Francisco Louçã, exdiputado de Portugal: “La única lección para la Argentina es que hay que huir lo más pronto del FMI y su política de austeridad”
Entrevista a Francisco Louçã, economista y dirigente del Bloco de Esquerda de Portugal
Por Pedro Brieger, director de NODAL
El gobierno argentino está aplicando las recetas dictadas por el Fondo Monetario Internacional al igual que muchos países de América Latina y el Caribe, pero también de otras latitudes, como Túnez o Sudán en Africa. Las medidas que se adoptan son muy similares en todos los casos a pesar de las particularidades y grandes diferencias entre sociedades tan diversas. Europa no es ajena a la intervención del FMI; pero Portugal se destaca por tener un gobierno de izquierda ahora que no sigue los lineamientos del Fondo. Para analizar las similitudes y diferencias entre Argentina y Portugal NODAL consultó al economista, exdiputado y candidato presidencial del Bloque de Esquerda, una de los partidos que conforma la actual alianza de gobierno en Portugal.
Después de muchos años Argentina está aplicando las recetas del Fondo Monetario Internacional. Portugal, por el contrario, tiene un gobierno que ya no depende del FMI. ¿Qué enseñanzas deja la experiencia portuguesa?
Son situaciones muy distintas, pero si yo miro las cifras del FMI en relación con la Argentina veo que hace pocos meses decían que en los próximos dos años la argentina crecería 2% y ahora su expectativa es que en un año y medio Argentina en vez de crecer se contraiga. Y esto es resultado de la política del FMI. La austeridad es para destruir. Si hay algo muy parecido entre Portugal, Argentina y otros países es que el plan del FMI es siempre lo mismo, nunca cambia en nada y nunca puede resultar. Va a aumentar el desempleo, se va a reducir la renta de la gente, van a aumentar los impuestos, van a sacrificar la economía y tendrán muchas más dificultades para recuperarse. La tragedia del FMI en Portugal, España e Irlanda se está repitiendo en Argentina que -además- ya conoce la experiencia del FMI de otros tiempos no tan lejanos. La única lección es que hay que huir lo más pronto del FMI y su política de austeridad.
¿Qué pasó en Portugal en estos últimos años que tiene un rumbo tan diferente a la mayoría de los países europeos?
Seguramente se recordara que poco después de la crisis financiera de 2007-2008 en Europa del sur (Portugal, España, Grecia) hubo una fuerte crisis de pagos y de deuda externa. En ese entonces el FMI con la Comisión Europea y el Banco Central Europeo intervinieron en distintos países con un programa de austeridad muy duro. Portugal lo ha sufrido de 2011 a 2015 con la destrucción de empleo, disminución de los salarios, disminución de las pensiones y muchos efectos sociales de destrucción económica.
En 2015 hubo una elección en que por primera vez el Partido Socialista con los partidos de izquierda pudo formar una mayoría. El Partido Socialista siempre había preferido tener acuerdos con la derecha. Pero su opción era quedarse afuera del gobierno o aceptar por primera vez este acuerdo. Así que hace tres años que hay un acuerdo de esta mayoría y en 2019 habrá elecciones y se verá lo que pasa. En estos tres años no hubo ninguna privatización, se recuperó el salario y mejoraron las pensiones; hubo un enorme aumento del empleo y una subida del salario mínimo. Es decir, todas las medidas sociales y económicas que se habían previsto en los acuerdos de la izquierda con el Partido Socialista se han cumplido.
Esto cambió mucho la apreciación de la gente que está más optimista. Uno no prende la televisión por la noche para saber que su salario va a disminuir. Y eso cambia todo. Hay una presión social fuerte, hay muchas huelgas de docentes, enfermeros, policías, bomberos y otra gente aun más lejos con su salario y sus condiciones. Eso es muy positivo porque significa que pueden presionar para recuperar lo suyo. Y esto es en pocas palabras lo que está pasando y es excepcional.
¿Cómo se hizo en Portugal para reducir el déficit y el mismo tiempo aumentar los salarios?
Es posible cuando hay una expansión económica. La solución profunda, estructural, sería una reestructuración de la deuda que disminuiría el pago anual por interés de la deuda y eso significaría un déficit mucho menor. Si Portugal no pagara por su deuda pública ya tendría un superávit presupuestario muy fuerte. Pero la deuda tiene una presión importante, la deuda pública es como 130% del PBI, porque hay una deuda privada que también es muy importante.
Otra forma que no es tan estructural y que es la que ha seguido el gobierno, es hacer algunos cambios en los títulos de la deuda. Por ejemplo, el gobierno ha tenido como prioridad finalizar la deuda con el FMI porque es muy cara, y el Fondo impone una tasa de interés que es muy agresiva. Se puede reemplazar esa deuda por una deuda en mejores condiciones contractuales, y así se puede ahorrar una parte de pago presupuestario.
Y otra forma es que si hay más empleo la gente pagará más impuestos porque la situación es de normalidad. Si hay más actividad económica habrá mejor recepción fiscal, y en todo eso el déficit puede disminuir si hay una expansión económica. Pero está claro que si hay recesión, un país es más vulnerable si no hace su cambio estructural de la relación de fuerzas con las finanzas internacionales y con la deuda. Pero también sabemos que en todo Europa la tasa de interés de los préstamos bajó muchísimo en los últimos tres años por la intervención del Banco Central Europeo que compró una parte de la deuda emitida por cada Estado miembro. Así que la condición internacional es buena, la condición nacional es excelente para esta expansión y la economía puede crecer.
¿Cómo se hace para estar en coalición con otros partidos y donde está el límite entre lo posible y lo deseable?
Lo deseable tiene que ser posible. Hay que marchar, hay que caminar y hay que ganar la política, que es relación de fuerzas. Es crear la capacidad, el conocimiento, crear confianza en la gente que la izquierda puede ser una alternativa. En muchas partes hay izquierdas con una intervención popular de masas y en algunos países europeos y latinoamericanos por supuesto, pero no todos tienen la misma capacidad unitaria. Los partidos minoritarios tienen que tener una política unitaria para ser mayoritarios, para hablar con la gente y estrechar la relación. Esa es la particularidad que hubo en Portugal. La relación con el gobierno y el Partido Socialista es difícil pero hay un contrato escrito, un compromiso. En algún momento sobre política de seguridad social el gobierno había intentado no cumplir el contrato, pero el Bloque de Izquierda en particular ha reaccionado de una forma muy dura para que la presión popular ayudara a impedir cualquier medida liberal.
Portugal tiene un vínculo histórico con Brasil ¿cómo ha impactado en Portugal el triunfo de Bolsonaro?
En lo diplomático siempre es complicado porque se acostumbra a tratar con todos los regímenes y gobiernos distintos, pero la reacción popular y política es muy fuerte. Hay mucha gente de Brasil que trabaja en Portugal y hay una sensación -que imagino que comparte mucha gente en América Latina- que es una tragedia que un país con la dimensión, la historia y la potencia de Brasil pueda tener como presidente a un hombre que tiene una atracción fascista. Y eso es porque no solo es un apoyo para Donald Trump en América Latina sino porque es una amenaza para las libertades, el respeto por las mujeres, los pobres y los trabajadores. Hubo en Portugal una reacción muy fuerte antes, durante y después de la campaña electoral. A pesar de nuestras diferencias escribí un artículo con la escritora Pilar del Rio (viuda de José Saramago) y el excanciller Diogo Freitas de Amaral para llamar a votar contra Bolsonaro y apoyar a la democracia en Brasil.
Creo que es lo que hay que hacer. Hay que defender la democracia, al pueblo y a los que están amenzados por la presión policíaca.