Elecciones en El Salvador | Pablo Benítez, investigador: “Se está jugando el alineamiento de las derechas en América Latina”

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Por Carla Perelló, de la redacción de NODAL

Contexto de Nodal
Este 3 de febrero se realizan las elecciones presidenciales en El Salvador. El FMLN, con el excanciller Hugo Martínez como candidato, aparece muy debilitado después de casi una década en el gobierno. El favorito según los sondeos es el empresario Nayib Bukele (por el partido GANA), exalcalde de San Salvador por el FMLN antes de su expulsión en 2017. El tradicional partido de derecha ARENA presentará al también empresario Carlos Calleja y la alianza VAMOS a Josué Alvarado. Si ningún candidato supera el 50% de los votos habrá una segunda vuelta el 10 de marzo. Podrán votar unas 5,2 millones de personas y hay casi 6 mil habilitadas en el exterior.

Las elecciones en El Salvador son las primeras de las ocho que se darán este año en la región latinoamericana y caribeña. NODAL entrevistó a Pablo Benítez, poeta, ensayista e investigador en historia social e historia cultural en el Instituto Nacional de Salud y como asociado en el Instituto de Estudios Históricos de la Universidad de El Salvador, respectivamente.

¿Cómo ve el panorama para las elecciones del domingo? ¿Qué significa que Nayib Bukele sea el favorito según las encuestas ante los históricos ARENA y el FMLN?

Creo que el panorama político y electoral en El Salvador no dista mucho de las características que vemos en la región y probablemente en el mundo. Es decir, hay una especie de agotamiento de la política, de cansancio, de frustración de las ciudadanías hacia las maneras tradicionales y formales de hacer política y eso genera vacíos porque la gente quiere ver cosas nuevas, quiere que le den soluciones a sus problemas y quiere además que el sistema político cambie de una vez por todas. Y no porque cambie en sí mismo, sino porque quiere que cambien sus condiciones de vida.

En este contexto es muy fácil que aparezcan proyectos rompedores basados grandemente en la comunicación digital y en modos de intervención pública que tienen mucho que ver con el efectismo, el impacto inmediato, en la sensibilidad, en la emotividad de la gente. Y que, con eso, digamos, ganen terreno sobre todo en la esfera simbólica pública y, por supuesto, arrastre hacia el terreno político y genere nuevos mapas electorales. Eso es lo que está pasando en El Salvador. El surgimiento de Nuevas Ideas, que es el partido político de Nayib Bukele, y la alianza con una parte de la derecha tradicional responde a este contexto de agotamiento de la política y de frustraciones y decepciones acumuladas de la ciudadanía.

A esto suma un último punto en el caso salvadoreño que es que nosotros vivimos un momento histórico muy complejo, estamos viviendo el fin de nuestra posguerra. El surgimiento de este proyecto o de este reagrupamiento de un proyecto de derecha significa también que el marco político electoral que nos heredó el Acuerdo de Paz llegó a su techo. Entonces, yo diría que Bukele representa dos cosas en nuestro panorama. Por un lado, es el resultado del agotamiento de la política en sus esquemas más tradicionales y la presión que genera el campo mediático actual y, en segundo lugar, representa también un síntoma del cierre de nuestra posguerra. En ese sentido, el mapa político del salvador cambia no por el surgimiento de este reagrupamiento sino por estas condiciones culturales, sociales y políticas que rodean el momento.

¿Qué está en juego en El Salvador en estas elecciones?

Lo que se está jugando es el comienzo de una época nueva en El Salvador, es decir, cerramos la posguerra, asumimos que hay un deterioro de la política y esto nos conduce a una coyuntura crítica en la que todos los moldes en política deben revisarse y también, por supuesto, todos los instrumentos políticos, sino caerán en un agujero tal que tendrán que desaparecer, o recapacitan, se recomponen y se actualizan. Pero no es algo superficial que solamente tenga que ver con los instrumentos en sí mismos, sino que tiene que ver con el replanteamiento de los proyectos, con la raíz de lo que persigue estos instrumentos políticos. Hay que tratar de comprender que los instrumentos de lucha que nos exige la realidad actual no son únicamente electorales, sino que se nos exige un modo de organización y de lucha más allá de los partidos políticos, la articulación de los movimientos sociales, la recuperación de las universidades públicas como centro de pensamiento crítico y de formación de ciudadanía exigentes, que no se dejen engañar por el campo mediático engañoso que ahora nos rodea con las redes sociales, exige también la constitución de nuevos espacios de debate y de exigencia política que estén en las calles, en las plazas, en los barrios. Hay que dejar de pensar sólo en la clave electoral. En el caso del FMLN y de la izquierda de lo que se trataría es de repensar el proyecto de transformación social en El Salvador y de recomponer todo el campo de izquierda que a estas alturas ha sufrido mucho. No es que no haya habido logros, del 2009 para acá hay aportes importantes al desarrollo social en El Salvador, pero las expectativas de transformación eran bastante altas y había que responder al menos con un programa y con una voluntad, pero pareciera que no fue suficiente.

¿Y a nivel internacional?

En el ámbito internacional lo que se juega es el alineamiento de las derechas en América Latina, por su puesto, que, bajo una nueva ofensiva liderada por la derecha conservadora estadounidense, y alentada también por la presencia de Bolsonaro en Brasil. La crisis en Venezuela de hecho forma parte de este ajedrez que están moviendo y la situación electoral en El Salvador es otra de esas piezas. De manera que la derecha tradicional y las derechas reagrupadas en proyectos que generan este tipo de tensiones comunicacionales, digitales, y se aprovechan del descontento y la frustración, están en esa misma línea de juego, así que un posible triunfo de la derecha aquí abonaría a ese alineamiento que estamos viendo desde Estados Unidos y pasa por las crisis que vamos a seguir viendo en el sur.

¿Qué lugar considera que deben tener las mujeres y los movimientos feministas en los proyectos de transformación que menciona para su país?

El papel del feminismo y de la lucha de las mujeres, por su lugar, por sus derechos, tiene un papel protagónico y absolutamente fundamental en estos replanteamientos de los proyectos de transformación a los que me refiero. En El Salvador todavía estamos muy lejos de entender el gran aporte del feminismo a las luchas por el cambio profundo de las sociedades. Para llevarlo a cabo, una de las coordenadas importantísimas para replantear la base de los proyectos es comprender que ahora el mundo nos exige nuevos modos de relacionamiento humano, no sólo entre hombres y mujeres, de identidades de género, sino de un relacionamiento profundo, nuevo. El feminismo nos ha ayudado a entender que las relaciones basadas en la violencia, en la dominación, en la competencia, solamente nos llevan a la destrucción, a la pobreza y a la injusticia. La búsqueda de la igualdad implica también la transformación de esos modos de relacionarnos, de las sensibilidades, la puesta en marcha de nuevas subjetividades, nuevos modos de entender quiénes somos, de comprender a los demás. Todo eso nos ha ayudado a tender el feminismo. Sin el feminismo, sin la lucha tan valiosa, la humanidad estaría todavía mucho más atrasada en este sentido. De manera que el feminismo tiene un lugar protagónico, creo que en estos replanteamientos del proyecto de transformación y de los instrumentos de la transformación quienes definitivamente tendrán un papel de liderazgo quienes definitivamente serán quienes conduzcan estos procesos serán las mujeres jóvenes, las niñas que hoy tienen 11/10/12 años son probablemente nuestras liderezas de salidas de esta crisis política y son las liderezas que conducirán las nuevas revoluciones.


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