Junt’ucha de la derecha – Cambio, Bolivia
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El autodenominado “Encuentro Nacional por la Democracia y el Estado de Derecho” de la oposición nos deja una foto que sintetiza perfectamente lo que es la derecha en Bolivia.
Una imagen con 25 hombres y una sola mujer, la mayoría de estos hombres son mayores, sin jóvenes ni mujeres, dos segmentos que van a determinar las elecciones generales de octubre.
Una imagen en la que no hay movimientos sociales ni sectores populares, sino representantes de las élites económicas que se enriquecieron a costa de privatizar el país durante el neoliberalismo, vendiendo a precio de gallina muerta las empresas estatales.
Pero, además, los partidos de la derecha presentes en el encuentro de Santa Cruz firmaron el Compromiso Nacional por Bolivia y la Democracia y el Estado de Derecho de Bolivia, en el que —entre nueve puntos que vienen a confirmar el carácter antidemocrático de la oposición boliviana— hacen un llamamiento a realizar las gestiones necesarias ante instancias internacionales para que se aplique a Bolivia la Carta Democrática Interamericana.
Dicha Carta, aprobada el 11 de septiembre de 2001, establece que la ruptura del orden democrático en un país constituye un “obstáculo insuperable” para la participación de éste en distintas instancias de la OEA.
Es clara la estrategia opositora de ir calentando no sólo las calles de Bolivia mediante protestas, que posiblemente derivarán en acciones violentas, sino también en un intento de deslegitimar al gobierno de Evo Morales en instancias internacionales. De hecho, el punto 2 del documento dice: “Denunciamos y rechazamos unánimemente la candidatura en las elecciones de este año del binomio oficialista de Evo Morales y Álvaro García Linera por ser ilegítimo, anticonstitucional, ilegal y antidemocrático”.
Resulta curioso que lo primero que considera la oposición en torno al binomio Evo-Álvaro es que el mismo sea ilegítimo. Si algo tiene el binomio del MAS es la legitimidad que le han dado sucesivamente las elecciones de 2005, 2009 y 2014, siendo apoyado por más del 50% de la población; una legitimidad otorgada por las mayorías sociales para las que ha gobernado en primer lugar (no sólo, pero sí de manera prioritaria en un país donde la herencia del neoliberalismo implementado por quienes salen en la foto de Santa Cruz dejó tasas atroces de pobreza y desigualdad).
Más allá de esta imagen de relativa unidad opositora (no fueron capaces de ponerse de acuerdo en una sola candidatura de oposición, y el propio acuerdo político entre Unidad Nacional de Samuel Doria Medina y los Demócratas de Rubén Costas se rompió horas antes de presentar su binomio), sería deseable que en vez de concentrarse en criticar al binomio del MAS, la oposición le presente a la ciudadanía su proyecto de país, y las medidas políticas, económicas y sociales que propone como alternativa al Proceso de Cambio que vive Bolivia desde 2006.
En cualquier país una oposición se destaca por tener una agenda alternativa, además de liderazgos sólidos. Lo que nos deja la fotografía de Santa Cruz es la falta de agenda alternativa para Bolivia, y los liderazgos del pasado. Es una fotografía reactiva, no propositiva. Sólo le falta ser en blanco y negro.