Celebrando muertos en América Latina y el Caribe
Día de los Muertos: cómo se celebra en América Latina
¿Qué decir del Día de los Muertos en América Latina? Por empezar es toda una fiesta, llena de colores y motivos alegres… que refieren a la muerte, pero a la muerte desde otra perspectiva. Con la herencia de la cultura indígena, los latinoamericanos que festejan el Día de los Muertos aprovechan esta ocasión para acercarse a sus queridos difuntos y celebrar la vida. Aunque el Día de los Muertos se relaciona sólo con México, son varios los países latinoamericanos que conmemoran esta fecha, cada uno de forma diferente…
El tema puede inquietar a unos cuantos, sobre todo a los que relacionan la muerte de manera negativa, pero en México y los países que festejan esta fiesta, el tema de los muertos tiene otras connotaciones. Los espíritus de sus ancestros no son para nada de temer, sino todo lo contrario y el Día de los Muertos es la ocasión para reunirse con ellos en una atmósfera muy similar a la del Halloween anglosajón.
Orígenes del Día de los Muertos
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos se encuentran en los antiguas culturas indígenas de los Aztecas, Mayas, Purepechas, Nahuas y Totonacas que durante 3 mil años hicieron rituales dedicados a sus ancestros coincidiendo con estas fechas. Estos rituales simbolizaban la muerte y el renacimiento que en la época prehispánica se representaba con los cráneos de los muertos. Las festividades eran presididas por el dios Mictecacihuatl, conocido como la «Dama de la muerte» (actualmente corresponde con «la Catrina») y eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
Así como se sienten muchos extranjeros al ver esta celebración que tiene algo de morboso y mucho de pagano, los conquistadores españoles del siglo XV estuvieron aterrados por las practicas de los indígenas, y en un intento de convertir a los nativos americanos al catolicismo cambiaron la fecha del festival para el inicio de noviembre; de esta manera coincidían con las festividades católicas del Día de todos los Santos y Todas las Almas.
Cómo se celebra
El 1 y 2 de noviembre son dos días bien diferenciados en las festividades. El 1 es el día en que regresan las almas de los niños y el 2 las almas de los adultos. Para ambos días los pueblos y ciudades preparan una serie de objetos que forman parte del ritual de todos los noviembres.
En primer lugar están las calaveras, que se ven representadas tanto en artesanías como en los platos de la víspera. También existen máscaras con forma de cráneo y calaveras a las que se les inscriben en la frente el nombre de los difuntos o de gente viva como una broma. Para nada tétricas, las formas de los objetos son siempre redondeadas, las calaveras muestran una irónica sonrisa y la comida es por lo general dulce y la parte más esperada para los niños a los que se convida con todo tipo de golosinas.
El Día de los Muertos se celebra en muchos países de América Latina y aunque en todos tiene el mismo significado, cada uno le da a un toque personal.
México: el lugar señalado
En México, debido a su cercanía con Estados Unidos la fiesta de Halloweense ha hecho muy popular, pero es el Día de los Muertos el principal en el calendario mexicano. Mientras que en los pueblos y pequeñas ciudades el Día de los Muertos se celebra según la tradición, también se celebra en las ciudades con un toque de modernidad.
Por lo general el momento principal es cuando la gente va al camposanto en la noche y adorna las tumbas, principalmente usando una flor naranja llamada xempazuchitl. En las casas se hace un altar en honor a los parientes difuntos, en los que se colocan fotos de ellos, alimentos y bebidas para que el difunto en la noche venga a recordar esos gustos de su vida mundana.
La fiesta en México representa toda una serie de elementos del folklore que únicamente se ven en esta época del año. Uno de ellos es el pan dulce llamado «pan de muerto» hecho con levadura que todos degustan en la cena. También son muy tradicionales los cráneos hechos de azúcar, que se regalan a las amistades, con su nombre escrito en la frente. Las calaveritas son parte de los obsequios; son versos con rima escritos por la gente, y que narran de forma graciosa el encuentro con la Muerte de amigos o personajes de la política.
