EZLN: 25 años de iniciativas políticas – Por Andrés Becerril

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Por Andrés Becerril, Excelsior *La declaración de guerra del 1 de enero de 1994 no ha sido retirada; el grupo armado abrió espacio a la negociación, auspició la creación del CNI, hasta llegar a tener una precandidata presidencial para el proceso de 2018.

El levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que hace un cuarto de siglo sacudió a México desde la Selva Lacandona en Chiapas, es un proceso de iniciativas políticas, aunque inconcluso.

La pobreza, falta de oportunidades, racismo, exclusión, discriminación, parte de las causas que originaron el levantamiento, siguen siendo las mismas por las que distintos pueblos indígenas de Chiapas declararon la guerra al gobierno mexicano el 1 de enero de 1994.

Entre el 1 y el 17 de enero de 1994 el Ejército mexicano enfrentó a los rebeldes. Éstos tomaron las cabeceras municipales de San Cristóbal de Las Casas, Ocosingo, Las Margaritas, Altamirano, Chanal, Oxchuc y Huixtán.

Los combates más sangrientos ocurrieron entre el 2 y 4 de enero en Ocosingo; aunque se mencionaron a más de 40 muertos, también hubieron desaparecidos y detenidos. En esos hechos murió Francisco Gómez Hernández, uno de los fundadores del EZLN, conocido como el comandante Hugo. El subcomandante Pedro, identificado como Héctor Ochoa y encargado de la toma de Las Margaritas murió también en batalla. El número de víctimas mortales en esos 17 días de combates de uno y otro bando, y de la población civil es impreciso.

Esa declaratoria de guerra, sujeta por parte del EZLN a la Convención de Ginebra, aún no ha sido retirada. Legalmente existe un impasse, que implica un cese al fuego de las partes, merced a la Ley para el Diálogo del 11 de marzo de 1995, diálogo suspendido desde 1996, con un acuerdo parcial convertido desde 2001 en reforma constitucional en el tema de derechos y cultura indígena, aunque a decir del grupo armado no fue lo acordado con el gobierno en los llamados Acuerdos de San Andrés.

Desde hace 25 años los zapatistas, un movimiento fundamentalmente indígena ha vivido públicamente entre la gente. Provocaron que se viera y palpara lo más profundo del olvido en que viven los pueblos indígenas.

El EZLN emergió al mundo en pleno auge de la globalización, en el arranque del tratado de Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá. La palabra socarrona, provocadora y con cierta dosis de cursilería de uno de sus jefes, el subcomandante insurgente Marcos, ha llevado la vanguardia de comunicación desde el inicio del conflicto.

El embeleso mundial que causó el zapatismo y el sello que le imprimió Marcos provocó que un joven creara desde Texas el primer sitio web donde se difundían los comunicados del EZLN. Eso dio pie para otro gran mito sobre Marcos: que era el guerrillero cibernético.

El 9 de febrero de 1995, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo identificó a Marcos como el tamaulipeco Rafael Sebastián Guillén Vicente, e intentó arrestarlo. Cosa que no sucedió, aunque varias personas que el gobierno relacionó con el grupo armado sí fueron arrestadas: Javier Elorriaga, Gloria Benavidez, Jorge Santiago y Sebastián Etzín Gómez.

En 2014, Marcos dijo que su personaje había sido una botarga y adoptó el nombre de subcomandante Galeano. El cambio de nombre no ha tenido éxito. La marca registrada de la comunicación del EZLN la tiene Marcos, su literatura y personajes como El Viejo Antonio, Heriberto, Durito, el escarabajo que se proclama caballero andante; Olivio, Jannifer.

En 2016 el Consejo de la Judicatura anunció la prescripción de los delitos por los que en 1995 acusaban a Marcos, sedición, motín, terrorismo, conspiración, uso de armas exclusivas de las fuerzas armadas y provocación de un ilícito.

En forma adyacente a la figura de Marcos han aparecido en esta historia inconclusa, personajes que se convirtieron en históricos de este movimiento: el mayor Moisés (actualmente subcomandante); la mayor Ana María (fundamental al frente del grupo armado durante la persecución del 9 de febrero de 1995); los comandantes Tacho, David, Zebedeo, Yolanda, Susana, Esther, que desde la tribuna del Congreso de la Unión en 2001, expresó “Mi nombre es Esther, pero eso no importa ahora. Soy zapatista, pero eso tampoco importa en este momento. Soy indígena y soy mujer, y eso es lo único que importa ahora”.

