Las migraciones son la mayor crisis del siglo – Por Raúl Zibechi

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Por Raúl Zibechi *

Nunca habíamos tenido en América Latina crisis relacionadas con las migraciones forzadas como las que están sucediendo en los años recientes. Las más atendidas por los medios de comunicación son los desplazamientos de poblaciones centroamericanas hacia Estados Unidos y de venezolanos y haitianos hacia casi todos las naciones sudamericanas. La cuestión de los migrantes empieza a ser un tema político candente que tiende a profundizarse en el futuro inmediato.

Pero las migraciones transfronterizas suelen ocultar los desplazamientos internos en los países, que abarcan una población sensiblemente superior, probablemente el doble que las migraciones entre naciones. Un estudio del Instituto Igarapé titulado Migraciones invisibles: la crisis de desplazamiento forzado en Brasil, echa luz sobre este fenómeno.

El trabajo, coordinado por la investigadora Maiara Folly, aborda los desplazamientos forzados entre 2000 y 2017, tiempo en el que gobernaba casi en exclusiva el Partido de los Trabajadores (PT 2003-2016). Aunque Brasil recibe refugiados de unas 80 nacionalidades, sobre todo venezolanos y haitianos, las migraciones internas son –como señala el informe– prácticamente invisibles.

El resultado es que en esos años casi 9 millones de personas (8 millones 855 mil 752) fueron desplazadas contra su voluntad, debiendo abandonar sus hogares por las más diversas causas, todas ellas relacionadas con el modelo hegemónico de acumulación por desposesión y sus consecuencias; 72 por ciento, 6.4 millones, fueron desplazados a raíz de desastres naturales o provocados por otras personas: inundaciones, desbordes de cauces, tempestades, degradaciones de largo plazo, como erosiones y sequías que, según el estudio, «afectan sobre todo a las áreas periféricas y económicamente desfavorecidas».

Dentro del mismo rubro de desastres, aparecen otros factores, como incendios, ruptura de represas y colapso de edificaciones, que deben ser atribuidas directamente a la acción humana, sin olvidar que los llamados «desastres naturales» son producto directo del modelo de acumulación vigente.

Los proyectos de desarrollo, el segundo capítulo analizado, desplazaron 1.2 millones de personas. Se trata por un lado de mega-actos como la Copa Mundial de Futbol y las Olimpiadas, que llevaron a la ampliación de aeropuertos, carreteras y líneas del Metro. También deben considerarse las obras desarrollistas, como puertos, autopistas, infraestructura para energía eléctrica y minería. Por último, dentro de este capítulo deben incluirse las obras de urbanización y saneamiento, que hemos optado por definir como «extractivismo urbano», porque es una de las facetas del modelo de acumulación por despojo/desposesión.

La tercera causa de desplazamiento forzado es la violencia rural y urbana, que llevó a que 1.1 millones de personas se vieran forzadas a abandonar sus viviendas. Los actores de esta violencia son tanto estatales como privados, policías y bandas criminales, especialmente activas en defensa de terratenientes ante campesinos sin tierra y pobres del campo.

Esas nueve de millones de personas desplazadas representan casi cinco por ciento de la población de Brasil. Pero en algunas regiones especialmente sensibles, como Amazonas y Acre, territorios de expansión del extractivismo, alcanzan 26 y 16 por ciento de la población, respectivamente. Que uno de cada cuatro habitantes del Amazonas, que tiene frontera con Perú, Colombia o Venezuela, sean desplazados forzosos, habla por sí solo de las tremendas consecuencias del modelo que padecemos.

Por otro lado, casi 6 millones de desplazados lo fueron por inundaciones y desbordes de ríos, lo que muestra hasta qué punto el cambio climático se está convirtiendo en caos climático, que afecta siempre a los más pobres, negros y pueblos originarios del continente.

En sus conclusiones, el informe del Instituto Igarapé destaca que siendo tan alto el número de desplazados forzados, no hay ninguna respuesta oficial, ni órgano encargado de recoger datos y acompañar a las víctimas de migraciones forzadas, ni políticas públicas de protección o compensatorias. No lo hubo bajo los gobiernos del PT, ni lo habrá ahora que gobierna la ultraderecha.

Por último, quiero destacar que las migraciones son consecuencia de un modelo que los zapatistas han bautizado como cuarta guerra mundial. No hay forma de perderse. Basta con mirar quiénes son los afectados para descubrir quiénes son los perpetradores: el 1 por ciento que se beneficia con las grandes obras de infraestructura, con la especulación inmobiliaria y todos aquellos emprendimientos que provocan el cambio/caos climático.

El PT de Lula es responsable de la mayoría de estos desplazamientos forzados. El progresismo llevó adelante obras que ni siquiera la dictadura militar había sido capaz de realizar, como la represa de Belo Monte, que causó gravísimos daños a los pueblos originarios de la Amazonia, como viene denunciando implacablemente la periodista Eliane Brum (goo.gl/DKX7pz). La ultraderecha es hija de este progresismo.


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