Los comerciantes han sabido aprovechar esta fiebre mortuoria y quizás gracias a ellos es que en la actualidad las ciudades también festejan este evento tradicional. Aunque en las ciudades las celebraciones son muy importantes, los lugares más tradicionales para son Pátzcuaro y Oaxaca.
Guatemala: una fiesta con flores
En Guatemala se tiene la creencia de que las ánimas benditas salen de los cementerios y aparecen en algunos lugares. Muchos dejan los altares caseros con un vaso de agua, una veladora y una fotografía del difunto. Por ello, desde días antes de la festividad, muchos decoran las tumbas o las limpian.
Algo muy típico en Guatemala es la flor de muerto, de color amarillo, que sólo florece en esta época, además del ciprés, utilizados para la decoración de las casas y lugares de reunión donde las celebraciones privadas entre familiares y amigos incluyen un gran banquete.
En esta celebración también aparecen algunas revelaciones y son muchos los creyentes que aseguran tener visiones de los difuntos u oír cosas extrañas que señalan su presencia.
En Santiago Sacatepéquez y Sumpango, en la región central de Guatemala, el Día de los Difuntos es una tradición de altura: elevan sus mensajes de paz hasta las nubes, con sus barriletes gigantes, brindando una muestra de arte y folclor única. Es un espectáculo muy recomendados para estas fechas.
Perú: agasajando a los muertos
En las zonas rurales, los peruanos creen fielmente que las almas de los muertos regresan para disfrutar de los altares que se preparan en las casas, con objetos que reflejan algún aspecto de la vida de la persona fallecida. En los altares dedicados al difunto se ubica su foto, velas y flores que llevarán al cementerio al siguiente día. Las ofrendas para el fallecido incluyen comidas que el difunto disfrutaba cuando estaba con vida o alguna cosa con importancia para él.
La costumbre es dejar las ofrendas durante toda la noche, para que el difunto pueda tener tiempo de disfrutarlas. Al siguiente día, se reza la comida o bebida que fue puesta para el muerto y una vez que la oración ha sido hecha todos pueden disfrutar del especial almuerzo. El momento más emotivo se da en el cementerio, donde los allegados al difunto visitan su tumba y dejan flores en honor a su memoria.
En las áreas urbanas de Perú, el día de los Muertos también es celebrado, pero un poco diferente y en lugar de poner las ofrendas para velarlas toda la noche, la gente simplemente pone las ofrendas el 2 de noviembre. Al atardecer las familias van al cementerio a visitar a sus muertos y dejarles flores. Esta fecha se ve con alegría y la celebración muestra esa felicidad en la que familiares y amigos se reúnen en la casa del fallecido para recordarlo. Durante esta pequeña reunión se acostumbra tomar café, mientras se conversa y recuerdan cosas del difunto.
Venezuela: de visita al cementerio
En Venezuela la procesión va por dentro. Un poco olvidada la tradición del Día de los Muertos, lo venezolanos se toman esta fecha para rendir honor a sus muertos y llevarles flores al cementerio.
No hay ritos o fiestas importantes, sino un tiempo para recordar a los que se han ido en la privacidad del hogar. También se aprovecha para limpiar y adornar las tumbas.
El Salvador: raíces de tradición
En El Salvador el Día de los Muertos se celebra el 2 de noviembre. Aunque en menor escala que las grandes fiestas de otros países, los salvadoreños siguen la tradición de sus raíces y recuerdan a los difuntos en este día, pero más que recordar, es un día en el que se celebra la vida de los que siguen aquí.
Nicaragua: durmiendo con los muertos
Los nicaragüenses se toman muy en serio esta fecha y van mucho más allá de cualquier ofrenda u homenaje que alguien puede hacer.
El Día de los Muertos en Nicaragua se festeja en el cementerio y por la noche, algo que a simple vista parece terrorífico y por lo que muy pocas personas en el mundo están dispuestas a pasar. Sin embargo los nicaragüenses eligen esta forma para honrar a sus difuntos: pasan una noche con ellos. Sí, es la ocasión en que los nicaragüenses van al panteón en la noche y se duermen al lado de las tumbas de sus familiares.
