La sombra negra: riesgos financieros para América Latina – Por Pablo Wahren

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El año comenzó con Wall Street en el centro de la escena. El núcleo de las finanzas internacionales tuvo en 2018 su peor año desde 2008, a juzgar por el rendimiento de sus acciones. El índice Dow Jones cayó 5,6%, el S&P 500 6,2% y el Nasdaq 4%. En particular, se registró el peor diciembre desde 1931, con caídas en estos índices sólo en un mes de 8,7%,  9% y  8,9%[1]. Tras los sucesos de diciembre y los riesgos financieros consecuentes, el mundo entra al 2019 con una incertidumbre mayor a la de los últimos años.

Lo que pase en el mercado financiero internacional tiene un gran impacto en las propias economías centrales pero también en la región, por eso un análisis de lo que está sucediendo tiene particular interés para entender los riesgos del año que empieza. Vale la pena preguntarnos ¿continuará la inestabilidad financiera a nivel internacional? ¿Cuáles son los riesgos a nivel mundial? ¿Por qué esto puede impactar en la región? ¿Cómo se encuentra preparada la región para enfrentar un contexto financiero adverso?

Entre las causas que explicarían la caída de las bolsas en diciembre se destacan la ralentización del crecimiento mundial y el anuncio de la Reserva Federal (FED) de octubre de acelerar la tasa de interés (lo que profundizaría la ralentización del crecimiento y generaría nuevas inestabilidades financieras). Lo ocurrido en 2018 no anticipa una crisis inminente, pero sí enciende una señal de alarma. Por un lado, la volatilidad del año pasado[2] fue elevada en relación a los años anteriores, aunque se ubicó en el promedio de los últimos 20 años[3]. Asimismo, en el comienzo 2019 al menos no se ha profundizado la tendencia y, de hecho, se observa un leve repunte de los mercados financieros, potenciado por las declaraciones de Jerome Powell, presidente de la FED, sobre la cautela que mantendrán a la hora de mover las tasas de interés. Por el otro, muchos analistas vienen señalando que, tras años de tranquilidad en el mercado financiero (tras el colapso de 2008), la normalización de la política monetaria en Estados Unidos (lo que se reflejaría, por ejemplo, en un incremento de la tasa de interés de la Reserva Federal de dicho país) traerá cimbronazos para los que el mundo no se encuentra preparado.

En esta línea, en mayo del año pasado el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó su “Global Financial Stability Report” donde afirmó que los años de tasas bajas tras la crisis de 2008 derivaron en un sobreendeudamiento de países emergentes y de empresas “zombies”[4]. El punto es que, al existir bajos rendimientos en inversiones en países centrales o empresas solventes, los capitales se dirigieron a inversiones más riesgosas pero de mayor rentabilidad. Así, una reversión de los flujos de capitales a activos más seguros en un contexto de mayor incertidumbre o de mayor rentabilidad en activos seguros (por el aumento de la tasa de la FED) podría traer muchos problemas para estos países y empresas sobreendeudadas.

En los analistas de mercado parece existir consenso en que los tres factores que podrían desencadenar un episodio de este estilo son el Brexit, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la ralentización del crecimiento mundial y el alza de tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos. En un contexto de recrudecimiento de las tensiones en el mercado financiero, América Latina podría enfrentar lo que en la literatura se conoce como “sudden stop”, un freno repentino (o reversión) del flujo de capitales. En 2018 hubo un anticipo de este fenómeno a fines de abril y mayo, cuando los flujos netos hacia países emergentes tuvieron signo negativo, algo que se volvió a repetir hacia finales de año[5].

Si bien esta situación siempre trae complicaciones, la coyuntura actual de la región parece ser particularmente adversa para enfrentar un episodio de este estilo. En los últimos cinco años, 9 de los principales 10 países sudamericanos enfrentaron al menos tres años de déficit de cuenta corriente y 6 de ellos acumulan cuatro años consecutivos. En todos ellos se registró en este periodo un incremento del endeudamiento externo sobre el Producto Interno Bruto. Es decir, que este mecanismo de financiamiento ha ocupado un lugar central en los últimos años para asegurar el funcionamiento de nuestras economías.

En este análisis merece especial atención el indicador de deuda de corto plazo sobre reservas internacionales. El mismo indica en qué porcentaje las reservas internacionales alcanzan para pagar deuda cuyo vencimiento es menor a un año. La regla Greenspan-Guidotti[6] afirma que los países deberían tener, al menos, un monto de reservas internacionales equivalente a la deuda de corto plazo; en otras palabras, este indicador debería ser de al menos 1. Según la estimación que realiza el FMI, a noviembre de 2018, cuatro países de la región se encuentran por debajo de este número: Argentina (0,26), Chile (0,87), Ecuador (0,14) y Panamá (0,1).

Se desliza una sombra negra sobre la región que amerita explorar herramientas de política económica para prevenir sus potenciales efectos. Más allá de las transformaciones estructurales que aún están pendientes en la región, en este contexto las medidas macroprudenciales, como la regulación de capitales, pueden cobrar un rol central a la hora de enfrentar un sudden stop. No obstante, cabe decir que en un contexto adverso son de difícil aplicación ya que podrían adelantar la propia salida que quieren controlar. Por tanto, sería interesante pensar en una propuesta coordinada de los países de la región para enfrentar este problema, algo que no está presente en la actual arquitectura financiera.

A la hora de analizar las perspectivas económicas para 2019 es central tener en cuenta lo que está pasando en el mundo, ya que puede afectar significativamente el desempeño de nuestras economías. Si bien es difícil proyectar cuándo puede ocurrir un sudden stop, vale la pena encender la señal de alarma y actuar en concordancia.

Notas:

[1] El Dow Jones era el único existente en ese entonces. El S&P existía pero abarcaba menos compañías.

[2] Es un reflejo de la incertidumbre del mercado

[3] Fuente: Blonde Monday

[4] Empresas de baja rentabilidad que sobreviven refinanciando  y ampliando sus deudas.

[5] Datos del Instituto de Finanzas Internacionales

[6] https://www.federalreserve.gov/BoardDocs/Speeches/1999/19990429.htm

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