30 años de la Democracia en Paraguay (I): El inicio del juego “íntimo” entre corrientes coloradas y la oposición – Por Fernando Martínez Escobar
Por Fernando Martínez Escobar *
Uno de los mitos que construyen nuestro imaginario sobre la política paraguaya, nos habla del “retorno” del Paraguay a la democracia luego del derrocamiento de Alfredo Stroessner. Sin embargo, hasta el año 1989, el Paraguay nunca tuvo un régimen electoral representativo para elegir presidentes; ni con los colorados, ni con los liberales, ni con los febreristas, ni con los militares. Los que accedían al Poder Ejecutivo no competían contra otros candidatos por el sillón presidencial. Sólo en 1928 hubo una elección con dos candidatos y luego tenemos las elecciones fraguadas por Alfredo Stroessner desde 1963.
Tampoco fue la ciudadanía en las calles, ni los partidos de la oposición (muy importantes por cierto) los que organizaron el tiro de gracia que inauguró el nuevo tiempo. Es más, a muchos les tomó por sorpresa. Aunque parezca increíble, fueron las mismas instituciones que sostuvieron a Alfredo Stroessner –las FFAA y el Partido Colorado (ANR)-, las que un día de febrero le dijeron adiós al hombre que dirigió el Paraguay por casi 35 años. Pero entonces, ¿qué pasó con las FFAA y la ANR? ¿Cómo fue posible edificar un nuevo régimen y un nuevo sistema de partidos a partir de los viejos actores?
Para responder a estas preguntas tenemos que retrotraernos al inicio de los problemas internos del Partido Colorado-FFAA. El evento clave fue la famosa convención colorada del 1 de agosto de 1987, fecha del atraco del Partido Colorado perpetrado por el Movimiento Militante Stronista en desmedro del Movimiento Tradicionalista. Si bien las disputas dentro de la ANR comenzaron antes de esta convención, fue con posterioridad a ella que se desencadenaron sucesos que derivaron en la caída de Stroessner. Como consecuencia del atraco se dio una purga que desplazó al mismísimo presidente de la ANR, Juan Ramón Cháves, y a otros históricos dirigentes que habían sostenido al régimen de Stroessner por 33 años. El objetivo de esta amputación partidaria fue garantizar una nueva candidatura a la presidencia de la República de Alfredo Stroessner para el período 1988-1993.
Es importante recordar que por esos años las voces coloradas hablaban de otros candidatos como las de Edgar L. Ynsfrán, o las del entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, Luís María Argaña. Por eso la intención de Alfredo Stroessner fue tomar el control del gobierno del Partido Colorado, a través de los militantes stronistas, como forma de garantizar una nueva postulación y reelección. Aunque esta vez no le alcanzó para emular las grandes purgas de fines de los años 50 que le permitieron controlar al Partido Colorado. Los tradicionalistas, desplazados, se aliaron a los coroneles, renovaron la alianza FFAA-ANR del 13 de enero de 1947 y enviaron a Stroessner al Brasil. Todo ello buscando el control partidario.
Esta danza por el manejo del Partido Colorado hizo que, cuando Stroessner subió por última vez las escaleras de Líneas Aéreas Paraguayas rumbo a Brasilia, ninguno de los movimientos internos de la ANR tuviera el control total del partido y, por lo tanto, del país. De hecho, ninguno lo tuvo nunca más, ni siquiera en alianza con los militares.
Lo que vino después, muy a pesar de la proclama del General Rodríguez, quien aseguraba que su gobierno trabajaría por la unidad del Partido Colorado en el gobierno, fue una apuesta de las corrientes internas de la ANR por dividir el poder como estrategia para controlar al menos una parte de ese poder. Para esto, expandieron el juego político por medio de alianzas con los partidos de la oposición, a fin de volcar la balanza a su favor en la competencia al interior de la misma ANR. Esto incentivó la redefinición de las reglas del juego político y la creación de un nuevo sistema de partidos.
Uno de los primeros hechos que marcó la nueva dinámica del sistema de partidos, entre los movimientos internos de la ANR y los partidos de oposición, se registró en septiembre de 1989. En ese momento, el Movimiento Tradicionalista intentó controlar la Junta Electoral Central (JEC) -lo que ahora sería el Tribunal Superior de Justicia Electoral- sin dar participación a los otros movimientos internos de la ANR. Es decir los tradicionalistas trataron de conformar la JEC sólo con sus miembros, conducidos en ese momento por sus máximos referentes: Juan Ramón Cháves, Edgar L. Ynsfrán y Luís María Argaña. Esto implicaba dejar afuera de la JEC a los otros movimientos internos de la ANR, invalidando el pacto colorado de marzo de 1989, por el cual se establecía un acuerdo en el que se debía dar participación a los movimientos internos en la distribución de los cargos.
Como consecuencia, otros sectores internos rivales del Movimiento Tradicionalista, como los movimientos “ex Contestarios” y “Generación Intermedia”, aliados a la oposición partidaria en la Cámara de Diputados, impidieron en octubre de 1989, con 11 votos del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y 2 del Partido Revolucionario Febrerista (PRF), que el Movimiento Tradicionalista lograse copar la JEC. Es decir los partidos de oposición aportaron los votos decisivos para dirimir una disputa interna de la ANR. Este fue solo el comienzo de una dinámica que continuaría en las siguientes décadas, mediante la cual los partidos de oposición empezarían a ganar relevancia en las disputas internas de la ANR y la política nacional.
Así fue que, paradójicamente, el actor clave de la dictadura, el Partido Colorado, fue también fundacional en la edificación del nuevo régimen político inaugurado en 1989, así como en la nueva dinámica partidaria que dominaría la política nacional. La apertura del Partido Colorado hacia los partidos de la oposición inició un juego que una década más tarde puso fin al pacto de poder entre colorados y militares, que databa del 13 de enero de 1947. Además, inauguró el sistema del cuoteo político como un aspecto central del sistema de partidos en Paraguay. Contradictoriamente, este sistema de cuoteo político (muy cuestionado pero poco comprendido) permitió acuerdos que concluyeron con la expulsión de los militares de la política (1996-2003) y así se dieron unos pasos más en la consolidación de la débil democracia paraguaya.
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