Honduras, Costa Rica y Colombia: la fiesta religiosa
Es en Honduras, Costa Rica y Colombia donde los creyentes asisten a los cementerios para llevar romerías de amor, es decir, ofrendas en símbolo de agradecimiento a los favores concedidos por los santos en favor de sus seres queridos. Es por eso que en estos países el pueblo llega el 1 de noviembre a los cementerios con coronas y palmas para adornar las sepulturas y rendir homenaje a los que se fueron.
También se concurre a la Iglesia para rezar por los difuntos y pedir por la salud y felicidad de los vivos.
Ecuador: un verdadero banquete
El Día de los Muertos es en Ecuador una verdadera fiesta. Las familias se reúnen alrededor de una comida tradicional: guaguas de pan (figuras de pan con forma de niños), acompañadas con la colada morada, una bebida hecha a base de maíz violeta, de moras y de otras frutas.
Algunas comunidades indígenas celebran aún un antiguo rito, el encuentro con el fiel difunto durante una comida sobre su tumba. Según la creencia, el muerto vuelve cada año, entonces hay que prepararle sus platos preferidos. Los vivos esperan que el invitado haya terminado de comer, antes de servirse. Muchas veces, sólo les quedan les sobras…
En algunas regiones se le trae además las armas y los objetos que le eran valiosos, o se le invita también a jugar al Juego del Piruruy (un juego de dados). Según la suerte que tire, se pueden conocer sus necesidades o sus reproches. Y gracias a este dado tallado en un hueso de llama, se pueden también resolver los desacuerdos…
ÑATITAS, los muertos que viven – Por Milen Saavedra
¿Los muertos viven? Pues en Bolivia, sí. Y no se trata de una historia de zombis o muertos vivientes, se trata de la Fiesta de las Ñatitas o calaveras milagrosas. La palabra “ñato” o “ñata” se usa para denominar a las personas con nariz chata y, en este caso, quiere decir sin nariz. En la ciudad de La Paz, se cree que los cráneos protegen y ayudan a su portador y este, a su vez, lo trata como un miembro de la familia, pues convive con ellos y participa de las actividades domésticas. Los devotos aseguran que el ajayu (alma) del cuerpo aún está presente en ese resto óseo.
Uno de los creyentes es María Quisbert, pero no siempre lo fue. Ella cuenta que hace tres años le robaron objetos valiosos y dinero de su casa, dejándola totalmente endeudada, situación que le contó a una amiga que tenía una ñatita llamada Lidia.
“Esa noche, mi amiga soñó con la ñatita Lidia y ella le pidió que la llevara conmigo. Al día siguiente, me la trajo y se quedó en mi casa esa noche. Antes de dormir, con toda mi fe le pedí que me mostrara en sueños dónde estaban mis cosas y dónde estaban los ladrones; que si me hacía ese favor, cada martes por la noche le llevaría un cigarro y flores en agradecimiento”, recuerda doña María y agrega que, esa noche, soñó con la calavera.
“En sueños, Lidia me llevaba de la mano, era una jovencita muy linda que había fallecido en un accidente en Los Yungas. Me mostró el lugar en donde se encontraban mis pertenencias”, cuenta doña María. Al día siguiente, hizo la denuncia a la Policía, les indicó el lugar en dónde estaba lo que le robaron y así recuperó sus cosas. Ahora ella, cada martes por la noche, cumple la promesa que le hizo a Lidia.
Doña María comenta que tiene un conocido, Eduardo Flores, que tiene la calavera de un bebé de menos de dos años. “Se llama Toñito y es muy juguetón, les quita los juguetes a sus niños. Toñito lleva más de 10 años en la familia de Eduardo y, aunque se supone que no es más que un niño, le cuida su salud y le ayuda en sus estudios”, asegura.
“Desde que tenemos nuestra ñatita nada nos falta. Tenemos salud, cuida la casa cuando salimos de viaje, hacen ruido. A veces mis hijos llegan tarde y yo le encargo que me los traiga bien y hasta ahora nada nos ha pasado”, comenta por su lado Carmen Castro.
“Le rezamos para pedir que nos cuide y que nunca nos abandone, nunca le hago faltar su coca y cigarro y siempre le hablo, porque si le descuidas o te olvidas de ella, se enoja y te castiga”, explica. “En sueños te dicen que tienen sed y piden refresco”, agrega Carmen.
