Comer y beber en el día de Muertos
Celebra, come y ríe junto a los muertos – Por Joaquin Bode N.
Según cuenta la historia, cuando los conquistadores españoles llegaron a América en el siglo XV, se horrorizaron por una serie de creencias paganas propias de los indígenas. Una de ellas era el culto a la muerte. Los habitantes de Mesoamérica tales como los aztecas, mayas o nahuas, llevaban a cabo un festival, a inicios de agosto, que duraba un mes completo. La fiesta tenía nombre: el “Día de Muertos”.
Los rituales que celebran las vidas de los ancestros se realizaron por lo menos durante los últimos 3.000 años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
De acuerdo a su origen geográfico, México es sin duda el país que simboliza esta particular festividad en América Latina. Incluso, la UNESCO ha declarado la celebración mexicana como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad”, ya que “es una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo”. Pero, ¿de qué se trata esta fiesta y cómo se celebra?
El evento representa una serie de elementos del folklore que únicamente se ven en esta época del año. Uno de ellos es el pan dulce llamado “pan de muerto” hecho con levadura que todos comen en la cena. También son muy tradicionales los cráneos hechos de azúcar, que se regalan a las amistades, con su nombre escrito en la frente. Las “calaveritas” son parte de los obsequios: versos con rima escritos por la gente.
En la noche, la gente va al cementerio y adorna las tumbas con papel de muchos colores, principalmente usando una flor naranja llamada cempasúchil. Si el altar es para un niño se le pone juguetes como carritos, muñecas o dulces. En las casas se hace un altar en honor a los parientes difuntos, en el que se coloca fotos de ellos, alimentos y bebidas para que éste recuerde y disfrute los gustos de su vida terrenal.
Los comerciantes han sabido aprovechar también esta fiesta. Gracias a ellos, hoy las ciudades también festejan este evento tradicional. Los lugares más tradicionales de celebración son Pátzcuaro y Oaxaca.
¿Y los otros países?
En Nicaragua se toman muy en serio esta fecha y su conmemoración va mucho más allá de una simple ofrenda u homenaje. El Día de los Muertos se festeja en el cementerio y por la noche, algo que parece terrorífico y por lo que muy pocas personas en el mundo están dispuestas a pasar. Sin embargo, los “nicas” elijen esta forma para honrar a sus difuntos: no sólo pasan una noche con sus familiares, sino que, además, duermen al lado de sus tumbas.
Aunque en menor medida, los salvadoreños siguen la tradición de sus raíces y recuerdan a los difuntos en este día. Antes del 2 de noviembre, miembros de la familia acuden a limpiar y pintar la tumba que visitarán. Durante ese día en el cementerio hay ventas de comida, pero sobre todo, una diversidad de puestos donde las flores son lo principal. Se venden coronas, arreglos y flores para decorar las tumbas.
En Guatemala, las celebraciones se destacan por la construcción y vuelo de cometas gigantes, además de las tradicionales visitas a las tumbas de los antepasados. Un gran evento también es el consumo de “fiambre”, un plato tradicional que se consume sólo durante este día. Ahí se tiene la creencia de que las ánimas benditas salen de los cementerios y aparecen en algunos lugares. Muchos dejan los altares caseros con un vaso de agua, una veladora y una fotografía del difunto. Algo muy típico en Guatemala es la flor de muerto, de color amarillo, que sólo florece en esta época.
Es en Honduras y Costa Rica (aunque también en Colombia) donde los creyentes asisten a los cementerios para llevar romerías de amor. Éstas son ofrendas en símbolo de agradecimiento a los favores concedidos por los santos a sus seres queridos. Es por eso que en ambos países el pueblo llega a los cementerios con coronas y palmas para adornar las sepulturas y rendir homenaje a los que se fueron. También se concurre a la iglesia para rezar por los difuntos y pedir por la salud y felicidad de los vivos.
Vamos a jugar…..
En Ecuador se vive una verdadera fiesta, especialmente para los indígenas kichwa, que constituyen una cuarta parte de la población del país. Algunas comunidades celebran aún un antiguo rito: el encuentro con el difunto durante una comida sobre su tumba. Por eso, la gente se reúne en el cementerio con ofrendas de comida para recordar a antepasados y seres queridos.
El ceremonial incluye colada morada y una papilla de frutas con especias, que normalmente se consumen con “guaguas de pan” (con forma de un niño en pañales). En algunas regiones se le trae además las armas y los objetos que le eran valiosos, o se le invita también a jugar “Piruruy” (dados). Según la suerte que tire, se pueden conocer sus necesidades o sus reproches.
Esta fiesta es también uno de los momentos fuertes del calendario boliviano: se cultiva la memoria a los muertos, floreciendo sus tumbas. El culto a los difuntos se mantiene sobre todo en el campo donde el evento se prepara semanas antes. El ritual es muy complejo, pero básicamente, los familiares preparan una enorme cantidad de comida, ya que las almas llegan con un buen apetito y una sed inextinguible. Los vivos preparan los platos y bebidas favoritos de los difuntos.
En La Paz se celebra también un festival llamado “Día de las ñatitas” (cráneos) el 9 de noviembre, en el cual se bendicen las calaveras humanas guardadas tanto por familiares como por desconocidos.
En las zonas rurales de Perú se cree fielmente que las almas de los muertos regresan para disfrutar de los altares que se preparan con objetos que reflejan algún aspecto de su vida. Se colocan su foto, velas y flores que llevarán al cementerio al siguiente día. Las ofrendas para el fallecido incluyen comidas que disfrutaba cuando estaba con vida o alguna cosa de importancia para él.
La costumbre es dejar las ofrendas durante toda la noche, para que el difunto pueda tener tiempo de disfrutarlas. El momento más emotivo se da en el cementerio, donde los allegados al difunto visitan su tumba y le dejan flores.