La comandata Ramona, una menudita mujer tzotzil, que desde febrero de 1994 capturó la atención del mundo en San Cristóbal de Las Casas, durante los llamados Diálogos de la Catedral, hasta su muerte, en 2006, tiene un lugar aparte en la historia zapatista. Es “la tierna furia”.

Por encima de Marcos, jefe militar, ahora junto con Moisés, está un buró político: el Comité Clandestino Revolucionario Indígena Comandancia General del EZLN (CCRI-CG EZLN).

El zapatismo de finales del siglo XX no fue un movimiento espontáneo. El EZLN fue producto de un movimiento guerrillero-político más antiguo: las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), con origen en el estado de Nuevo León. Este grupo, fundado en 1969, después de los hechos ocurridos en la Ciudad de México en 1968, que hicieron crisis el 2 de octubre de ese año en la Plaza de las Tres Cultura y la matanza de Tlatelolco, fue el origen del EZLN.

Las FLN, madre del EZLN, fueron fundadas por los hermanos César Germán Yáñez Muñoz, conocido como El Hermano Pedro, y Fernando Yáñez Muñoz, que desde la muerte de su hermano, en un enfrentamiento con el Ejército en un rancho de Ocosingo, Chiapas, en 1974, adoptó el nombre de Germán. De hecho, Germán fue el máximo jefe tanto de la FLN como del EZLN, hasta el 23 de octubre de 1995 cuando fue arrestado bajo el cargo de portación de arma y liberado en horas, con un sobreseimiento de la causa, mandándolo de regreso a la vida civil.

Integrantes de las FLN adoptaron Chiapas como el punto de partida de su movimiento revolucionario, precisamente por la pobreza en que ha vivido su gente. En absoluta clandestinidad los guerrilleros de las FLN fueron enrolando y adoctrinando a comunidades enteras.

El 17 de noviembre de 1983, es la fecha de la fundación del EZLN. No hubo un acto protocolario, pero un campamento llamado La Garrapata, fue el primer lugar en donde se asentó la dirigencia zapatista, entonces integrada por Germán, Rodrigo y Elisa, junto con tres insurgente Javier Jorge y Frank, camuflados como trabajadores de Pemex, según un artículo de Gaspar Morquecho, un periodista sancristobalense, que incluso estuvo el 1 de enero de 1994 en la toma de lo que fue la casa del fraile dominico Bartolomé de las Casas, a cargo del propio Marcos.

El desarrollo de la guerrilla se mantuvo en secreto hasta 1993, cuando por casualidad un destacamento del Ejército, que realizaba prácticas en Ocosingo, encontró un campamento guerrillero, conocido como Las Calabazas. Hubo bajas de ambos lados.

Elio Henríquez, corresponsal del periódico La Jornada reconstruyó el primer enfrentamiento entre el Ejército y los guerrilleros, que aún no se proclamaban públicamente zapatistas. Eso provocó que la Secretaría de la Defensa Nacional reconociera la existencia del grupo armado en mayo de 1993.

De esa manera el gobierno mexicano hizo pública, finalmente, la existencia del grupo armado, aunque aún sin el nombre de Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Entonces el futuro estaba delineado: las comunidades zapatistas ya habían votado que la guerra iniciara el 1 de enero de 1994.

Como parte de esta historia hay un personaje que antes del 1 de enero de 1994 ya era fundamental en la vida de las comunidades indígenas de Chiapas. El obispo de San Cristóbal de Las Casas, Samuel Ruiz García, que murió en enero de 2011; fue un elemento de concientización, también supo atemperar los ánimos de los indígenas en aras de que no hubiese más actos bélicos, a través de su pastoral y de la Comisión Nacional de Intermediación.

El epílogo del levantamiento armado del EZLN, que en estos 25 años ha tenido diversas iniciativas políticas, como las distintas declaraciones de la Selva Lacandona, la Convención Nacional Democrática de agosto de 1994; la creación de los 38 municipios autónomos, el 19 de diciembre de 1994; el Movimiento para la Liberación Nacional, al que declinó el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas; en 1996 el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, conocido como “Encuentro Intergaláctico”; el Congreso Nacional Indígena; en 1997, el Frente Zapatista de Liberación Nacional; el Concejo Nacional Indígena; La Marcha del Color de la Tierra, en 2001; los Caracoles y Juntas de Buen Gobierno (instancias en los municipios autónomos zapatistas, anunciados por Marcos en conferencia de prensa, el 19 de diciembre de 1994 en Guadalupe Tepeyac), La Otra Campaña en 2006 y otras más, hasta llegar a tener en la persona de María de Jesús Patricio Martínez una precandidata independiente a la Presidencia en 2018.