Como doña María y doña Carmen, hay miles de creyentes en las ñatitas. Y cada 8 de noviembre, una semana después de Todo Santos y del Día de los Difuntos, se celebra una fiesta en su honor.
Entre parientes, desconocidos y almas olvidadas
Hay ñatitas de toda edad: niños, jóvenes, adultos y ancianos. Son calaveras que pueden ser de parientes, herencias, regalos, compra y venta, antiguos elementos de estudio de estudiantes de medicina y algunos testimonios afirman que provienen de cuerpos robados en cementerios clandestinos que hay en las ciudades de La Paz y El Alto. En todo caso, son cráneos a los que se les da nombre y que se cuidan de generación en generación. Cuando una persona encuentra un cráneo que no es de un familiar, la tradición le obliga a hacerse responsable del difunto, devolverle dignidad y ofrecerle un hogar. Lo normal es tener una o dos calaveras, pero hay personas con tres o incluso seis.
En los hogares, los devotos hacen participar a las calaveras de los compromisos y obligaciones de la familia, vigilan la casa, la protegen de los ladrones y hasta intervienen en las consultas de los problemas familiares, relacionados con la salud, el trabajo y la suerte.
La forma de comunicarse que tienen los cráneos es a través de los sueños. Los devotos aseguran que mientras duermen conocen la historia del alma que ocupa la calavera, sus pedidos y hasta sus gustos para vestir o alimentarse.
“No cualquier cabeza es ñatita. Tiene que ser alguien sin identidad, que haya muerto sin ayuda o cariño, de forma violenta, ya sea una guerra o un derrumbe”, explica el pintor y antropólogo Edgar Arandia.
El experto cuenta que los devotos les piden favores a las calaveras pero que las almas no ayudan “así nomás”. “Es un humano, no es un santo. Al igual que un amigo, trata de ayudarnos cuando estamos tristes. No es para pedirles plata ni éxito”, indica.
Finalmente, cuando el alma que habita el cráneo se cansa de estar en la tierra, le avisa a su portador mediante un sueño. Entonces, se la lleva al cementerio para que sea enterrada, porque ya terminó su trabajo.
Para el antropólogo, comunicador, museólogo e investigador Milton Eyzaguirre la pervivencia de esta costumbre a través de los años tiene que ver, fundamentalmente, con una percepción que está relacionada con el poder que tienen las ñatitas.
“En el mundo andino se cree que las ñatitas o los restos óseos son sullca dioses (dioses de segundo orden) y que en la época prehispánica eran intermediarios entre las grandes deidades y los seres humanos. En la concepción actual se cree que son intermediarios entre el dios católico y los seres humanos. Las ñatitas, a partir de esta percepción, pueden ayudar a los seres humanos que son miembros de su familia o de su linaje, en algunos casos. A esta entidad se le pide una serie de favores, fundamentalmente para que les vaya bien en el tema económico y de salud”, explica el experto.
Además, agrega Eyzaguirre, este fenómeno está interrelacionado con lo que pasaba en el área rural en la época colonial e incluso antes, porque a las ñatitas, en su condición de dioses “menores”, se les pedía que hicieran llover o dejaran de hacer llover, dependiendo de las circunstancias y las necesidades temporales y agrícolas.
Flores y música para la fiesta
Desde la noche de cada 7 de noviembre, las familias alistan a sus ñatitas con sus mejores galas, se les pone algodón en los agujeros de los ojos y la nariz, gorras, sombreros o lluchus (gorros tejidos), gafas de sol, winchas, las adornan con coronas de flores y serpentinas o lo que la ñatita haya pedido mediante un sueño a su portador. También las colocan en urnas de vidrio, de madera o en cajas de cartón. Según la tradición, las almas disfrutan al compartir junto a los vivos y por eso la celebración se convierte en una fiesta
Al día siguiente y desde tempranas horas, los creyentes junto a sus familias se reúnen dentro y en los alrededores del Cementerio General de la ciudad de La Paz. Primero, acuden a misa para que los cráneos la escuchen y reciban agua bendita, que la riegan los mismos portadores porque los párrocos se niegan. Aunque la Iglesia católica en los últimos años ha reprobado en varias ocasiones esta tradición, no ha sido escuchada por los miles de devotos que aumentan cada año y hacen caso omiso a las advertencias eclesiales.
