Venezuela | Impactos del sabotaje eléctrico: una aproximación desde adentro – Por Bruno Sgarzini
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Este lunes, el presidente Nicolás Maduro informó que el ataque eléctrico, que interrumpió el servicio en la mayor parte del país, constó de cuatro fases:
- Un ciberataque al sistema computarizado en la Central Hidroeléctrica del Guri, que dirige y autorregula todo el proceso de generación y distribución de la principal planta del país. «Las pantallas quedaron negras, se perdió el mapa de conducción. Así estuvimos más de 36 horas», indicó el Presidente.
- Otro ataque al sistema computarizado del cerebro de conducción de la empresa eléctrica estatal Corpoelec ubicada en Caracas. «Quedó también en negro, anulado, muerto», explicó el mandatario sobre estos ciberataques originados en Houston y Chicago.
- Un tercer atentado contra las líneas de distribución a través de aparatos móviles, digitados desde Estados Unidos, que causaron sobrecargas electromagnéticas. «Los posicionaron en las torres de transmisión y en los grandes cables para tumbar la transmisión con el fin de interrumpir y revertir la recuperación del sistema», afirmó.
- El incendio de subestaciones como los que ocurrieron en Prados del Este (Baruta), Acarigua, El Hatillo, entre otros evidentes atentados contra el sistema eléctrico. Este tipo de ataques se enfocaron, por todas las formas posibles, en evitar que el último tramo de recuperación del servicio se diese con total normalidad.
Este martes 12 de marzo, el ministro de comunicación Jorge Rodríguez denunció que se cortó el suministro de gas de la termoeléctrica de Tacoa, estado Vargas, con el fin de provocar una explosión que podría haber generado decenas de muertos. «Tacoa podría haber abastecido a la Gran Caracas luego del sabotaje, pero fue dañada con esta explosión», informó el ministro un poco antes de detallar otro serio ataque a una torre de transmisión en Zulia en el momento en que se restituía el servicio este lunes 11.
CARACTERÍSTICAS DEL SISTEMA, VULNERABILIDADES Y EL EFECTO CASCADA
Pablo Varela, ex asesor en Energías Renovables y Planificación del Ministerio de Energía, explicó a Misión Verdad que en la actualidad el sistema eléctrico en Venezuela es vulnerable por varios factores:
- Uno es la creciente diferencia entre lo que necesita para mantenerlo, dado el alza constante de sus insumos y equipos, y los precios del petróleo que desde los 80 no logran equiparar ambas cifras. Esto genera una situación estructural en la que un sistema eléctrico creado como del «primer mundo» se mantiene con los altos y bajos de las materias primas que vende un país periférico, ahora bloqueado de los mercados financieros.
- Como consecuencia se da el otro factor: que el mantenimiento del sistema se ve afectado estructuralmente por la crisis económica, y hechos de corrupción, que en el caso de las plantas termoeléctricas, agravan la situación.
- Y por último, la dimensión del sistema que con un tendido de más de 20 mil kilómetros, incluyendo la telaraña de distribución, se hace difícil de resguardar de ataques y sabotajes.
Según Varela, esta realidad hace que un sabotaje deliberado pueda tener efectos como cortar el suministro en todo el país, si se posee los recursos adecuados. En su opinión, de esta forma es posible inducir a una situación de parálisis, en sincronía con atentados contra la generación, transformación y distribución eléctrica. O simplemente para promover un «desorden» que genere un efecto cascada que amplíe el daño provocado. Sobre todo si se tiene en cuenta que el nivel de fallas en áreas como transformación y distribución es de entre 40% y 60%, un nivel muy elevado de acuerdo al técnico.
«Venezuela como país asediado por una forma de guerra moderna es vulnerable a este tipo de ataques, en un momento donde, además, desde hace varios años se registra un sabotaje sistemático al sistema eléctrico», sostiene Varela. En ese sentido, uno de los tantos atentados contra el sistema recordado por Varela es el del 3 de septiembre de 2013, cuando se efectúo una falla deliberada en una línea de transmisión del Guri que dejó sin servicio a 15 estados del país, como MV reseñó ese año.
