Guardia comunitaria de los wichis en el Chaco argentino: ¿excepción o principio? Juan Guahán

4.077

Por Juan Guahán *

Los wichis, un pueblo originario, han creado un inédito sistema de guardias comunitarios en la zona chaqueña de El Impenetrable, al amparo de una Ordenanza Municipal. Hay dudas si es una excepción ante el abandono del Estado o el inicio de algo distinto.

Allá, en el norte chaqueño -sobre el Río Teuco- cerca de los límites fronterizos con las lprovincias de Salta y Formosa, está El Sauzalito. Son apenas dos mil pobladores, mayoritariamente wichis ganados por el hambre y el mal de Chagas. Decirles pobres es faltar a la verdad, por ser una categoría que no explica su realidad que parece extraída de aquel verso de Atahualpa Yupanqui: “Dios por aquí no pasó”.

Para este Estado son una carga, porque hay pocos votos, muchas necesidades y obstaculizan la explotación capitalista de la zona.

Allí la comunidad wichi ha puesto de pie las “Guardias Comunitarias” que han merecido muchos comentarios periodísticos y temores en funcionarios estatales. Hay dudas si se trata de algo excepcional o es el parto de una nueva realidad, ante la descomposición del actual sistema estatal.

Todo eso ocurre en el corazón de El Impenetrable, un bosque nativo que abarcaba unos 40 mil kilómetros cuadrados dentro de las provincias del Chaco, Formosa, Santiago del Estero y Salta, donde residen 55 mil wichis, que los blancos denominaron matacos.

De todas esas provincias, Chaco es la que más deforestó en los últimos años: fueron devastadas miles y miles de hectáreas, más de la mitad de las cuales se corresponden a áreas protegidas por la Ley de Bosques (Ley 26.331). Buscando maderas (quebracho, algarrobo o palo santo) o tierras para el cultivo de la soja se fue modificando el hábitat, quitándole a las poblaciones originales toda posibilidad de subsistencia.

En la búsqueda de mayores ganancias individuales de sus amigos, la Provincia fue recategorizando las áreas protegidas por aquella Ley, aunque eso fuera destruyendo la vida de las poblaciones originarias. Esa corrupción estatal hizo posible que, como lo certifica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Argentina sea uno de los 10 que más desmontaron entre 1990 y 2015.

Hace menos de un año tomó estado público la denuncia sobre uno de esos desmontes. Ese hecho se produjo en una zona ubicada a 15 kilómetros del mencionado Sauzalito y se concretó en tierras fiscales bajo la mirada cómplice de las autoridades provinciales, encargadas del control.

La Guardia Comunitaria y el debate en El Impenetrable

Unas 160 personas están organizadas, en áreas de El Sauzalito como integrantes de una «Guardia Comunitaria». En Nueva Pompeya, hay otras 180. Portan armas y una parte de tales “guardias” viste ropas de combate.

Los indígenas invocan su derecho a la autodefensa en la existencia de la Ordenanza N° 952 del 2 de noviembre de 2018 del Concejo Deliberante del Municipio de El Sauzalito que declaró de interés municipal y aprobó la existencia de una “Guardia Comunitaria y Cuerpo de Bomberos del Pueblo Wichi”, en distintos pueblos de ese Municipio (El Sauzalito, Wichi El Pintado, Sauzal), El Vizcacheral, Tres Pozos, El Tartagal, Cevilar y Fortín Belgrano).

Sostienen que lo hacen en territorio propio por tratarse de tierras que les fueron reconocidas por el gobierno, y que sus objetivos, ante el abandono por parte del Estado, es para “proveer de seguridad en el territorio que ocupan… evitar la entrada y tránsito de drogas… evitar el saqueo de sus recursos”.

Sostienen que los uniformes los compraron en la frontera con Bolivia y que los rifles (algunos aclararon que son de aire comprimido) sirven para defenderse de los animales.

“Queremos articular nuestra organización con el Estado, pero nunca lo hemos podido hacer. Si no levantamos la voz no nos escuchan… nos pisotean; hay desmonte, se llevan la madera, los pescados, todo lo que tenemos… queremos que se nos respete como pueblos originarios y que se nos escuche. Por eso nos organizamos para defendernos”, sostiene uno de sus voceros.

La Gendarmería salió a defenderse ante la afirmación hecha por el mismo vocero que denunció el creciente ingreso de drogas, “que envenena a nuestra juventud”, desde Formosa y Salta.

El tema llegó hasta la prensa, autoridades nacionales y provinciales. El Ministro de Seguridad del Chaco manifestó que “los caciques no evaluaron adecuadamente el alcance de la Ordenanza” y que el Estado está presente en todo el territorio del Chaco”. Los pobladores saben a favor de quién y de qué manera está “presente” el Estado, que legaliza todos los días el descripto estrago de la deforestación.

El vocero de la Guardia Comunitaria de Nueva Pompeya fue rotundo al afirmar que: “Parece ser que por defender nuestra tierra vestidos de color monte somos culpables de algo. Les diremos algo que no saben, el miedo lo perdimos hace tiempo. Porque nos daba miedo seguir viviendo como vivíamos, así que ahora aferrados a otra vida estamos y ésa es la de lograr el respeto a nuestra historia, a nuestro rostro, a nuestro color de piel y a nuestra lengua».

Todo ellos invocan el Convenio 169 de las Naciones Unidas, al que Argentina adhirió. Allí se estipula que “los indígenas tienen el derecho de organizarse y tomar sus propias decisiones”.

El temor de las autoridades es que esta experiencia se pueda trasladar a otros sitios con fuerte presencia de población indígena, como es el caso de los mapuches en la Patagonia.

También temen que los concepto de autodefensa invocados por los indígenas chaqueños sean incorporados por sectores populares no indígenas abandonados por el Estado, esto es particularmente grave respecto a la situación de muchas barriadas cuya seguridad el Estado va dejando en manos de narcotraficantes.

Los sectores pudientes ya gozan del beneficio de tener un sistema propio de defensa, eso se ha generalizado en los “barrios cerrados” con seguridad privada. Pero cuando lo intentan sectores populares, como una forma de autodefensa, no faltan las autoridades, instituciones y personajes que ponen el grito en el cielo.

Frente a estas circunstancias, vemos como -desde los sectores más humillados de la sociedad- brota una voz de alerta y esperanza. Una vez más cobra valor la poesía del maestro Pedro B. Palacios (Almafuerte) cuando nos recordaba: “¡SÍ! ¡Yo sé que del fondo más hondo surgirán las alturas más altas!”

* Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


VOLVER

Más notas sobre el tema