¿Quién es Elliott Abrams, el encargado de «restaurar la democracia» en Venezuela?
Elliott Abrams fue nombrado por la Casa Blanca como el enviado de Estados Unidos para «restaurar la democracia» por el secretario de Estado, Mike Pompeo, ex jefe de la Agencia Central de Inteligencia.
En la rueda de presentación de Abrams, el secretario de Estado declaró que la Casa Blanca «piensa que todos los países deben tomar pasos para restaurar la democracia en Venezuela, y no apoyar a esta cruel dictadura que ha causado tanta devastación para el pueblo venezolano».
Esto en referencia a la intención de Pompeo de presionar a Uruguay y México para que reconozcan a Juan Guaidó como «presidente interino» de la República Bolivariana. Según el ex jefe de la CIA, Abrams «va a ser un verdadero activo en nuestra misión para ayudar al pueblo venezolano a restaurar totalmente la democracia y la prosperidad del país».
.@SecPompeo announced today that Elliott Abrams will lead @StateDept efforts on #Venezuela to help the Venezuelan people fully restore democracy and prosperity to their country. #EstamosUnidosVE pic.twitter.com/iUFHnRhi8x
— Department of State (@StateDept) 25 de enero de 2019
En su turno al declarar, Abrams señaló: «Dejé este edificio hace 30 años esta semana, esa fue la última vez que trabajé aquí. Así que es muy agradable estar de vuelta. Esta crisis en Venezuela es profunda, difícil y peligrosa. Vamos a ponernos a trabajar sobre ello».
PERO QUIÉN ES ELLIOTT ABRAMS
La carrera del nuevo «enviado especial» es bastante demostrativa, ya que se desempeñó en diversas funciones durante la Administración de Ronald Reagan. Entre ellas como Subsecretario de Estado para Asuntos para la Organización Internacional, subsecretario de Estado para los Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios, y Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos.
Desde esta posición, Abrams formó parte de la camarilla de funcionarios, denominada como el cartel de «Pax Americana» por el académico Andrew Bacevich, que luego de la derrota de Vietnam buscó recuperar el «espíritu guerrero» en Estados Unidos con acciones musculares en su «patio trasero», América Latina, con un nuevo formato de intervenciones encubiertas y directas durante la década de 1980.
Este cartel integrado por John Bolton, actual director del Consejo de Seguridad Nacional, Oliver North, alto militar a cargo de la operación Irán-Contra, Roger Noriega, ex director de la Agencia para el Desarrollo Internacional del Departamento de Estado (USAID), y John Negroponte, por entonces embajador estadounidense en Honduras, entre muchos otros altos funcionarios que delimitaron un formato de intervención que técnicamente bypaseara las restricciones impuestas por el Congreso de Estados Unidos, producto del Síndrome Vietnam, para iniciar guerras directas contra países como Nicaragua.
Como parte de esta camarilla, Abrams fue un operador importante del escándalo Irán-Contra, revelado por periodistas como Gary Weeb y Robert Parry, entre otros, donde se conoció la modalidad de financiación de la Contra nicaragüense a través de la venta de armas a Irán y drogas del Cartel de Medellín en los barrios bajos de Los Angeles.
Por este escándalo, Abrams se declaró culpable de haber ocultado información luego de la investigación de la Comisión Kerry del Congreso de Estados Unidos. Finalmente, George W. Bush le otorgó un indulto cuando asumió la presidencia de Estados Unidos.
CONSECUENCIAS Y OBJETIVOS DE LAS POLÍTICAS APOYADAS POR ABRAMS
Uno de los elementos centrales de la estrategia de esta camarilla fue desarrollar importantes operaciones de relaciones públicas para manipular la opinión pública estadounidense a favor de la Contra nicaragüense, las guerras sucias contra las guerrillas en El Salvador y Guatemala, y, por último, la invasión a Panamá para capturar al dictador Manuel Noriega, antes aliado de Washington.
Otro de los puntos de esta estrategia fue la financiación y apoyo a grupos paramilitares y de exterminio en los países intervenidos, principalmente en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, para que realizaran encubiertamente las tareas que antes comprendían a fuerzas armadas regulares del Pentágono. Así se explican importantes masacres de indígenas, políticos de oposición y habitantes de áreas controladas por las guerrillas salvadoreña y guatemalteca.
Se estima que las consecuencias solo en las guerras en El Salvador y Guatemala es de más de 300 mil muertos. Un ejemplo demostrativo del comportamiento, apoyado por esta camarilla integrada por Abrams, es la masacre de El Mozote, donde miembros del ejército de El Salvador ingresaron a un pueblo, ubicado en el estado de Morazán, y asesinaron a la mayoría de sus habitantes, con especial saña contra mujeres y niños, para infundir terror al resto de poblados de esa zona controlada por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) durante los años 80.
Miembro también del influyente Consejo de Relaciones Exteriores, fundado por David Rockefeller, Abrams como integrante de esta camarilla acompañó las guerras en Irak y Afganistán como asesor de seguridad nacional durante la Administración de George Bush hijo, junto al elenco de John Bolton, John Negroponte y Roger Noriega, entre otros.
Hoy de nuevo en la Casa Blanca es más que evidente que pretenden recuperar el «espíritu guerrerista» en Estados Unidos con una «acción muscular» en su patio trasero: América Latina. Este cálculo, sin embargo, difiere en mucho del contexto geopolítico de los años 80 cuando Estados Unidos estaba cerca de ganar la Guerra Fría contra la Unión Soviética, dado que actualmente China y Rusia están en una fase de ascenso en el mundo, mientras que Washington se encuentra en una etapa de declive de su hegemonía global.
Quizás la declaración que más define a la camarilla que pertenece Abrams proviene de un alto funcionario de la Administración de George Bush hijo, consultado por el periodista Ron Suskind, en las que afirma en 2004: «Ahora somos un imperio, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad. Y mientras ustedes están estudiando esa realidad -juiciosamente, como seguro lo harán- nosotros actuaremos de nuevo, creando otras realidades nuevas, que también pueden estudiar, y así es como se irán resolviendo las cosas. Nosotros somos actores de la historia y ustedes, todos ustedes, se quedarán solamente con lo que hacemos nosotros».
Según Greg Grandin, profesor de Historia en la Universidad de Nueva York y autor de El Taller del Imperio: Latinoamérica, Estados Unidos y el nuevo imperialismo, estas «creaciones de la realidad», por lo general, se experimentan en América Latina antes de ser utilizadas en otros escenarios de conflicto global. En ese sentido, desde hace un tiempo es evidente y burdo, como Estados Unidos prueba un nuevo formato de intervención, donde se piensa determinar un «modelo venezolano».
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