Argentina: Jaime Perczyk, rector rector de la Universidad Nacional de Hurlingham: “Vivimos para el Estado, para los derechos, para los otros”

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Universidad dialogó con el rector de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), Jaime Perczyk, sobre los logros y los desafíos que enfrentó la institución del conurbano bonaerense en sus tres años de existencia.

Son las doce del mediodía y los colectivos en Avenida Vergara (Villa Tesei) salen casi repletos con destino a Morón, Hurlingham, William Morris, Ituzaingó y San Miguel. Los colectivos están llenos de estudiantes de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR) que acaban de salir de una de sus últimas clases del año.

Caminamos en sentido contrario a esa marea humana hasta la Biofábrica, el laboratorio de la UNAHUR que se inauguró en agosto y actualmente está dando sus primeros pasos en la puesta a punto de los sistemas de inmersión temporal para la micropropagación de diferentes especies vegetales.

Allí nos espera el rector Jaime Perczyk, quien, junto a Leandro Imanishi, Biotecnólogo doctorado en Montpellier, Francia, nos adentra en la actividad científica más reciente de este laboratorio móvil. Tras la recorrida, nos sentamos a dialogar con una de las voces del sistema universitario que más se escucharon durante 2018.

La Universidad Nacional de Hurlingham está cumpliendo tres años de existencia. ¿Cuál es el balance que hacen de esta trayectoria y cuáles son los desafíos de cara al futuro?

La verdad que hacemos un balance muy positivo. Lo que ha pasado en Hurlingham, en el oeste del conurbano bonaerense, es muy interesante en términos académicos, culturales, de investigación, y de vinculación con su comunidad y con las escuelas secundarias de nuestro distrito y alrededores.

Empezamos a inscribir en septiembre de 2015 en la mitad de un sótano de lo que hoy es la sede de Avenida Vergara. Hoy, tres años después, tenemos 15 carreras y 6500 estudiantes. Contamos con casi 2400 metros cuadrados construidos y casi 6000 metros cuadrados en construcción. Además, vienen a nuestra universidad, una vez por mes, todos los directores de las escuelas secundarias del distrito, y en el mes de agosto, todos los chicos de los últimos años de escuelas secundarias de Hurlingham. Asimismo, ya tenemos 140 egresados y esperamos casi 5000 nuevos estudiantes que se han inscrito para comenzar a cursar en 2019, lo cual es un número enorme, ya que el año que viene estaremos dejando de ser una universidad chica para convertirnos en una mediana, según clasificaciones internacionales que así lo fijan para las que superan los 10 mil estudiantes. Por todo esto, creo que el balance es positivo.

Los desafíos también son enormes porque cuando un balance es positivo, eso se transforma en responsabilidad. Esto no es un balance contable, es una evaluación política, académica y científica. Entonces, tenemos la responsabilidad de poder resolver los desafíos académicos, científicos, de extensión e infraestructura que implica contar con más de 10 mil estudiantes. Resolverlo democráticamente, con profundidad, sin abandonar nuestra idea de inclusión, esforzándonos porque haya buenas clases y buenos profesionales.

¿El ser una universidad joven es una ventaja en relación a pensar en planes de estudio acordes a las demandas de la sociedad actual, sin el peso de viejas estructuras curriculares?  

Creo que no se puede pensar si es una ventaja o una desventaja. Es lo que es. Seguramente tenemos una estructura menos rígida que nos permite cambiar cosas, decidir algunas cuestiones con menos peso, pero al mismo tiempo el peso tiene un valor enorme. Acá, nada está automatizado, todo hay que hacerlo, por lo que no puedo pensarlo como una ventaja o desventaja, sino que son nuestras condiciones.

Si comparamos con otras, como la Universidad Nacional de Lomas de Zamora o la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, que tienen cerca de 45 años, a ellos no se les ocurriría que para dar clases hay que construir aulas o refuncionalizarlas de viejos edificios de fábricas. Para ellos, la universidad vino así, ya está hecha. Bueno, que esté hecha implica una variedad de cosas, es algo complejo. Implica la infraestructura, lo burocrático, lo administrativo, lo científico. Bueno, acá no había nada de eso hecho. Algunos pueden ver una ventaja en que sea así, más “liviano”, pero, al mismo tiempo, te requiere mucho trabajo porque hay que hacerlo.

Este complemento entre las universidades nuevas y las históricas también se dio en el binomio que presidió el CIN este año. Además de conducir los destinos de la UNAHUR en el centenario de la Reforma Universitaria, le tocó ocupar la vicepresidencia del CIN. ¿Cómo evalúa esa experiencia?

Hago una evaluación positiva del papel que tuvo el CIN en el centenario de la Reforma y nuestro lugar de cogestión con una universidad tan tradicional, de tanta relevancia que tenía la Presidencia, como la Universidad Nacional de Córdoba, que además de ser la más tradicional -fue fundada en 1613- tiene un nivel académico, científico y cultural extraordinario. Es una universidad formidable, y que nosotros hayamos podido trabajar con ellos y, al mismo tiempo que reivindicamos la lucha de los jóvenes del 18, hayamos tenido una participación activa en la discusión presupuestaria, salarial y del financiamiento de la universidad pública, nos parece que políticamente es muy relevante.

Volviendo a la UNAHUR, una de las mayores innovaciones de este año fue, sin duda, la inauguración de la Biofábrica. ¿Considera que desde esta experiencia la universidad puede seguir creciendo y especializándose?

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A mí no me gusta hablar de innovación. Me parece que es un término que no refiere a transformación de estructura, sino que refiere a hechos puntuales que aparecen por una supuesta mente iluminada, y creo que nosotros no lo pensamos así. Pensamos en procesos de transformación. La Biofábrica es un aporte enorme a un proceso de transformación de Hurlingham y la Provincia de Buenos Aires en relación a la llegada de la mejor ciencia y la mejor tecnología al segundo cordón del conurbano. Entonces, pensamos que hay un lugar para que nuestros jóvenes investigadores, científicos, estudiantes universitarios y de escuelas secundarias de la región, se formen, hagan ciencia, se vinculen con el INTA y la comunidad en general, y así, con la llegada y la permanencia de esta tecnología, podamos impulsar procesos de transformación académica, científica y social. Y dentro de ese proceso, que tiene que ver con la biotecnología, con los alimentos, con la gestión ambiental y la biorremediación, creemos que en la micropropagación vegetal hay un campo para que nuestra universidad se especialice y se perfeccione en tres sentidos: la formación académica de nuestros estudiantes, la formación docente de nuestros profesores e investigadores, y la transferencia de eso a todos los emprendimientos y ámbitos científicos de nuestra región.

¿Cómo imagina a la UNAHUR en los próximos años?

La imagino más grande, más hermosa. Imagino miles de jóvenes disfrutando, estando en paz, pudiendo estudiar, haciendo ejercicio pleno de sus derechos, encontrando en nuestra universidad un lugar de desarrollo personal y profesional. Imagino centenares de profesores, profesoras y nodocentes, con sus derechos laborales protegidos y discutiendo un paradigma que tiene el liberalismo en Argentina que es “los estatales viven del Estado”, y nosotros queremos instalar la idea de que vivimos “para el Estado”, para los derechos, para los otros.

Página12


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