.org.bo/wp-content/uploads/2017/01/resultados_total_elecciones_2014.pdf

[vi] https://www.oep.org.bo/wp-content/uploads/2017/02/resultados_referendo_constitucional_2016.pdf

[vii] https://www.oep.org.bo/wp-content/uploads/2019/02/Acta_Computo_Nacional_Elecciones_Primarias_2019.pdf

[viii] https://www.att.gob.bo/content/el-acceso-internet-en-bolivia-el-2017-alcanz%C3%B3-8817749-de-conexiones-fijas-y-m%C3%B3viles

[ix] https://www.eldeber.com.bo/bolivia/El-21F-pasa-factura-politica-y-opaca-logros-20190119-0032.html

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