A 15 años de misión de la ONU, Haití no sale de su laberinto – Por María Fernanda Leclerc

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Por María Fernanda Leclerc

“Si no bajan los precios de los productos, las protestas continuarán. La vida está cara, la gente no puede comprar nada”, se lamenta en conversación con la agencia EFE, Deumate, una vendedora del mercado Petion Ville en Puerto Príncipe.

Deumate hace referencia a las protestas que desde el 7 de febrero pasado se han sucedido contra el gobierno de Jovenel Moise, a quien responsabilizan por la severa crisis económica que vive el país y lo acusan de corrupción. Las violentas protestas han dejado nueve muertos. Además, se han producido bloqueos de calles, saqueos a los comercios y barricadas.

Porque si bien han pasado 15 años del inicio del programa Misión de Estabilización de las Naciones Unidas (Minustah), que en 2017 culminó luego de decidir que Haití estaba en camino hacia la estabilidad, la realidad parece estar muy alejada de eso.

Con una inflación de un 15,1% en diciembre pasado y el crecimiento más bajo de la región (con la excepción de Venezuela), de apenas un 1,4%, el descontento se hace sentir en un país golpeado por una crisis permanente y desastres naturales, lo que dificulta una buena economía.

A ello se suma que Haití es uno de los países más desiguales del mundo, con casi el 60 % de la población viviendo bajo la línea de la pobreza (US$ 2,41 al día) y más del 24% por debajo de la pobreza extrema (US$ 1,23 al día), según cifras del Banco Mundial.

“La crisis no nace en 2019. Son casi cuatro décadas de mala gestión, malas decisiones económicas, inestabilidad política constante. Pero nos damos cuenta de que los últimos dos años fueron particularmente difíciles” explica a La Tercera Etzer Emile, economista de la Universidad de Quiqueya, en Puerto Príncipe.

La crítica situación del país se ha visto incrementada, explica la agencia EFE, por la depreciación del gourde, la moneda oficial y por la crisis de electricidad producto de la escasez de combustible. Para muchos analistas, Moise no ha respondido a las expectativas y el descontento popular con su gestión, que inició en febrero de 2017, ha ido en aumento, mientras se agrava la crisis económica.

“La última experiencia de apoyo internacional después del terremoto de 2010 fue un desastre en términos de resultados por diferentes razones. Falta de coordinación y falta de sinceridad y malas estrategias”, explica Emile y agrega: “No solo Haití no recibió un apoyo financiero sustancial como antes, ni más apoyo de Petrocaribe, sino también porque el gobierno haitiano ha demostrado inmadurez política y no fue lo suficientemente fuerte como para enfrentar la corrupción y fomentar las reformas económicas”.

En medio de esta tensión política el gobierno ha incrementado los esfuerzos a favor del diálogo y ha anunciado medidas para hacer frente a la grave crisis económica y la corrupción. Sin embargo, el Sector Democrático y Popular, que integran varios líderes opositores, llamaron ayer a nuevas protestas.

“Haití necesita una reforma profunda en varios aspectos: fiscal, constitucional, político, social y económico. Los intereses personales y grupales han estado al centro de las decisiones por décadas. Para salir de la crisis el pueblo haitiano tendrá que reconstruir el estado. Hoy, tenemos un Estado fallido”, dice el economista.

La Tercera


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