La oposición culpó del corte, en ese entonces, a un incendio originado supuestamente en la falta de pica y poda de la vegetación, según un comunicado de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), casualmente borrado de su portal web. En diciembre, cerca de las elecciones de alcaldías, una nueva falla provocada en la misma línea 765 volvería a ocurrir casi de la misma forma buscando, nuevamente, dejar a más de la mitad del país sin luz.
En este contexto de ataques reiterados contra el sistema, Varela considera que hechos como estos pueden dejar al sistema más vulnerable y peor que antes de que sucedieran. Según él, esta situación hace que sea posible esperar otros sabotajes similares, tal como este martes 12 afirmó el ministro Rodríguez.
GUAIDÓ, SU HIPÓTESIS Y EL DIÁMETRO DE AFECTACIONES
El domingo, Juan Guaidó, luego de tratar de conspirativa la tesis de sabotaje, culpó del apagón como en 2013 a un incendio de vegetación que afectó las tres líneas de 765 kilovoltios entre el Guri y las subestaciones Malena y San Gerónimo. El autoproclamado, nuevamente, argumentó que este incendio se dio por la falta de pica y poda en el área.
Según Guaidó, el incendio «recalentó estas líneas por donde pasa más del 80% de la energía que va al centro del país», lo que habría generado un rechazo de carga en las turbinas del Guri y provocado el corte del suministro eléctrico.
Las explicaciones "oficiales" son irresponsables. Según el psiquiatra que esconde al usurpador, el sabotaje fue un hackeo al sistema que controla la Red Troncal de Transmisión.
Todos los técnicos coinciden en que eso es imposible por una razón simple: es un sistema analógico.
— Juan Guaidó (@jguaido) March 10, 2019
Varela afirma que, aunque de forma técnica esto es posible (que fallas en las torres afecten a las turbinas), es difícil considerar cómo cierta esta tesis debido a que las torres de transmisión cercanas a la hidroeléctrica tiene una gran altitud, lo que vuelve bastante complicado que exista vegetación que crezca a esa altura. Mientras que en su opinión también parece inverosímil que los linieros de Corpoelec, a cargo de revisar el estado de las torres, no hayan detectado, si fuese así, la necesidad de cortar la vegetación para evitar algún tipo de incendio que afectara el tendido.
Otro punto flojo de esta historia es que si hubiese ocurrido un incendio, como el que señala Guaidó, habría fotos y videos que corroborarían esta versión. «Sería imposible no haberlo visto», señala.
Según Varela, además, si la teoría del incendio fuese cierta, eso no explicaría tampoco que la afectación del Guri dejara sin suministro a toda Venezuela, dado que es mentira que abastece a más de un 80% del país. El experto afirma que, en realidad, el Guri es la fuente de aproximadamente el 60% de la energía de los venezolanos, mientras que el restante 40% proviene de las plantas termoeléctricas y otras fuentes de suministro.
Estas no son las primeras mentiras detectadas en la versión de Guaidó, porque fue José Aguilar, un técnico eléctrico antichavista, quien desmintió que el Guri fuera un sistema analógico en vez de uno computadorizado vulnerable a un hackeo, como remarcó en su conferencia de prensa del día domingo 10.
LAS PALABRAS DE RICARDO DURÁN Y EL SABOTAJE COMO UNA POLÍTICA SISTEMÁTICA
En 2011, el periodista Ricardo Durán, asesinado cinco años después por un grupo de efectivos de Polichacao, reveló que el sistema tecnológico de supervisión, control y requisición de datos (SCADA), utilizado como cerebro de distribución del Guri y Corpoelec en Caracas, tiene una vulnerabilidad a hackeos en un 50%, según un trabajo realizado por el Estado venezolano. Desafortunadamente, este sistema usado a nivel mundial en industrias y empresas eléctricas, había sido adquirido en 2010 a la filial canadiense de la empresa suiza ABB, una de las pioneras en este tipo de software.
