Parlasur como respuesta al Mercosur de los gobiernos y espacio para darle voz a los sin voz – Por Daniel Caggiani
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Por Daniel Caggiani (*)
Como espacio de representación de los pueblos del Mercosur, el Parlamento fue pensado como las puertas y las ventanas para repensar el proceso de integración. En el contexto en el cual se encuentra el bloque, el Parlasur necesita fortalecer los vínculos inter-institucionales con las organizaciones sociales que tienen una voz calificada en materia laboral y de políticas públicas en derechos humanos del bloque. Con todo esto se procura colaborar en la consolidación de la la democracia en el bloque y en la región, como el principal objetivo estratégico a lograr durante 2019.
El Parlasur se propone ser un espacio abierto a la ciudadanía del Mercosur. Un espacio transparente, eficaz y efectivo en el abordaje de las principales problemáticas de los pueblos de la región, que logre acuerdos concretos con otras entidades técnicas, políticas y académicas del Mercosur. Que sea además una carta de presentación desde la dimensión política, con otros procesos de integración en el mundo, como la Unión Europea, México, Centroamérica, la zona de cooperación Euro-Asiática, África y China.
El Parlamento del Mercosur como parte integrante de la institucionalidad del bloque, tiene varios desafíos e incertidumbres que se relacionan a un contexto internacional de múltiples complejidades en lo económico, jurídico, ambiental y laboral. Pero el mayor desafío es que el Mercosur funcione.
Eso significa muchas cosas, entre otras, que su institucionalidad y sus protocolos sean respetados por los países que lo integran y sobre todo, que sirva para mejorar la calidad de vida de las personas. Necesitamos un Mercosur que importe y que sea respetado, para empezar por sus propios miembros.
En Uruguay tenemos la peculiaridad de tener los partidos políticos más viejos del mundo, forjados en luchas fratricidas. Pero ya desde principios del siglo XX nuestra sociedad optó por construir un Estado que por mucho tiempo logró ser el “escudo de los débiles”, donde nuestro sistema político ha estado matrizado por la consigna “naides es más que naides” configurando una extraña “Republica Liberal”, al decir del Historiador Gerardo Caetano
Nuestro devenir histórico ha marcado a fuego principios de política exterior que son parte de nuestro ADN como Nación y conforman una definición de una verdadera política de estado en la materia. Principios como el de No Intervención en asuntos internos de otros estados, el de Autodeterminación de los pueblos, la resolución pacífica de los conflictos, el respeto a la soberanía, el no alineamiento, el respeto a las normas de derecho internacional y la defensa de los derechos humanos. Esto nos permite ser considerados un país serio y respetado en el concierto internacional, más allá de nuestras dimensiones económicas y poblacionales.
Para nuestro país, es muy importante que los mecanismos de integración que hemos construido en estos 25 años funcionen y funcionen cada vez mejor. Que exista una región y que esté impregnada de más derechos y más democracia; que exista más y mejor Mercosur para nuestro desarrollo como países y para la mejora de la calidad de vida de esas 300 millones de personas a quienes representamos.
Desigualdades que rompen los ojos
Pero ésta no parece ser la tónica de nuestro mundo, un mundo donde las fronteras nacionales pretenden conformarse como muros contra los migrantes y ciudadanos que parecen no tener derechos pero estos muros son débiles ante los designios de las empresas transnacionales y el poder financiero mundial.
Vivimos en un mundo en que crece la desigualdad; donde el 82% de la riqueza mundial generada durante el pasado año fue a parar a manos del 1% más rico de la población mientras el 50% más pobre –3.700 millones de personas– no se benefició lo más mínimo de esta riqueza generada.
Desde el año 2010, la riqueza de esta élite económica creció en promedio 13% al año, seis veces más rápido que los salarios de las personas trabajadoras que apenas han aumentado un promedio anual del 2%.
Vivimos en un mundo en el que entre 2016 y 2017 hubo un nuevo milmillonario cada dos días, el mayor aumento en la historia de personas cuya fortuna supera los mil millones de dólares.
