Caravana migrante: 1500 personas aguardan para cruzar la frontera hacia EEUU

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Hay mil 500 hondureños en espera de atención por parte de EU

De los alrededor de 7 mil hondureños que llegaron a Baja California, cerca de 2 mil han regresado ya a su país de origen y mil 500 están en espera de ser atendidos por las autoridades norteamericanas, el resto aún están indecisos.

En una visita a Mexicali el embajador de Honduras en México, Alden Rivera Montes, señaló que hay 2 mil 500 hondureños en el albergue El Barretal de Tijuana, mil 500 en otros 17 albergues de la ciudad y 900 más en Mexicali, dando un aproximado de 5 mil personas distribuidas entre ambos municipios.

“Ya tenemos alrededor de mil 500 hondureños que se han adoptado en el libro para poder ser entrevistados por autoridades norteamericanas, con el entendimiento que eso llevará seis u ocho meses para que todos sean atendidos” señaló.

De acuerdo a Rivera Montes, mil 200 personas ya hicieron el procedimiento para aplicar por una visa humanitaria en los Estados Unidos y 250 solicitaron refugio ante las autoridades norteamericanas, alrededor de 3 mil 500 más todavía no han tomado una decisión sobre si quedarse en México o ir a Estados Unidos.

El representante de Honduras argumentó que antes de la llegada de la Caravana la población de hondureños en Baja California era de menos de 100 personas.

Acerca de la situación que se vive en Tijuana, el embajador comentó que autoridades federales han tomado el control del albergue El Barretal y han mejorado significativamente las condiciones de alojamiento de los migrantes.

MOTIVACIÓN POLÍTICA

Ante medios locales el embajador admitió que la motivación detrás de la Caravana si tuvo una motivación política por parte de un partido político opositor al gobierno de Honduras.

Sin embargo afirmó desconocer si hubo financiamiento por parte de este partido para la caravana, así como el motivo específico detrás del éxodo migratorio.

“Miembros de un partido político de honduras estimularon a través de medios de comunicación y redes sociales la convocatoria de esta caravana” dijo “yo no me atrevería a decir exactamente con que propósito”

Indicó que a pesar de que hay especulación sobre la llegada de otro grupo de migrantes, señaló que los resultados que se han visto ayudarán a limitar la intención de formar una nueva caravana, y se está intentando evitar que esto suceda.

Frontera


Gobierno de Honduras entrega ayuda humanitaria a migrantes en Tijuana

El Gobierno de Honduras entregó ayuda humanitaria a nacionales de la caravana migrante que permanecen en el albergue El Barretal en la ciudad mexicana de Tijuana, informó una fuente oficial.

El embajador hondureño en México, Alden Rivera, indicó en un comunicado de la Presidencia que la ayuda incluye alimentos y productos para el cuidado personal.

Este es el segundo lote de ayuda humanitaria que el Gobierno de Honduras entrega a sus nacionales en Tijuana a través del Fondo de Solidaridad con el Migrante Hondureño (Fosmih) que administra la Cancillería, añadió.

Señaló que el Gobierno entrega ayuda cada dos semanas como una manera de dar asistencia a los hondureños y colaborar con el de México, que brinda «los insumos básicos necesarios» a los migrantes centroamericanos que desde hace semanas forman parte de la caravana que en Honduras, dijo el diplomático.

Rivera agregó que el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, ordenó que la red consular tanto en México como en Estados Unidos «vele permanentemente por la protección de los derechos humanos de los migrantes hondureños».

Destacó que el Gobierno hondureño instaló hace varias semanas un consulado móvil en Tijuana, donde los hondureños están solicitando la documentación necesaria para tramitar sus peticiones de asilo o refugio o para poder optar al programa de empleo que el Gobierno de México puso a disposición de los migrantes.

Además, el Gobierno hondureño continúa gestionando solicitudes de retorno voluntario de nacionales que decidieron no seguir en la caravana que salió el 13 de octubre hacia Estados Unidos a través del plan «Retorno Seguro» que impulsan Honduras, México y Guatemala.

Unos 7.164 hondureños de la caravana han regresado al país desde Guatemala y México mediante el plan «Retorno Seguro» lanzado por las autoridades de Honduras el pasado 20 de octubre.

El Departamento de Defensa de EE.UU. aprobó esta semana prorrogar hasta el 31 de enero la misión de las tropas desplegadas en la frontera con México, en respuesta a la llegada de las caravanas de miles de migrantes centroamericanos, tal y como había solicitado el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés).

El Pentágono tiene desplegados a cerca de 5.600 militares en la frontera con México, repartidos entre los estados de Texas (2.400), Arizona (1.400) y California (1.800).

La misión de estas tropas es prestar apoyo logístico al DHS y a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) para evitar la entrada de migrantes irregulares en el país.