En el mismo año de la investigación de Durán, Dyllon Beresford, analista de seguridad de la auditora NSS Lab Researcher, junto con el investigador independiente Brian Meixell, suspendieron una conferencia titulada «Reacciones en cadena: hackeo a SCADA» en el evento de hackers TakeDowncomrealizado en Dallas, Estados Unidos.
La suspensión se debió a pedido de Siemens (empresa creadora del sistema) y del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos de no revelar vulnerabilidades del sistema que pusiera en riesgo infraestructura crítica como represas, hidroeléctricas, refinadoras de petróleo y centrales eléctricas. Según The Washington Times, los investigadores planeaban publicar la forma en la que habían creado un arma cibernética similar al virus Stuxnet, que en 2010 atacó el sistema SCADA de las instalaciones nucleares iraníes, para mostrar su vulnerabilidad.
En este contexto, Durán identificó en 2011 el principal punto de sabotaje eléctrico en la distribución, a través de la manipulación de las computadoras de Corpoelec. Puso como ejemplo la detención de un trabajador de la empresa en la planta La Mariposa, estado Miranda, por estar acusado de bloquear el sistema de distribución hacia la región central, lo que provocó hasta siete cortes eléctricos diarios en esta área.
Esta afectación técnica deliberada también ocurrió ese año en Aragua cuando se sobrecargó a una de las cuatro subestaciones del estado para que se bloqueara el sistema y se generaran cortes eléctricos por una mala distribución de la energía. En ese sentido, Durán recordó que luego de la estatización de la Electricidad de Caracas se contrató, en su mayoría, a empleados provenientes de Gente de Petróleo a cargo del sabotaje a PDVSA, bajo el modus operandi de dejar ingresar a quienes hubieran firmado a favor del referéndum revocatorio contra Chávez en 2004.
La política sistemática de sabotaje eléctrico, por otro lado, solo entre 2008 y 2012, contabilizó 11 de estos episodios entre los que destacaron cortes de cable, falta de tornillos, incendios, entre muchos otros episodios. Desde la muerte de Chávez, en periodos preelectorales o de tensión política, los atentados recrudecen con picos como los registrados en las guarimbas de 2014 y 2017, donde el sistema eléctrico fue atacado solo en La Salida, convocada por Leopoldo López, en más de 10 oportunidades.
Por estas razones, la quema de subestaciones y explosiones en plantas eléctricas durante el último «apagón» no llaman para nada la atención por representar un modelo de conducta similar al de los últimos años.
La diferencia con otros contextos es que, con un acumulado de crisis económica, agudizada por el bloqueo y ahora el embargo petrolero, la infraestructura eléctrica es altamente vulnerable a un ataque y un posterior efecto cascada en el resto del sistema, tal como afirma Varela al poner de referencia la falta de fuentes alternas de energía y el elevado nivel de fallas en la transformación y distribución.
Por eso es fácil prever que la estrategia de Washington se dirija a aprovechar esta vulnerabilidad para buscar, de nuevo, inutilizar el servicio eléctrico de tal forma que inmediatamente se afecten nudos críticos de la vida del país como el suministro de agua, el sistema de salud, las telecomunicaciones y la producción petrolera, entre otras áreas.
Después de todo, es por demás obvio que el actual ciclo de sanciones, junto a sabotajes y distintas formas de presión, pretenden llevar a Venezuela hacia un colapso que haga inevitable que el país caiga en las manos de Washington. Por lo pronto, según Elliot Abrams del Departamento de Estado, la Casa Blanca aumentará la presión contra la República Bolivariana, «sobre todo ahora que no hay luz».
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