Platillos típicos en las ofrendas de Día de Muertos
El Día de Muertos es, sin duda alguna, una de las celebraciones más importantes en nuestro país, la cual, nos distingue ante las demás naciones por nuestra manera en que abordamos el tema de la muerte.
Los días 1 y 2 de noviembre son importantes para la cultura mexicana. Se llevan a cabo diversas ceremonias en los diferentes estados del país y lo que no puede faltar en todos los hogares son las ofrendas y los alimentos que ponemos en ella.
Aquí te diremos cuáles son los elementos típicos de las ofrendas de ciertos estados.
Tanto en la Ciudad de México como en Michoacán, Querétaro, Guanajuato, Tabasco, Yucatán y Chiapas no puede faltar en las ofrendas las calaveritas de azúcar o chocolate, agua, sal, pan de muerto y una fotografía de los difuntos, además del papel picado, el popochcomitl y el cempasúchil.
El estado de Michoacán se caracteriza por colocar sus tradicionales uchepos y las corundas -parecidos a los tamales-, en ocasiones acompañadas de salsa o los atados de maíz.
En Querétaro no pueden faltar los dulces cristalizados.
Por otro lado, en el estado de Guanajuato se acostumbran los platillos como los buñuelos con piloncillo y miel, dulces de cajeta y su especial platillo fiambre, el cual está hecho de carne de pollo, res, puerco, naranja, jícama y manzana.
En la Ciudad de México, especialmente en Míxquic es tradicional colocar en las ofrendas el mixmole de pescado: pescado frito con acelgas y nopales, la cerveza, mole y tamales.
En el estado de Tabasco los alimentos principales en la ofrenda de Día de Muertos son uliche -parecido al mole- las meneas – tamal gigante- y los tamales colados, en sus bebidas están el guarapo -infusión con caña de azúcar- y el chorote -bebida de cacao-.
Mientras en Yucatán no pueden faltar los importantes mucbipollos, pues se dice que son un alimento para las ánimas mayas; también están los sabultes, el atole de maíz y su popular ensalada: xec.
En el estado de Chiapas los platillos de la ofrenda de Día de Muertos más típicos son los tradicionales tamales de chipilín, el estofado de res, el pozol blanco, dulce de calabaza, los turrones y el dulce de manzanillita.
Fiambre, comida tradicional del Día de Muertos en Ahuachapán – Por Cristian Díaz
El fiambre que prepara María Eugenia Corado Reyes, de 71 años, es uno de los más deliciosos en Ahuachapán, al punto que los encargos los recibe con varios días de anticipación, no solo de residentes de dicha ciudad sino que también de otras partes del país, principalmente de San Salvador.
En su restaurante La Estancia, son ya 33 años preparando este plato, que se sirve frío, y que se consume principalmente en el marco de la celebración del Día de los Difuntos.
La aceptación que tiene es la principal satisfacción que posee la ahuachapaneca, quien reconoce que su preparación conlleva un arduo trabajo.
Corado manifestó que la labor se intensificó el miércoles por la mañana, cuando comenzaron a cortar la verdura que lleva el plato, que ya servido es el equivalente a dos libras de comida.
La preparación terminó, ayer a las 2:00 de la madrugada, para tener listos todos los ingredientes a partir de las 9:00 de la mañana, cuando los primeros comensales inician a retirar sus encargos.
Son 13 personas las que se involucran en el restaurante para mantener esta tradición gastronómica, en la cabecera departamental.
“Hay mucha gente que no lo conoce y ni sabe qué es el fiambre; pero es una combinación de verduras, carnes, embutidos, quesos y pescado. Iniciamos curtiendo los adornos, como la cebolla, el pepino y hacemos los chiles. Un día antes, desde la mañana, comenzamos a cortar verdura y en la tarde, embutidos, a cocer las carnes y en la noche a deshilar carne, pollo y cortar los embutidos. Lleva mucha dedicación y tiempo”, contó la emprendedora.
Relató que antes de instalar su negocio, en 1985, tenía un supermercado en la ciudad. En ese entonces, esporádicamente preparaba este plato y lo ofrecía a sus conocidos, quienes quedaban encantados por lo delicioso que le quedaba.
Cuando inició el negocio y se acercaba noviembre, pensó que era el momento de comenzar a ofrecer el fiambre, aunque reconoció que para entonces tenía pocas nociones de su preparación.
“Sin embargo me quedó rico”, relató entre sonrisas.
La historia consigna que el fiambre es un plato tradicional de Guatemala. Por ello, ya con el restaurante en funciones, viajó en varias ocasiones al vecino país, donde aprendió su preparación y todos los ingredientes que los guatemaltecos utilizan.
En uno de esos viajes, específicamente a Quetzaltenango, aprendió a preparar un caldo que le da un toque especial al fiambre y que se ha convertido en su secreto con el que culmina el emplatado.
Los ingredientes principales que lleva el fiambre son carnes, embutidos, verduras y quesos, totalizando más de una veintena de ingredientes que las personas degustan, entre zanahoria, güisquil, papa, ejote, brócoli, pacaya, coliflor. Además de quesos y remolachas.
El año pasado, en el primer día, fueron cerca de 300 personas las que degustaron el plato que preparó doña Eugenia.
La mayoría de clientes son los mismos que llegan cada año, aunque se van sumando nuevos.
Debido a que a la celebración de los Santos Difuntos es seguida por un fin de semana, el restaurante estará ofreciendo fiambre hasta el domingo.
Doña Eugenia contó que de sus cinco hijos, dos de las mujeres han aprendido la receta y ya preparan fiambre para comercializarlo por su cuenta en San Salvador.
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