La CELAC y la integración latinoamericana – Cambio, Bolivia

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Esta semana, Bolivia ha recibido, de manos del presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, la presidencia pro témpore del más importante instrumento para la integración latinoamericana, la Celac. El más importante en la medida en que agrupa a los 33 países de América Latina y el Caribe. Todo el continente americano, excepto Estados Unidos y Canadá.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños nació oficialmente en Playa del Carmen, México, el 23 de febrero de 2010, durante la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe, aunque tuvo su primer cónclave con todos los Estados participantes en enero de 2013, en Santiago de Chile.

La Celac agrupa a más de 600 millones de habitantes, y tiene entre sus temas de trabajo el desarrollo social, la educación, el desarme nuclear, la agricultura familiar, la cultura, las finanzas, la energía y el medio ambiente.
Además, en cuanto a mecanismo de articulación y concertación política, la Celac declaró en su segunda cumbre, realizada en enero de 2014 en La Habana, a la América Latina y el Caribe como zona de paz, llamando a un desarme nuclear general y completo en el mundo, y a resolver las diferencias políticas en nuestra región de manera pacífica y democrática.

En la entrega de la presidencia pro témpore, Sánchez Cerén insistió en el diálogo como la mejor vía para llegar a acuerdos y consensos, subrayando que el objetivo supremo, la prosperidad y progreso del pueblo, y la hermandad deben primar sobre las diferencias temporales entre los gobiernos.

Estas declaraciones son sumamente importantes, pues la integración latinoamericana vive un retroceso en la medida en que Ecuador y Colombia abandonan y dan por muerta a la Unasur, el principal espacio de integración sudamericana, y avanzan en la construcción de la “Prosur”, un bloque regional sin Venezuela, que se dedicaría a defender, según sus palabras, “la democracia y las economías de libre mercado”.

Sería necesario un debate sobre qué entienden por democracia en una región donde se dan golpes parlamentarios contra presidentes electos y legítimos, llámense Dilma o Lugo, o se persigue judicialmente e incluso se encarcela a líderes de izquierda para impedirles que sean candidatos de los sectores populares, llámense Lula o Cristina.

Por su parte, a Bolivia le toca lidiar con la presidencia pro témpore de un organismo que ha sufrido los embates de varios gobiernos, y de la propia OEA, que veía cómo se ha venido sustituyendo su rol injerencista en detrimento de una Celac que apuesta por integrar más y de mejor manera a los pueblos de la región.

Asimismo, la Celac ha tenido siempre entre sus objetivos un acercamiento con la Unión Europea, y Bolivia tiene el reto de realizar una cumbre entre el organismo de integración latinoamericano y el europeo.

También Bolivia se ha planteado una mirada al Asia para profundizar vínculos en temas de inversión y desarrollo, en un momento en el que el mundo cada vez es más multipolar y China y Rusia aumentan su liderazgo internacional, especialmente en la economía y el comercio.

Bolivia puede aportar mucho a la Celac desde la presidencia pro témpore, porque, como dijo el canciller Pary en El Salvador, nuestra gran riqueza está cimentada en la pluralidad y diversidad de los pueblos, de ecosistemas, de culturas que se entretejen hacia horizontes de solidaridad, paz, bienestar común y de manera inclusiva.
Es necesario poner todos esos valores al servicio de la integración latinoamericana y caribeña.

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