En nuestra querida América Latina y el Caribe, el 10% más rico de la población concentra el 68% de la riqueza total, mientras el 50% más pobre sólo accede al 3,5% de la riqueza total. La riqueza de los milmillonarios latinoamericanos creció en 155 mil millones de dólares el último año, cifra suficiente para acabar casi 2 veces con toda la pobreza en la región. Sin embargo en nuestra región, el 16% de los trabajadores asalariados y el 28% de los trabajadores por cuenta propia se encuentran en situación de pobreza.
Somos un espacio geográfico rico en nuestra dotación de recursos naturales o bienes comunes, pero formamos parte del continente que peor distribuye sus riquezas, convirtiéndonos en el más desigual del planeta.
Mercosur
El Mercosur como proyecto de larga duración en el relacionamiento de nuestros países sudamericanos, enfrenta la redefinición de los bloques supranacionales de integración y complementación económica. Pero aún no consigue aprovechar las potencialidades de ser el quinto bloque económico a nivel mundial, de tener una considerable dimensión como espacio integrado y de ser una potencia mundial en términos alimentarios, ambientales y culturales.
Nuestro territorio tiene una extensión de casi 15 millones de km² en la que conviven diversos ecosistemas, tanto continentales como marítimos, que poseen una de las mayores reservas de biodiversidad del mundo.
Su población cercana a las 300 millones de personas contiene una diversidad formidable de pueblos y culturas. Posee una de las más importantes reservas de agua dulce del planeta: el Acuífero Guaraní. Es la quinta mayor economía del mundo y tiene recursos energéticos inmensos, tanto renovables como no renovables.
Este territorio es a la vez, ampliamente desigual.
Tomemos el caso de Brasil, el país más desigual de la región. ¿No nos escandaliza que seis brasileños -todos hombres blancos- concentren la misma riqueza que la mitad más pobre de la población, más de 100 millones de personas? ¿No nos interpela que el 5% más rico de ese país reciba por mes el mismo ingreso que el 95% de sus habitantes juntos? ¡Los 6 brasileros más ricos deberían gastar un millón de dólares al día durante 36 años para agotar todo su patrimonio!
Si hablamos de desigualdad, imaginen lo que toca a las mujeres, indígenas y negras de nuestra región.
Necesitamos una integración que atienda estas realidades que rompen los ojos, pero sobre todo necesitamos sociedades comprometidas con la necesidad de cambios, que sientan y combatan la injusticia, que exijan a sus representantes sí, pero que construyan las transformaciones.
A nadie escapa que el Mercosur de los gobiernos está atravesando un momento muy delicado. Los conflictos entre potencias centrales, el posible impacto de una nueva crisis económica y financiera global, y la redefinición de los acuerdos globales en materia comercial, productiva y climática, agregan incertidumbre a nuestros países y nuestra región.
Nos preocupa sobremanera el agravamiento de indicadores sociales en nuestros países hermanos, ya que para un pequeño rinconcito del mundo como es el Cono Sur, si los pueblos están atravesando malos momentos, la región toda estará imposibilitada de desarrollarse.
Miremos Brasil; en 2016 53 millones de personas vivían en la pobreza, en 2017 se sumaron 2 millones más. 1 de cada 4 brasileros hoy, es pobre. El desempleo aumentó de 6,8% en 2014 a 12,7% en 2017. En 2016, por primera vez desde 1990, se registró en Brasil un aumento de la mortalidad infantil. Que subió de 13,3 en 2015 a 14 muertes por mil habitantes nacidos vivos.
Luchar por un pedazo de tierra para vivir sigue siendo en la región, un grave peligro para la vida de millones de personas que sufren la desigualdad en carne propia. No podemos dejar de denunciar que hace dos días, dos dirigentes del Movimiento de los Sin Tierra fueron brutalmente ejecutados en el estado de Paraíba.
En Argentina los indicadores también nos muestran graves situaciones; como el 27,6% de pobreza, un desempleo de 9,6% y una informalidad en el trabajo de 35%, en aumento. Desde 2007 la mortalidad infantil mostraba un descenso ininterrumpido, pero eso cambió en el 2016 al producirse un estancamiento en la reducción de la tasa de mortalidad infantil.
Insubordinación fundante
Nuestra región se encuentra altamente tensionada por estos desequilibrios e injusticias. Algunos dirán que no es el mejor momento para enfrentarlas, pero no podemos dejar de asumir el desafío histórico que tenemos por delante como actores políticos.
