Trabajo, Empleo y Desigualdad de Género: puntos ciegos de las políticas de empleo en Cuba – Por Dayma Echevarría León y Mirlena Rojas Piedrahita
Por Dayma Echevarría León y Mirlena Rojas Piedrahita * **
Entre 2017 y 2018 se realizó una investigación en seis municipios del país para diagnosticar desigualdades sociales. Se observa en ambos territorios (urbano y rural) que las mujeres son las que declaran en mayor proporción no realizar ninguna actividad y dedicarse a los quehaceres del hogar. Al indagar en este tipo de trabajos, a través de técnicas cualitativas e intencionando que fuesen personas en edad laboral se devela una gran diversidad de actividades. Las mujeres en un primer nivel se relacionan con las labores reproductivas del hogar: limpiar, cocinar, lavar, cuidar de niños y ancianos. Un segundo nivel de actividad, inestable, con ingresos que dependen de su gestión personal y de las personas proveedoras como vender ropa importada u otros artículos, realizar trabajos domésticos y de cuidados para una tercera persona, hacer actividades de cuidado personal –manicura, peluquería- entre otros trabajos. Otro tercer nivel de actividad se relaciona principalmente con su rol como asalariada en negocios privados sin el debido reconocimiento legal. Este tipo de trabajos se caracteriza por ser más estable que el anterior pero refleja también cierta precariedad al depender básicamente de las relaciones personales con el empleador. Solo una pequeña proporción de mujeres declara no realizar ninguna de las actividades anteriores y dedicarse a su cuidado y desarrollo personal.
Es distintivo en el territorio rural que las mujeres son mayoría en las actividades de cooperativas agrícolas como: oficinistas, contadoras y en el área de cocina de las mismas. En segundo lugar manifiestan dedicarse a los quehaceres del hogar. Al indagar en este sentido las mujeres declaran realizar las labores reproductivas del hogar: limpiar, lavar, cocinar, cuidado de niños, ancianos y vecinos que habitan solos.
Un grupo de mujeres aluden a encontrarse en situación de disponibilidad, las que manifiestan contar con salarios, como fuente principal de sus ingresos. En este sentido se indagó tras técnicas cualitativas la procedencia del salario, y se alude a la realización de ventas de ropas y artículos de primera necesidad (jabón, desodorante, pasta dental, etc) traídos por personas que viajan fuera del país. También resulta significativo la presencia de mujeres jubiladas que realizan trabajos domésticos fundamentalmente aquellos relacionados con el cuidado de familiares enfermos de la misma edad y mayores que ellas. Una menor representación de la muestra hace referencia a que son beneficiarias de la asistencia social.
En términos de empleos formales también ocurre una tipificación por sexo. El sector estatal constituye la principal fuente de empleo de los que trabajan ya que reúne al 53,4%. De ellos, el 31,2% de la muestra se emplea en el sector presupuestado y 22,2% % en el estatal empresarial, en este último, los hombres vinculados a esta actividad casi duplican a las mujeres (39 hombres y 20 mujeres). Otro grupo importante se ubica entre los trabajadores por cuenta propia: 39,8%. De ellos, son autoempleados el 18%, dueños con trabajadores contratados 7,9% y contratados por cuentapropistas el 13,9%.Un análisis por sexo muestra que los hombres casi duplican a las mujeres en el sector del trabajo por cuenta propia (70 hombres y 30 mujeres), y esto se repite para todas las categorías con excepción de la de “contratados por privados” donde hay dos mujeres y solo un hombre. Los hombres cuentapropistas sin trabajadores contratados también casi duplican a las mujeres (31 hombres y 17 mujeres).
En el caso del territorio rural en los empleos formales también se denota una diferenciación por sexo. El sector cooperativo agrícola, seguido del estatal presupuestado son los que reúnen mayor cantidad de hombres. En el caso de las mujeres, solo 5 de ellas declaran encontrarse en el sector presupuestado y 2 en el empresarial estatal; por lo que parecería que las mujeres rurales de la muestra acceden en menor medida a las opciones de empleo existentes.
Resulta revelador el grupo de personas que se encuentran en el trabajo cuenta propia, el cual solo es manifiesto por ocho personas de la muestra, de ellos 5 hombres y 3 mujeres. En este sentido, los hombres suelen ser en su totalidad contratados por cuentapropistas, al igual que dos mujeres. Sin embargo una de ellas declara tener trabajadores contratados.
Se indagó además sobre los ingresos totales individuales mensuales. Si bien esta información puede estar sesgada, ya sea por el temor a declarar ingresos no legales, por la resistencia a declarar ingresos reales o por la inestabilidad de los mismos aporta luces sobre su comportamiento. Aún con esa dificultad, de los que respondieron a esta pregunta (524 personas) el 82,6% declara recibir ingresos en moneda nacional, mientras el 17,4% no recibe ingresos. De ellos, el 14,8% ingresa igual o menos que el salario mínimo del país (225CUP), en este grupo la mayoría son mujeres, menores de 25 años y con 12 grado. La mayoría (54,7%) si bien está por encima del salario mínimo, se encuentra por debajo o igual que el salario medio nominal mensual (740 pesos). Entre este rango y los 2000 pesos se encuentra el 28,2% de la muestra y solo el 2,3% declara recibir más de 2000 pesos (15 personas). Las personas que declaran estos ingresos son 9 hombres y seis mujeres, seis están en el grupo de 26-35 años y 12 tienen 12 Grado.
Adicionalmente, el 33, 3% de la muestra declara recibir ingresos en CUC. La mayoría (66,7%) declara recibir menos de 50CUC al mes y un 10,7% declara recibir más de 200CUC al mes. La mayoría de los que declara no tener ingresos propios son mujeres.
En este sentido se debe analizar la fuente de los ingresos declarados. El salario constituye la principal fuente (44,7%), seguida por la jubilación (24,4%) y la ayuda familiar (24,1%). Los ingresos provenientes de las remesas constituyen, según su frecuencia, la cuarta fuente declara por el 19,9% de los respondientes, lo que guarda relación con el tercio de los encuestados que declara ingresos en CUC. Se observa de esta forma que aún los ingresos provenientes del trabajo actual o pasado (salarios o jubilación) tienen gran importancia dentro de las fuentes de ingreso. No se puede desconocer otras vías como la ayuda familiar y las remesas –que también pueden ser interpretadas como ayuda familiar. Las mujeres son las principales receptoras de estas vías como la ayuda familiar y las remesas, fuentes inestables y que no dependen de la gestión personal por lo que pueden generar inestabilidad en los ingresos de un grupo importante de mujeres.
* Centro de Estudios de la Economía Cubana, Universidad de La Habana
* Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS)
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