Sanciones a PDVSA: combustible para una guerra – Por Misión Verdad

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

John Bolton, asesor de seguridad nacional de la administración de Donald Trump, anunció este lunes 28 de enero la confiscación de hecho de activos venezolanos y la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) en suelo estadounidense.

Mediante una acción de bloqueo financiero, el gobierno norteamericano procedió mediante la Casa Blanca en conjunto con la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos a cargo de Steven Mnuchin, a congelar los activos de Venezuela e iniciar una acción de arbitraje por parte de las autoridades estadounidenses a favor del «gobierno de transición»,  orquestado y apoyado por Washington, liderado por Juan Guaidó de Voluntad Popular (VP).

El secretario del Tesoro estadounidense y su oficina que regula los activos extranjeros en ese país (OFAC, por sus siglas en inglés) ha añadido que estas acciones contra PDVSA constan del congelamiento de unos 7 mil millones de dólares en activos de la petrolera estatal venezolana, en adición a una pérdida estimada por el propio departamento de 11 mil millones de dólares de sus exportaciones durante los próximos años.

El anuncio se produce en medio de una serie de declaraciones desde la Casa Blanca en apoyo a la autoproclamación del diputado Juan Guaidó como «presidente encargado» de Venezuela.

«Continuaremos utilizando todas nuestras herramientas diplomáticas y económicas para apoyar al presidente interino Guaidó», afirmó Mnuchin, indicando que el «camino del alivio de las sanciones» a PDVSA es a través de la «transferencia expedita del control» a ese diputado o a un gobierno subsecuente. Dejando clara la posición de arbitraje y control de bienes soberanos venezolanos en suelo estadounidense, en violación abierta al derecho internacional y sin ninguna resolución de un ente que respalde mayoritariamente ese tipo de acciones.

IMPACTOS EN EL MERCADO PETROLERO
Mnuchin afirmó que las refinerías estadounidenses podrán continuar operando con el uso actual del petróleo venezolano, y las compañías estadounidenses podrán seguir comprando ese recurso, pero advirtió que los pagos serán redirigidos a cuentas que supuestamente manejaría el equipo de Guaidó.

Ante la preocupación de que la decisión resulte en un desabastecimiento petrolero con repercusión global, Mnuchin aseguró que las reservas de crudo estadounidenses son capaces de mitigar el impacto y mantener bajo control los precios de los combustibles en Estados Unidos.

USURPACIÓN EN EL CONTROL DE LOS ACTIVOS VENEZOLANOS
Bolton, el secretario de Estado Mike Pence y el senador cubano-estadounidense Marco Rubio habían declarado previamente que los activos venezolanos pasarían al control de Juan Guaidó, creando desde este punto una usurpación sobre el manejo de activos soberanos a la figura de gobierno artificial de VP por instrucción de Washington.

Este es un evento que solo tiene precedentes en el congelamiento de las reservas internacionales de Libia en bancos europeos en el año 2011, de donde surgieron recursos colocados bajo el control del Consejo Nacional de Transición impuesto en ese país, previo a la guerra.

En simultáneo, el parlamentario autoproclamado «presidente encargado» dijo que iniciará el proceso de nombramiento de las directivas de PDVSA y su filial estadounidense CITGO, para lo cual ordenó la toma «progresiva y ordenada» de los activos de Venezuela en el exterior, acto que tuvo lugar también la tarde de este lunes.

RT en español reseña el comunicado publicado en la cuenta Twitter de Guaidó, señalando que el dirigente antichavista indicó que su decisión busca evitar que desde el gobierno constitucional de Nicolás Maduro «siga robándose el dinero de los venezolanos». Además, señaló que la medida pretende «satisfacer las necesidades de los venezolanos».

De esta manera, la narrativa empleada para hacer efectivo el despojo de los bienes venezolanos yace en el uso del tema de la corrupción, un expediente que viene manejando estratégicamente el Departamento de Justicia norteamericano (caso Lava Jato, por ejemplo), y por otro lado la necesidad de «palear» las condiciones de la población venezolana.

Pese a esta maniobra de márketing político, la realidad es que el dinero incautado seguramente no regrese a Venezuela, tal como sucedió con Libia después de ser invadida. Además ofrece un claro contraste entre lo ofrecido por Estados Unidos en «ayuda humanitaria» y lo robado con esta sanción, ya que lo hoy anunciado comprende el orden de los 18 mil millones de dólares, mientras que la oferta de caridad dada por Mike Pompeo, secretario de Estado, es tan solo de 20 millones.

No obstante, estas acciones de la Casa Blanca, replicadas por el «gobierno paralelo» de VP, van en plena consonancia con la tesis de desestabilización inducida contra Venezuela, ya que estos eventos vienen precedidos por las acciones de bloqueo financiero estadounidense que han servido para acelerar el resultado de crisis económica en Venezuela.

Parte de ese dinero irá al financiamiento de grupos mercenarios en el exterior como sucedió en Libia en 2011, pues el calentamiento de las calles (salvo excepciones focalizadas) y el reclutamiento de oficiales de la FANB en los últimos días ha fracasado. Ello ha sido advertido de antemano por el ministro de Defensa venezolano Vladimir Padrino López.

Por otro lado, a principios de 2018 la Casa Blanca preparó el terreno para acciones de este tipo, pues emitió un decreto que vetó la posibilidad de que Venezuela pudiera disponer de los activos de CITGO colocándolos a la venta, siendo evidente desde 2015 una aceleración de las hostilidades estadounidenses contra la nación petrolera.

El mensaje, sin embargo, es alarmante ya que la Casa Blanca, al acelerar un embargo petrolero implícito, si se entiende que cada barril vendido sería cobrado por el «gobierno paralelo», lo que plantea es la búsqueda de lo que el ex embajador estadounidense William Browfield llamó un «colapso» de la economía  y, por ende, del régimen.

Eso refleja que en el macabro cálculo de los decisores que rodean a Trump, como John Bolton, Marco Rubio y ahora el inefable Elliott Abrams, hay sin duda un plan de escalamiento armado que esperan sea rápido y decisivo, como lo hicieron en Libia e Irak. Hoy para ellos, y eso hay que entenderlo, Venezuela es una línea de equilibrio geopolítico a nivel global que consideran vulnerable, y les granjearía una victoria frente a sus principales rivales, como lo son China y Rusia, dado que hasta ahora no han podido con Siria, Corea del Norte ni Irán.

Urgidos por mostrar fuerza, y voltear a su favor algunos de los teatros geopolíticos en el globo, Venezuela es sin duda un objetivo predilecto que debe ser tomado por ellos de forma rápida y fulminante. Por supuesto, en ese macabro cálculo no se cuantifica ni la capacidad del chavismo, ni el espíritu de los venezolanos, para enfrentar un escenario tan crudo, como ocurrió en Siria e Irán, por lo que parecen dar pasos firmes y seguros a una agresión de gran escala para lograr que el Estado agredido, que hoy comprende también a toda la población que habita en él, sea chavista u opositora, se quiebre al menor costo posible y así se dé el siempre anhelado, pero fallido, «cambio de régimen».

Misión Verdad

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