Tenemos que intentar pensar una nueva etapa de la integración; debemos atrevernos a “Pensar desde la periferia para salir de la periferia”, atrevernos a pensar una “insubordinación fundante”, al decir de Marcelo Gullo.
El Mercosur puede aspirar y aportar para ser parte de las soluciones posibles a esta complejidad global creciente. Sin dudas, ser actores de reparto no modificará el status quo global ni regional y sólo servirá para legitimar las políticas de aquellos que pretenden imponer un esquema desigual.
Lo que es peor, esa actitud pasiva, sin esperanza ni rebeldía nos condena a nosotros y a nuestros pueblos a ser objetos de las medidas de las grandes potencias y por lo tanto nos condena a la marginación y al subdesarrollo.
Sólo una defensa de nuestros verdaderos intereses en un marco regional que permita sostenerlos y potenciarlos podrá, mejorar la vida de nuestros pueblos.
Desde nuestros logros obtenidos en los últimos años, así como desde los debes que aún tiene el proceso de integración, desde las políticas públicas en clave regional, el Parlamento del Mercosur, como espacio de representación política de las diferentes sensibilidades y enfoques de cada uno de los países que integran el bloque, aportará lo que esté a su alcance para ser una entidad regional abierta y preocupada por la situación de sus pueblos.
Integración y desarrollo dos caras de una misma moneda
Necesitamos un Mercosur como herramienta de los pueblos para su desarrollo, que no solo se preocupe en integrar sus mercados, sin duda muy necesario para nuestras economías, sino también que procure la integración de su inteligencia, de sus sectores productivos, de los derechos de los trabajadores y trabajadoras.
Porque en definitiva, nuestra integración y el desarrollo regional son dos caras de una misma moneda.
En el mundo actual, la defensa y promoción de los principios del derecho internacional, el multilateralismo, el diálogo político y la cooperación tienen que ser reafirmadas como las principales banderas de actuación en beneficio de los pueblos.
La gobernanza internacional de hoy se encuentra bajo fuerte cuestionamiento, desde las expresiones políticas extremistas, la crisis migratoria mundial y del recrudecimiento de una crisis civilizatoria ambiental. Estas crisis se ensañan con las poblaciones más vulnerables de nuestra casa común.
La construcción de la multipolaridad es el camino de la agenda que viene y, por eso, es fundamental profundizar la senda de la integración regional para construir en el hemisferio sur una referencia insoslayable en el concierto de naciones y en el escenario internacional, que nos brinde un protagonismo para ser actores principales del mundo que viene y del que somos parte.
Debemos poder pensarnos superando la subordinación permanente de la periferia a la que pertenecemos como región. Tenemos una especie de “Síndrome de inmunodeficiencia ideológica y cultural”, tenemos que poder “pensar nuestro ser regional” para construir un verdadero poder. Superar nuestras viejas y vetustas “Estructuras hegemónicas de poder” instaladas.
Tenemos que proponernos superar, como región, los viejos paradigmas importados que han permeado nuestras burocracias y diplomacias, que se han convertido en grandes inventores de pretextos para justificar los no-avances en los procesos de integración, en vez de ser los profesionales comprometidos en la construcción de las soluciones necesarias que todo proceso de integración supone.
Es necesario pasar al Mercosur de los Pueblos. Debemos democratizar estas instancias y llenarlas de un nuevo contenido, un contenido Latinoamericano.
Tenemos que leer a los Tucho Methol, Samuel Pinheiro Guimarães, Aldo Ferrer, Juan José Hernández Arregui, Raúl Prebisch,Vivian Trías y Eduardo Galeano. Por nombrar algunos de nuestros valiosos intelectuales.
Lograr que nuestros diplomáticos estén más instruidos en nuestra cultura y en nuestras costumbres regionales, que sepan más del Locro, el Chipá y el mate, que champagne frances, Pretzel y Creps. Necesitamos la Sorbona, pero más necesitamos la Unila, necesitamos desarrollar la diplomacia Parlamentaria para potenciar la Diplomacia de los Pueblos.
