CLACSO | Beatriz Sánchez, excandidata presidencial del Frente Amplio: “Chile es el país más neoliberal del mundo”

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Entrevista a Beatriz Sánchez, excandidata presidencial del Frente Amplio

Por Gerardo Szalkowicz y Lucio Garriga

El año pasado, por primera vez desde el fin de la dictadura pinochetista emergió una fuerza de centroizquierda que logró romper el duopolio de la derecha y la Concertación. El Frente Amplio estuvo muy cerca de entrar al balotaje y abrió una nueva etapa en Chile. Beatriz Sánchez, su principal referente y ex candidata presidencial, explica cómo se impuso el sentido común del neoliberalismo chileno como modelo exitoso y analiza la etapa actual en América Latina: “Es muy positivo el resurgimiento de movimientos y partidos que se plantean realizar cambios más estructurales”. En esta entrevista, realizada en el marco del I Foro de Pensamiento Crítico de CLACSO, destaca también las enseñanzas del feminismo en la región y se entusiasma de cara al futuro: “El Frente Amplio se está preparando para gobernar”.

-¿Qué impresiones y conclusiones le dejan las intervenciones y debates que se plantearon en el foro de CLACSO?

-Han sido muy interesantes las discusiones, hubo de todo, miradas críticas y otras no tan críticas… Es muy positivo el resurgimiento de movimientos y partidos políticos que se plantean realizar cambios más estructurales en sus países. Es muy importante esa discusión de fondo. Además, hubo varias intervenciones en sintonía con que la política se cambie de fondo pero también de forma. Fue muy productivo escuchar las lecturas positivas, las lecturas negativas, las lecturas más críticas respecto a lo que está pasando en América Latina y cuáles son nuestros desafíos.

-Pensando en esos desafíos y las tareas actuales del progresismo y las izquierdas en América Latina, ¿cuáles cree que son las principales lecciones que deja el denominado “ciclo progresista” que puedan servir de insumo al Frente Amplio en un Chile que estuvo exento de ese ciclo?

-Lo primero es que hay que hacer una lectura más fina de la sociedad en la que estamos y del proyecto que queremos ofrecerle a esa sociedad. Desde la izquierda ya no estamos en una posición de dar lecciones o decirle a la gente cómo tiene que comportarse o que la culpa está en el otro y no en nosotros y nosotras. Creo que esa es la lección más importante: que debemos hacer una lectura más fina de los miedos que existen en América Latina, hacer esa sintonía más fina, traer las banderas del sentido común que Álvaro García Linera definió muy bien. Cómo ganar el sentido común de las personas con los proyectos de cambio que estamos proponiendo, ese es el gran desafío.

En relación a Chile, creo que es el país más neoliberal del mundo. En Chile todo es negocio. Todos los aspectos esenciales de la vida, la salud, la educación, las pensiones. Nosotros como Frente Amplio nos instalamos como una fuerza de cambio diciéndole a la gente que acá hay un mundo de derechos, no de negocios. Eso ya es un sacudón, una movida fuerte de piso. Hoy día nuestro gran desafío es seguir ganando el sentido común y leer bien la sociedad en la que estamos porque en definitiva ganó Sebastián Piñera, y ganó prometiéndole a la gente crecimiento y empleo, un discurso muy sencillo. Supo entender los temores de la sociedad chilena. Creo que desde la izquierda debemos entender esos temores.

-¿Qué enseñanzas está dejando el movimiento feminista en América Latina de cara a la resistencia al neoliberalismo pero también a la construcción de proyectos transformadores?

-Yo soy feminista y el año pasado -fue toda una discusión pero nos definimos de esa manera- dijimos que queríamos ser el primer gobierno feminista en la historia de Chile. Si bien provocó harta tensión, tanto a lo interno del Frente Amplio como hacia afuera, creo que ya había una vibración en el país respecto a la ola feminista que se está viviendo, por ejemplo con las protestas que encabezaron las estudiantes universitarias en mayo. Yo siempre he sido una activista por el aborto, estuve en Argentina acompañando la votación en el Senado y aprendiendo de las compañeras argentinas de cómo lograron hacer sentido sobre que o estás con el aborto seguro o estás con el aborto clandestino. En Argentina se logró algo muy interesante que queremos llevar a Chile: la despenalización social del aborto. Yo ando con el pañuelo verde porque me parece un símbolo muy importante en nuestra actividad pública.