Después, los portadores se acomodan lado a lado en las calles al interior del cementerio junto a sus ñatitas, como en una exposición. Los devotos, sean familiares o extraños, se les acercan y les rezan o también ch’allan (ofrendan y celebran con bebidas alcohólicas). Así, cualquiera que crea en esta tradición, sea paceño, boliviano o extranjero es bienvenido a participar.
“Primero preguntan a los acompañantes por el nombre de la ñatita a la que desean rezar, le ofrecen flores, velas, mixtura (papel picado) u hojas de coca. A las ñatitas les gusta eso y también música. Los rezos son para pedir protección, algún favor o para agradecer”, explica Karen Monje, una asidua visitante de la fiesta.
“Se dice que ya algunas ñatitas se conocen y esperan encontrarse en el cementerio debido a la fiesta. Entonces, las familias suelen colocarse cerca para cumplir sus deseos”, agrega Karen. Por eso, también se celebran bodas y bautizos de las calaveras y sus portadores se convierten en “compadres”. Estas ceremonias son recreadas por las familias porque la iglesia no acepta esta práctica.
Después del recorrido en el cementerio, algunos devotos continúan la celebración con fiestas en salones de eventos cercanos, que incluye música en vivo, baile, comida y bebida, todo en nombre de la ñatita.
Terminado el festejo, los creyentes retornan a sus casas con sus ñatitas. Las vuelven a colocar en los altares que tienen en sus hogares y cada lunes, día de las almas, les ponen velas, cigarros, hojas de coca y flores para agradecer o pedir que los sigan cuidando a la espera del próximo 8 de noviembre.
Algunos datos
• Como antecedente de esta celebración, se dice que esta tradición proviene de la época prehispánica de Tiahuanaco, donde las ñatitas de la gente querida y los antepasados se consideraban fuentes de poder que daban protección a las personas, las familias y las comunidades, según investigaciones de arqueólogos.
• El Cementerio General de la ciudad de La Paz fue abierto en 1826, un año después de la fundación de Bolivia.
• En 2016, unos 20 000 devotos visitaron el Cementerio de La Paz para celebrar la festividad, se calcula que este año habrá más asistentes.
• En 2008, el arzobispo de La Paz, Edmundo Abastoflor, emitió un comunicado a la parroquia del Cementerio tachando la tradición de “culto no cristiano”, y prohibiendo las bendiciones. El párroco lo intentó, pero los devotos bloquearon la iglesia, bloquearon el tráfico y sitiaron al padre. Ese año, hubo bendición de ñatitas.
El 1 y 2 de noviembre las tumbas son lugar de encuentro entre las almas de vivos y muertos – Por Edwin Castro
«El sentido de la muerte está muy arraigado en nuestro país desde los tiempos más profundos. Constituye el eje medular de la identidad de los distintos grupos étnicos y sociales que habitan Guatemala”, cita el antropólogo Celso Lara, en su libro Guatemala ceremonias y fiestas populares.
«A mediados del siglo XVII, las ideas sincretizadas sobre la muerte ya habían sido procesadas por los pueblos mesoamericanos. Desde entonces el culto a la muerte sincretiza ideas religiosas, deja de tener el sentido de terror y se convierte en la idea del antepasado que vive en otra dimensión», explica el investigador.
El mundo sagrado prehispánico se puebla de ánimas buenas y nefastas, que entran en contacto con los seres humanos el Día de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, el 1 de 2 de noviembre, respectivamente.
Según la tradición popular, las almas que habitan Xibalbá en el mundo maya, como las del cielo y purgatorio cristiano, “tienen el permiso respectivo” del Ajau-Dios Mundo y del Dios Eterno, para salir a visitar a sus deudos, esos días. Se aparecen a las seis de la tarde del 31 de octubre y regresan a su morada a las seis de la tarde del 2 de noviembre.