El zapatismo tiene profundas raíces echadas entre la sociedad desde mucho antes de su levantamiento. La cuarta generación de zapatistas ya está naciendo. Son antineoliberales por herencia. Y a partir de este aniversario 25 de su aparición pública, el futuro del EZLN y de los pueblos indígenas de México aún está por escribirse.

La 4T debe incluir a los indígenas

La aparición del EZLN en la escena pública, el 1 de enero de 1994, “marcó nuevos rumbos en la vida política de Chiapas y del país”, aseguró Juan Carlos Gómez Aranda, exsecretario general de gobierno de Chiapas, vinculado al proceso de diálogo negociación como diputado federal desde 1995.

En opinión de Gómez Aranda, la vía política que abrió el EZLN ha tenido una constante: un proceso lleno de iniciativas políticas que, al menos, han cambiado la vida de las comunidades indígenas zapatistas, y han influido decididamente en todo el entorno social y político de Chiapas y de México.

El exintegrante de la Comisión de Concordia y Pacificación señaló que existen muy variados y respetables análisis, que juzgan las últimas posturas del EZLN frente al nuevo proyecto del gobierno federal. “En ello algo debemos comprender: el horizonte del porvenir se lee distinto desde el ámbito de las difíciles condiciones de una comunidad indígena, que desde el ámbito del poder, aunque éste se proponga servir a los más desfavorecidos.

Comprendiendo esto, y sabedores del sentimiento de traición al proceso de diálogo y negociación —ocurrido en 1996—, es difícil juzgar la crítica actual del zapatismo”, dijo.

Apuntó Gómez Aranda que el nuevo momento político en México “abre una posibilidad prometedora para los pueblos indígenas de nuestro país. Posibilidad que debe ser aprovechada para los que tienen proyecto y camino construido, como lo es el EZLN, y también el Congreso Nacional Indígena y el Consejo Indígena de Gobierno.

El naciente gobierno federal con el presidente López Obrador a la cabeza y en Chiapas el licenciado Rutilio Escandón representa nuevas oportunidades y los pueblos indígenas esperan señales con hechos”. Recordó que durante la campaña del presidente López Obrador, en Las Margaritas, Chiapas, un periodista le preguntó sobre el EZLN, a lo que respondió que lo respetaría, pues había contribuido mucho al país.

Pero, sólo una frase así de importante, parece no ser suficiente para superar las diferencias y abrir la posibilidad de construir en el nuevo contexto.

Son proyectos diferentes, tal vez es cierto, pero es también una coyuntura diferente, que parece estar abierta a todos los aportes en pos de una Cuarta Transformación que no puede darse sin incluir a los pueblos indígenas creando las condiciones para mayores oportunidades de educación, salud e ingresos.

Una oportunidad donde es posible el anhelado cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés; la armonización legislativa con las leyes internacionales que protegen los derechos de los pueblos indígenas y que han sido signadas por el Estado Mexicano, y derivado de ello, la concreción del derecho a la Consulta libre, previa e informada.

Se abre también la oportunidad de que los pueblos reconstruyan sus formas organizativas propias y aporten así lo mucho que política, social y culturalmente pueden dar al país”, mencionó.

Gómez Aranda sostuvo que sin el EZLN y sin los pueblos indígenas todos (diversos y plurales como son), no es posible una transformación del país, dado que las causas que dieron origen al levantamiento indígena, persisten a pesar de los esfuerzos institucionales, aunque algunas con nuevo rostro.

Es momento de insistir en los cambios profundos que se anhelan o de corregir el rumbo para terminar con la pobreza, la marginación y el hambre de estos pueblos. Es tiempo de romper la paradoja de la tierra rica con hombres y mujeres que carecen de todo. Chiapas no es el mismo del 94, mucho se ha avanzado pero sigue siendo uno de los estados más pobres. Es tiempo de renovar la esperanza”.

Excelsior


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