El año entrante se conmemoran los 100 años de la fundación de la Organización Internacional del Trabajo. También se cumplen 15 años de la Cumbre de Ouro Preto II (2004-2019), momento que fue punto de partida del Mercosur Social y Político, y por ende un momento relevante en la consolidación de la dimensión parlamentaria del bloque.
Supuso la creación de un esquema superador del Mercosur estrictamente comercial negociado durante la década de 1990, se basó en el fortalecimiento de las dimensiones social y política del bloque al iniciar el proceso de creación del Parlamento del Mercosur y de los organismos sociales del Mercosur. Junto a ello, fue la apuesta a ser un bloque de importancia a nivel mundial, con la ampliación a otros países de América del Sur (Chile, Venezuela, Bolivia, etc.).
En ese sentido, aspiramos a que lo más pronto posible se concrete el paso histórico para el Mercosur de contar con el Estado Plurinacional de Bolivia como miembro pleno de todo derecho en nuestro bloque de integración.
Ante este escenario global y regional, los principales objetivos del Parlamento del Mercosur para el próximo año debieran ser:
-Articular y coordinar con los órganos técnicos del Mercosur, como el Instituto Social y el Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur; Por otra parte confluir con otros actores regionales acerca de la situación del bloque y ser una puerta abierta a los principales actores regionales en materia académica, social y sindical.
-Fortalecer su agenda externa de la mano de un mejor trabajo en la agenda interna parlamentaria.
En cuanto al primer objetivo, requiere debatir e intercambiar sobre la situación del trabajo en nuestra región, a la luz de los 20 años de la primera Declaración Socio-Laboral del Mercosur. Además, y ubicar en el Parlamento del Mercosur la discusión sobre la situación del Plan Estratégico de Acción Social (PEAS) y del Estatuto de Ciudadania del Mercosur.
Implica además, intercambiar sobre las respectivas situación de los organismos sociales del Mercosur como el IPPDDHH y el Instituto Social del Mercosur, fortaleciendo la articulación con estos institutos.
Ante el abandono por parte de algunos gobiernos del Mercosur de la agenda social, particularmente a partir del desmantelamiento de la Unidad de Participación Social del Mercosur y del proceso de trabajo llevado adelante en las Cumbres Sociales, se plantea propiciar un encuentro permanente de la sociedad civil, los sindicatos y los organismos de derechos humanos con el Parlasur.
Estamos convencidos de la necesidad de construir, desde el Sur, un esquema de inserción autónomo, diversificado y plural que contribuya a la emergencia de un multipolarismo en el cual nuestra América Latina, en general, y Mercosur, en particular, sean protagonistas en el escenario internacional. Consideramos que el Parlamento del Mercosur puede hacer un humilde aporte en esa línea a partir de una nutrida agenda externa.
El Desarrollo de la Agenda externa del PARLASUR implica establecer lazos institucionales y contacto con la Unión Euro-Asiática, la Asamblea Popular de China, Parlamento PanAfricano, además de mantener los vínculos con el Parlamento Europeo a través de Eurolat y con el Parlamento Andino. Pero incluso mirando más allá, no solamente diálogo sino también Cooperación interparlamentaria y relaciones con organismos internacionales.
Pretendemos establecer una ronda de conversaciones con los espacios parlamentarios de los países y/o regiones con los cuales el Mercosur ha iniciado negociaciones como Canadá, República de Corea y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA).
Finalmente, el Parlasur abrirá las puertas a la generación de conocimiento e insumos de análisis acerca de la delicada situación regional con una visión desde la región. Esto implica establecer contacto y coordinación con entidades regionales de generación de insumos sobre la situación de la Integración.
Vamos a trabajar para establecer una línea de trabajo que vincule al Parlasur con CLACSO, para que se genere análisis e investigación sobre el transcurso de la integración en el marco del Mercosur; con la Red Mercosur de Investigación Económica temas a resolver como el endeudamiento, la inversión extranjera, la desigualdad, infraestructura y los resultados del FOCEM, la situación del comercio intra bloque y extra bloque, e incluso estudiar la base de las negociaciones UE-Mercosur.
(*) Discurso de Daniel Caggiani, diputado uruguayo del Frente Amplio, al asumir la presidencia del Parlasur, en la sesión plenaria del 10 de diciembre de 2018.