Mercosur, la ofensiva contra Venezuela y el comercio bilateral, ejes de la reunión Bolsonaro-Macri

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Una cumbre a la derecha del continente

Por Dario Pignotti

La cumbre que demoró. Jair Bolsonaro aguardará hoy en el ingreso del Palacio del Planalto la llegada de Mauricio Macri mientras sube la rampa de suave inclinación para poner fin a una serie de desencuentros iniciados luego de que el ex capitán triunfara en los comicios del 28 de octubre.

Que el mandatario argentino viaje a Brasilia quince días después de la toma de posesión de su colega deja pocas dudas acerca algunas desavenencias. Fuentes consultadas en Brasilia por este diario consienten, bajo anonimato, la existencia de ruidos a los que les restan gravedad con un argumento pragmático: ambos “están obligados a entenderse”.

Por la mañana habrá un encuentro a solas de los presidentes, al que luego sumarán los ministros, tras lo cual se brindará una declaración conjunta. A las 13 horas se trasladarán al Palacio Itamaraty, sede de la Cancillería, para un almuerzo.

La agenda incluirá dos temas obligados, Venezuela y el Mercosur.

Las críticas al gobierno de Nicolás Maduro probablemente seguirán la línea de las pronunciadas en el último encuentro del Grupo de Lima, del 4 de enero, en la que estuvieron los cancilleres Jorge Faurie y Ernesto Araújo, en su primer viaje al exterior tras asumir la conducción de Itamaraty.

Araújo fustigó a la “dictadura” caribeña a la que considera una amenaza para la seguridad regional. Y refirió a la posibilidad de instalar una base norteamericana de la que ya había hablado Bolsonaro cuando citó la posibilidad de firmar un pacto “bélico” con Washington para contener la presencia militar de Rusia en Venezuela.

Poco después de las afirmaciones del presidente y su canciller el general Augusto Heleno, ministro del Gabinete de Seguridad Institucional, relativizó la hipótesis de que los marines se atrincheren de este lado de la frontera de 2200 kilómetros con el país caribeño que alberga las más grandes reservas de petróleo del mundo.

En los primeros quince días del gobierno bolsonarista fueron habituales las desmentidas de anuncios formulados por el Jefe de Estado o alguno de sus veintidós ministros. Habitualmente cuando surgen estas desprolijidades la última palabra la tienen los generales, tal como ocurrió en el caso de la base norteamericana o sobre la promesa, ahora puesta en baño María, de trasladar la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.

En la ceremonia del primero de enero a la que no asistió Macri, las dos figuras salientes fueron el secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo y el premier israelí Benjamin Netanyahu. Esas presencias hablan de las prioridades de la nueva política externa brasileña que, como dijo el “superministro” de Economía Paulo Guedes, desplazó a un segundo plano al Mercosur y la Argentina. El sacudón causado por aquellas declaraciones obligaron a que Guedes se desdiga. La desmentida del economista formado en la Universidad de Chicago y que trabajó en Chile durante el pinochetismo, no sonó muy creíble. Lo cierto es que a Buenos Aires dejó de ocupar el lugar central que ostentó durante prácticamente todos los gobiernos posteriores a la dictadura militar. Desde el conservador José Sarney (1985-1990) a la petista Dilma Rousseff (2011-2016).

Ayer mientras en la sede del gobierno se anunciaba la autorización de la venta de hasta cuatro revólveres a cada “ciudadano de bien”, la prensa replicaba un discurso de Donald Trump ante un auditorio de “farmers” tejanos donde elogió a Bolsonaro por presentarse como su émulo.

Este miércoles Bolsonaro y Macri resaltarán sus coincidencias sobre la necesidad de cambiar el diseño del Mercosur para facilitar una mayor “inserción” en el mercado internacional, precisamente cuando las economías desarrolladas se vuelven más proteccionistas .

En ese sentido el ministro Guedes propone una apertura radical la cual no es bien recibida por buena parte de los industriales de San Pablo proclives a mantener la Tarifa Externa Común. Es probable que de la reunión presidencial y ministerial surja alguna modificación a la normativa que exige el acuerdo de todos los miembros del Mercosur antes de acordar tratados de libre comercio. Un tema que tendrá que ser sometido al análisis de Uruguay y Paraguay, los otros dos miembros del grupo.

Tanto para la Cancillería como para el Ministerio de Economía brasileños esa cláusula es un “lastre” que impide la firma de pactos de forma unilateral con otros bloques y hasta con Estados Unidos.

Este año se cumplen veinte desde el inicio de las negociaciones con la Unión Europea (UE), retomadas tímidamente en 2017, y enfriadas con el ascenso de Bolsonaro que acaba de renunciar al Pacto Global sobre Migraciones, formuló críticas a un eventual tratado con la UE y amenazó denunciar el Tratado de Paris sobre el cambio climático. Por esas y otras posiciones el jefe del Planalto recibió críticas de la canciller Angela Merkel, el francés Emmanuel Macron y el español Pedro Sánchez.

El viernes pasado Daniel Rosario, uno de los voceros de la Comisión Europea, anunció en Bruselas que las conversaciones con el Mercosur serán retomadas cuando se informe sobre la estrategia del bloque bajo la influencia de las nuevas autoridades brasileñas. Junto a Venezuela y el Mercosur posiblemente haya otros temas en la cita de Brasilia, entre ellos podrían estar el combate al crimen organizado, la seguridad en las fronteras y acuerdos en materia de inteligencia.

Página|12


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