En Chile recién el año pasado se dejó de penalizar el aborto en tres causales, hasta el año pasado todo tipo de aborto era penalizado, una mujer podía caer presa y el equipo médico también. Las mujeres en Chile somos ciudadanas de segunda clase desde hace muchísimo tiempo, pero hoy día hay un movimiento feminista muy grande que me da mucha satisfacción. ¿Quiénes son los y las que toman decisiones? En Chile son los, y son muy pocos. La idea es que eso cambie y desde el feminismo podemos explicar de forma mucho más concreta lo que significa un proyecto de cambio.

-En tu ponencia destacabas que Chile se presenta ante el mundo como el modelo neoliberal exitoso, ¿cómo se ha logrado imponer este sentido común?

-Esto viene desde la dictadura, que fue la que instaló este modelo. Entre 1978 y 1981 hay un cambio brutal: se crean las AFP, que es nuestro sistema de pensiones, se privatiza la educación, el agua, se genera la ley del cobre que estimula que el negocio minero siempre tenga prioridades, la ley forestal que hace que por árbol plantado se le pague a las forestales, etc. La Constitución del ´80 es la que cierra con candado todo esto. Chile cambia en tres años con un equipo económico que vino directamente de la Universidad de Chicago a instalar el sistema neoliberal durante la dictadura. Después, con los pactos de la transición, logran de una manera muy exitosa que la crítica se centre sólo en la violación de los derechos humanos, dejando de lado todo lo demás, blanqueando este modelo económico que también tiene que ver con los derechos humanos, con el despojo.

Por eso surgen las protestas masivas del 2011. Porque la Concertación, en esta democracia transicional que tenemos todavía, se compromete a buscar justicia en la medida de lo posible y lo deja ahí. Pero todo lo que tiene que ver con lo que instaló como modelo se deja intacto. Lo otro que hace la Concertación es que mantiene esta despolitización, este corte del tejido social que dejó la dictadura. Y borra o coopta a los movimientos sociales. Entonces cuando digo que Chile es el país más neoliberal es porque lo tenemos metido en la cabeza, culturalmente. Todo es individual, desconfiamos del de al lado, del vecino, del que está enfrente, de la organización social, de la política. Eso no fue sólo la dictadura, fueron también los partidos de la centroizquierda. Entonces reconstruir un país que se mire y reconstruir lo comunitario para entender que entre todos tenemos que empujar el carro es muy difícil. Parte de los desafíos que tenemos es romper con ese sentido común.

-La realidad política chilena por estas horas está atravesada por el asesinato del joven mapuche Camilo Catrillanca a manos de Carabineros. ¿Cuál es el trasfondo del conflicto en La Araucanía?

– Hay una tensión que atraviesa a todo el país por lo que sucedió. Creo que estamos mucho más lejos de lo que nosotros propusimos, que tiene que ver con reconocer que Chile tiene más de una nación. Hay que hablar de pueblo mapuche, cosa que hoy no se hace, y también hablar de autodeterminación. Ese es un anhelo del pueblo mapuche y creo que estamos muy lejos con este gobierno. Pese a que hubo un gran anuncio de diálogo que se llamó Plan Araucanía, tenemos una policía militarizada que se llama Comando Jungla, que está destina a la región de La Araucanía y que pone en tensión permanente a las comunidades porque hay allanamientos, hay controles permanentes. Imaginen a una persona mapuche que viaja todos los días del trabajo a la casa y tiene que parar dos o tres veces a mostrarle su identificación a la policía. Esto pasa todos los días. Hoy día escaló a otro nivel porque un comunero mapuche de 24 años, Camilo Catrillanca, recibió una bala en la nuca. Los Carabineros al principio negaron que tuvieran la filmación y después supimos que destruyeron la tarjeta de memoria para que no se supiera la verdad. Y esto tiene muy convulsionado a Chile.

A largo plazo es un tema muchísimo más complejo porque tiene que ver con nuestra relación como Estado con los pueblos originarios. Hoy ni siquiera hay un reconocimiento constitucional, ni hablar de la autodeterminación que es una conversación mucho más lejana.

-¿Cuáles son las expectativas y los desafíos del Frente Amplio de cara al futuro?

-El Frente Amplio nació hace muy poquito, tiene muchos desafíos. El primero es asumir una responsabilidad. Lo que pasó el año pasado es que le dimos esperanza a las personas, confió en que podemos hacer un país distinto y eso ya fue un quiebre muy notorio. Ahora tenemos la responsabilidad de responder a eso, tenemos que empezar a decir “éstas son nuestras ideas pero se pueden concretar”, dar sentido de realidad, que lo que proponemos se puede realizar, que puede haber un cambio posible. Combatir a la gran desesperanza que hay en Chile. El Frente Amplio se está preparando para gobernar.


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