“Esta evocación se refleja en celebraciones profundas, remotas, coloridas y de mucho significado en Guatemala, desde tiempos de Ixmucané, la formadora de los hombres de maíz , y de Ah Puch, señor que cuida el camino de los muertos a Xibalbá”, comenta Lara
Los guatemaltecos tienen respeto infinito al alma de sus muertos, que son los antepasados que habitan en el mundo de lo sagrado y esos días especiales visitan a los vivos que permanecen en el mundo de lo profano.
Llegan a los hogares y cementerios situados en las cumbres de las montañas, a la orilla de un camino, cerca de los siguanes o de los cerros, para que las deidades de Xibalbá los cuiden, los protejan y guíen para convivir con sus vivos. «Se cree que las almas de los muertos no se van, permanecen todo el año amparando a su gente”.
El Día de Difuntos, los cementerios de Guatemala transforman su silencio en manifestaciones festivas que llenan de color y música estos lugares. Se convierten en el crisol de lo sagrado, mito y rito se hacen uno en las tierras mestizas del Mayab.
Se adornan las tumbas con “flor de muerto”, pino y flores de papel, coronas de ciprés y pino, velas y candelas, se lleva “cabecera” (comida) a los cementerios y se “encumbran” barriletes. Se escucha música entre las tumbas, Se da rienda suelta a la imaginación culinaria popular y ricos manjares se degustan en honor de los difuntos.
Día de todas las almas
El 2 de noviembre es día de fiesta en Haití. En esta jornada se celebra en las calles de Puerto Príncipe el Fet Gede (“alegre día” en castellano o «Día de Todas las Almas»), un ritual religioso de origen Vudú. Las calles se tiñen de color, colmadas de gente vestidas de rojo y negro, los colores de los espíritus de sus antepasados. Conoce más sobre este ritual haitiano y dejate llevar por la fiesta.
Haití abre sus puertas a una de las celebraciones vudú más importantes de la isla, mostrándonos la belleza y la magnificencia de la fiesta de todos los muertos.
El Vudú fue heredado de las antiguas naciones africanas que fueron exiliadas al nuevo mundo. Parte de esta herencia es el Día de todas las almas.
El 2 de noviembre comienza la fiesta tradicional de las almas. Este rito combina música, etnia y tradición, un atrayente evento para todos lo viajeros del mundo.
La celebración
Puerto príncipe es el lugar elegido, ya desde temprano uno puede oler en el aire la emoción por la fiesta que pronto va a acontecer. Los celebrantes visten de rojo y negro, colores que representan los espíritus de sus antepasados, los congregados se encaminan en procesión al cementerio principal de puerto príncipe con el afán de despertar a los espíritus malignos y honrar al guardián de los muertos. Una vez reunidos se agolpan bajo la cruz del Barón y de Maman Brigitte.
La celebración ha comenzado, algunos se dirigen a rendir homenaje a las tumbas de sus familiares, otros dejan ofrendas de pan y ron en sus celebrados y todos juntos honran al dios de la muerte, Barón Somedi y a su hijo Gede; Nunca falta un poseído, que para demostrarlo frota jugo de chile sobre su cuerpo y bebe ron mientras que la música estridente no deja de sonar.
Todos bailan y cantan, al mismo tiempo limpian las tumbas y las adornan con velas y flores.
La fiesta esta en su nivel más alto, y una de las partes más importantes del ritual comienza: La Mambo o Sacerdotisa, siempre representada por una nativa del lugar, adornada de pañuelos ceñidos a su cabeza y collares de vistosos colores toma entre sus manos una gallina y varias palomas, estas las pasa por los cuerpos desnudos de sus acólitos, liberándolos así de las influencias de los espíritus malignos, luego recita una plegaria.
Velas encendidas, imágenes de santos del vudú y música palpitante rodean la escena. La mambo ha quedado poseída por Maman Brigitte y es ahí cuando comienza a predecir los hechos del año entrante. La sacerdotisa, aun poseída, vierte sobre la cruz, donde todos están reunidos, ron, la prende fuego sin dejar de bailar y cantar la canción ritual que tocan los percusionistas, es, en ese intante cuando recupera la conciencia perdida bajo la posesión de Maman Brigitte.
