Manuela D’Avila, excandidata a la vicepresidencia de Brasil: “Bolsonaro es un tuit, no habla más de 140 caracteres”

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Por Sofía Solari.

Las fuerzas progresistas en Brasil se enfrentan al desafío de unirse, junto a la derecha democrática y al pueblo, en defensa de la democracia. Esta es una de las reflexiones que hizo la ex candidata a la vicepresidencia del Partido de los Trabajadores (PT), Manuela D’ Avila, junto a PáginaI12. En su paso por Buenos Aires, D’Ávila participó en el Primer Foro de Pensamiento Crítico organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y ofreció otra conferencia en el Centro Cultural de la Cooperación. Las dos estuvieron marcadas por el mismo halo esperanzador: “La primavera siempre vence al invierno”.

Desde la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, pasando por la reforma laboral, el encarcelamiento exprés de Luiz Ignacio Lula da Silva, y la militarización de las fabelas de Río de Janeiro que derivó en el asesinato de la legisladora Marielle Franco, el contrato democrático en Brasil se quebró. Y finalmente terminó el 28 de octubre con la designación de un presidente fascista, Jair Bolsonaro. En los próximos años la resistencia estará, según D’Ávila, en el movimiento de mujeres. Porque asegura que los efectos de las políticas neoliberales las perjudicarán más que a los hombres. Son ellas quienes tendrán que asumir en parte el vacío que dejará el Estado en la educación y la salud. “Porque si uno te dice que el estado tiene que ser menor, alguien asume el papel del estado y ese alguien no son los hombres en una sociedad machista, son las mujeres. Entonces, si vos tenés menos dinero para la educación, si no tenés becas para los niños, si tenés un presidente como tenemos nosotros que dice que va a acabar con la educación presencial y va a poner la educación a distancia, ¿quién se va a quedar con los niños?: las mujeres”, denuncia. Esta crisis, que muchos brasileños piensan que es producto del PT, es la crisis de un capitalismo atravesado por concepciones machistas que no afectan de igual forma a hombres y mujeres, considera. “Este momento de las mujeres en lucha empieza más que nada en 2008 y ese dato no es al pasar, porque ese es el año que empieza la crisis económica en el mundo”. Y luego denuncia que las críticas que afirman que el PT perdió las elecciones por involucrarse con las luchas de las mujeres, los jóvenes y la cuestión racial, es una contradicción pura y estúpida. “Es inimaginable en el caos de Brasil que uno piense que es posible cambiar el país sin enfrentar a la desigualdad y la desigualdad tiene un color y un género. Los más pobres en Brasil son los negros y sobre todo las mujeres. Entonces ¿cómo piensan que la izquierda no va a estar con los que están lucha? Y las que están luchando ahora, ¡son las mujeres!”.

–Además de ser mujer y militante comunista, usted es periodista. ¿Qué análisis podría hacer del papel de los medios en las elecciones?

–Creo que es correcto pensar que llegamos donde llegamos teniendo en cuenta el papel de los medios, que se dedicaron siempre a desacreditar a la política y a afirmar que el neoliberalismo es la única salida a la crisis. Pero hay que tener en cuenta que en estas elecciones hubo un contra espacio que le ganó lugar a los medios tradicionales. Y ese contra espacio fueron las redes sociales e Internet, y eso es algo que tenemos que reflexionar. Bolsonaro, por ejemplo, no estuvo en ningún debate. Nosotros corremos un riesgo al pensar que Internet es solo una nueva plataforma, pero no es sólo eso. La tele sí es solo eso, es el espacio donde la gente ofrece una versión de la historia. Internet no. Internet es un espacio de organización y de presencia de la gente: la gente está ahí como en una asamblea popular permanente, habla, oye. Entonces creo que hay algo aquí que es más profundo y tiene que ver con cambios muy intensos para las nuevas generaciones que delinea un cambio en  la forma de relacionarse en sociedad.

–¿Cómo imagina los próximos años?

–Lo que se viene en Brasil es duro. Serán años mucho más crueles y mucho más privatizadores que los que vivimos con Fernando Enrique Cardoso. Bolsonaro hará cosas que no hemos visto.

–Sin embargo no se puede saber mucho porque parece que Bolsonaro va improvisando sobre la marcha… 

–Se puede decir todo de Bolsonaro excepto que mintió porque casi nunca habló. Nadie sabe bien lo que va a hacer porque no tiene una propuesta, no ha dicho nada, no participó de los debates. Y, cuando estaba participando, antes el atentado que sufrió, decía que no tenía planes todavía, que no entendía de economía porque no es economista y que no sabía que iba a hacer con salud. Bolsonaro es un tuit, no habla más de 140 caracteres.

–¿Cuál cree que fue la principal debilidad del PT en estas elecciones?

–Creo que nuestro principal error fue no poder establecer diálogos con la gente acerca de los motivos de la crisis económica o, por ejemplo, de la necesidad de identificar prácticas machistas y racistas para poder transformarlas. Es decir, creo que perdimos algunas batallas por el sentido. Y por eso nos confiamos, por ejemplo, que el disparata de las fake news nadie lo iba a creer, y no fue así.

–Una de las primeras cosas que hizo Bolsonaro fue nombrar al juez Sérgio Moro como ministro de Justicia. ¿Se constatan las prácticas de Lawfare?

–Creo que eso es lo más fácil de entender dentro de lo que fueron estas elecciones. Sin embargo, lo alarmante es el cinismo explícito en este nombramiento. Por que Moro –perteneciendo al poder judicial y teniendo la obligación de garantizar justicia en Brasil– afirma que actuó en función de intereses políticos y no parece problematizar eso.

–Además, Bolsonaro regresó a los militares a la cartera de defensa, perdiendo el control civil en esa área. ¿Qué riesgo ve ahí?

–Si bien nosotros habíamos logrado que los comandantes de Defensa fueran civiles y ahora no lo serán más, creo que el punto central no está sólo en eso. Yo creo que las amenazas a la democracia hoy son más complejas de imaginar, y ahí pienso en el golpe judicial que tuvimos sin la necesidad de utilizar las fuerzas militares. Por ejemplo, creo que Bolsonaro puede tener cosas más autoritarias y a su vez mantener la normalidad con los militares. Además creo que los militares van a tener grandes contradicciones con el nuevo presidente en cuanto a las cuestiones nacionales, por ejemplo con la frontera de Venezuela –porque los militares saben lo que implica un enfrentamiento ahí– o cuando se lleven a cabo las privatizaciones.

–¿Qué se lleva del foro de Clacso?

–La esperanza de ver que espacios como este sirven para reflexionar y más que eso, porque, como decía Marx, reflexionar es cambiar la realidad.

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