Cadena Noticias


La caravana migrante llegó al fin de su camino

Jueves 29 de noviembre. La temporada de lluvias ha comenzado en el norte de México. Desde la mañana, un aguacero frío llegó a Tijuana para quedarse, y cerca de la media noche no parecía tener fin. El agua se instaló sobre todas las cosas: los platos de pollo, que alguien llegó a donar, escurrían un liquidillo grasoso; las carriolas de bebé derrapaban en el fango; las aceras se convirtieron en riadas imposibles de saltar; las carpas se hundían bajo el peso de la lluvia acumulada. La ropa, las banderas, los cigarrillos para la venta, los zapatos, las colchonetas, la ropa donada, las mochilas, la putrefacción de los baños portátiles, los niños, la gente toda. Todo.

Al final del día, la lluvia había destruido el albergue instalado en la unidad deportiva Benito Juárez, de Tijuana, que terminó anegada e inhabitable. Más de 6,000 migrantes, la mayoría de los cuales fueron parte de la primer caravana que salió el 12 de octubre desde San Pedro Sula, Honduras, vieron convertido el refugio, que les ha albergado durante 15 días, en un miasma que se ha llevado gran parte de sus pertenencias.

El municipio tijuanense no fue capaz de anticiparse al hecho de que el lugar que destinó para recibir las caravanas migrantes es a cielo abierto, con un suelo de tierra y que, cada año, con la constancia de las estaciones lluviosas, pues… llueve. Y pasó lo que pasó.

Por la noche del jueves, la alcaldía comenzó a trasladar a las personas hasta otro sitio: el centro de convenciones El Barretal, a diez kilómetros del refugio actual, donde estarán menos conectados con la ciudad, pero bajo techo y por un tiempo indefinido. El traslado de los más de 6,000 migrantes fue hecho en autobuses financiados por la municipalidad, que iniciaron a mover personas a las seis de la tarde. A las nueve de la noche, apenas 500 habían llegado al nuevo refugio. El resto quedó habitando el desastre, a la espera de turno.

Algunos, al límite, decidieron jugarse la última carta: saltar el muro que atraviesa el mar. A las cinco de la tarde, a 15 grados, con un viento helado y bajo un aguacero tenaz, unas familias miraban la playa estadounidense desde el lado mexicano, deseando cosas que no pueden ser, midiendo el muro con la vista, haciendo planes y deshaciéndolos luego. Esperando que algo pasara y que nunca pasó.

Por la noche, bajo la luz potente de unos reflectores de alta intensidad colocados al norte del muro, un grupo de mujeres y sus hijos se colaron por la barrera de pilares metálicos y corrieron por la playa estadounidense ante la vista de un vehículo de la Patrulla Fronteriza. Ni siquiera intentaron correr. Los agentes los atraparon a metros de la valla. Si su plan funciona, se declararán refugiados y esperarán la compasión de la burocracia durante meses. Si no funciona, serán deportados a Honduras en los próximos días. Los hombres, en cambio, no caben entre los barrotes. Por la noche, al menos tres intentaron sortear la barrera fronteriza por el mar. Uno fue rescatado al borde de la hipotermia. Todavía no se sabe nada de los otros.

El fin de la caravana

Hay algo que todos parecen haber comprendido con claridad: aquello que les hizo invencibles en el sur –ser una multitud musculosa y compacta– es un lastre en el norte. El último intento de usar el argumento de la masa para llegar a la meta fue el domingo 25 y acabó con una lluvia de gases lacrimógenos lanzados por la policía fronteriza de Estados Unidos cuando unos cientos decidieron lanzarse contra el muro.

Ahora, a la luz de la realidad, cada quien sabe que es dueño de su propio destino y que ya no hay refugio posible en la multitud: Ilberto Montes fue electo como uno de los ocho miembros que liderarían la caravana hace ya miles de kilómetros, y dice que su trabajo ha terminado: “Ya no hay más. Llegamos hasta donde dijimos que íbamos a llegar. A partir de aquí cada quien debe tomar sus decisiones”. Él, por ejemplo, ha renunciado a la idea de entrar a Estados Unidos. En Honduras era trabajador en una bananera y está dispuesto a hacer cualquier cosa en Tijuana. Buscará una visa humanitaria. Y espera regularizar su situación para regresar a Honduras a traer a su esposa y a sus hijos.

La mayoría ha cifrado sus esperanzas en una feria de trabajo que se ha instalado frente al cementerio de Tijuana. Más de 2,000 personas han solicitado trabajo, dejando constancia de sus talentos: carpinteros, conductores de camiones pesados, cocineras, limpiadoras de casas ajenas, meseros. Y ahora esperan que algún día alguien pronuncie su nombre. Mientras tanto deben seguir juntos, al abrigo de un refugio y de la comida que la caridad municipal y privada ofrezca.

La caravana se acabó. Este es el fin del viaje colectivo. A partir de ahora, los caminos se caminan en solitario.

Nomada

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