Ya fuera del transe abandona el cementerio, los demás participantes continúan la celebración bailando, cantando y charlando con sus muertos como si estos pudieran realmente oírlos. Entre tanta gente se puede vislumbrar vendedores de velas y estampitas de santos.
La música sagrada, es el nexo, aparece en todas las ceremonias y sus tonadas se transmiten de generación en generación. La danza también es importante, cada movimiento representa una metáfora mágica del mundo invisible, los nativos creen que los espíritus son atraídos por estas danzas y así se unen a la fiesta.
¿Dónde?
No solo el cementerio de Puerto Príncipe es escenario de esta celebración, toda la isla esta de fiesta y más alla de que el ritual es uno, las distintas regiones lo viven a sus maneras, que va desde posesiones a sacrificios de animales, siempre acompañados de bailes y música de tambores frenéticos que no dejan de repiquetear.
A lo largo de la noche los festejantes se van alejando del cementerio, dejando detrás de sí la polvareda del baile, humo de las velas y a sus muertos, a la espera del año próximo cuando el festejo y la música los honren nuevamente.
El Vudú y la historia del Día de todas las almas
Haití es una isla pequeña de gran belleza y tradición. Se cree que de 8 millones de habitantes que residen en la isla 2 tercios practican el vudú y por mas que en tiempos de conquistas se a tratado de eliminar los rituales vuduistas los nativos a fuerza de voluntad y empeño han logrado conservar la herencia africana de sus antepasados.
Bajo el dominio francés del país, a los esclavos se les prohibió la práctica del vudú, pero éste sobrevivió. Los franceses permitían bailes los fines de semana que, sin saberlo, eran prácticas de vudú. Los seguidores del vudú incorporaron algunos ritos cristianos a sus prácticas antes de que Haití obtuviera su independencia de Francia en 1804. Los esclavos, a quienes se les prohibió practicar sus ritos africanos, colocaron a sus dioses, disfrazados, entre los adornos de los santos de la Iglesia Católica.
Tras la independencia de Haití, en 1804, los blancos fueron expulsados del país, y muchos de ellos, sacerdotes católicos incluidos, asesinados. El Vaticano rompió relaciones con Haití, y no volvió a restablecerlas hasta 1860. Durante estos 56 años, los houngans y mambos construyeron la religión nacional de Haití, el vudú, como una complicada amalgama de religión espiritual africana y catolicismo. La práctica del vudú, unió a los esclavos de Haití en su lucha por la libertad, obtenida en 1973.
Prácticamente todos los loa fueron asociados a santos católicos. Como consecuencia, no es raro para los haitianos practicar el vudú y el catolicismo y, a veces, ser devoto de ambos. En diversas ocasiones, entre 1860 y 1940, la Iglesia católica organizó campañas contra el vudú, pero sin éxito alguno.
En 1949, algunos elementos de la Iglesia católica emprendieron una guerra santa total contra el vudú, llegando a quemar peristilos y a golpear y matar a houngans y mambos, exigiendo a la sociedad salir de su ostracismo. Pero apenas tuvo el efecto deseado. El vudú quedó hasta cierto punto relegado a prácticas secretas, pero su popularidad creció, quizá debido a la misma opresión. A principio de los cincuenta la Iglesia católica paró la guerra e hizo las paces con el vudú, llegando a asimilar alguna de sus prácticas, como la de los tambores y los cánticos. Desde entonces, las relaciones entre los católicos y los serviteurs han sido tranquilas.
Sin duda la fiesta de las almas es una de las más importantes celebraciones vudú, digna de ser conocida y presenciada por aquel que tenga la posibilidad hacerlo. El Vudú Probablemente es la primera palabra que viene a la mente cuando se habla de Haití. Para el viajero con una mente abierta, el vudú, sus ritos y ceremonias son el principal atractivo cultural de la visita al país. Mucho más allá de una mera expresión anacrónica del pasado africano de Haití, el vudú es una experiencia vital que comparte la mayoría de los haitianos y que merece la pena conocerse.
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