Perú: 50 años de reformas importantes en la historia republicana – Por Vicente Otta R.

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

50 años de reformas importantes en la historia republicana

Por Vicente Otta R.

En la década del 60 el mundo seguía estremecido por la revolución china y los movimientos antiimperialistas y de liberación nacional que emergían en Asia, África y América Latina. La revolución cubana constituía el punto más alto de la ola revolucionaria latinoamericana.

En este contexto hay que ubicar los acontecimientos que se producen en el Perú. El 3 de octubre de 1968, las fuerzas armadas, bajo el liderazgo del General Juan Velasco Alvarado iniciaron un proceso de profundas transformaciones económicas y sociales que hicieron del Perú oligárquico un país en tránsito a la modernidad y la soberanía.

Sentaron las bases económicas, sociales y culturales de la democratización para que las formas y mecanismos democráticos logren ciertos avances aunque no alcancen carta de ciudadanía plena.

La Constitución de 1979 resume parte de los logros del proceso de reformas por la búsqueda de un Perú con justicia, libertad y soberanía, revalorando y continuando las acciones que desde Túpac Amaru alimentan este sueño.

La permanente y potente propaganda para demonizar a Velasco y las reformas progresistas, que oligarcas reciclados y la burocracia neoliberal han realizado en este periodo, no han podido borrar las reformas ni la presencia velasquista. Como a Túpac Amaru “No podrán matarlo” Vive en la memoria y corazón de las mayorías nacionales y populares.

Por eso conmemoramos hechos trascendentales como las reformas Agraria y Educativa, la declaración del quechua como idioma oficial, Ley de Comunidades nativas y la Política Exterior soberana que rompieron el sistema oligárquico.

Para quienes desde la izquierda socialista denostamos y nos opusimos al proceso de reformas nacionalista y democrática, es una obligación revalorar estos cambios. Como autocrítica debemos reconocer que nos equivocamos al poner por delante la teoría gris antes que el árbol de la vida, sobrevalorando tendencias autoritarias presentes en la dinámica de las reformas, sin considerar que era mucho más lo que había en común entre el proyecto reformista radical y las aspiraciones del pueblo peruano. Intereses que los socialistas decíamos asumir.

Afirmar que la nación actual es hija de este proceso, es una verdad histórica. El tránsito de siervo a campesino propietario de su tierra, es la creación del ciudadano con derechos que se completa con el reconocimiento de su idioma y el derecho al sufragio. Estos cambios trascendentales se realizaron entre 1968-1975.

El fujimorismo y su irrita constitución expresan el pacto conservador entre el proceso restaurador del segundo belaundismo y la ola neoliberal instalada desde 1990.

Si sumamos la violencia sanguinaria del senderismo y la guerra sucia del Estado durante los gobiernos de García y Fujimori, tendremos una evaluación más aproximada de la magnitud que la descomposición ha alcanzado en nuestra sociedad. No es solo un fenómeno político sino profundamente ético, moral y emocional.

La inocultable crisis actual del país, con un estado que abdica de sus obligaciones sociales y de su soberanía, con una corrupción generalizada y, cada vez más narcotizado es la expresión descarnada de la constitución de 1993. No se trata de cambiar dos o tres artículos como pretenden el Presidente Vizcarra y el neoliberalismo menos mafioso y transnacional.

Salir del actual descalabro requiere indefectiblemente que el pacto social que debe traducir una nueva constitución esté precedido del perdón y la reconciliación nacional, cerrar las heridas que siguen sangrantes y purulentas. ¿Cómo hablar seriamente de un nuevo pacto social en estas condiciones?

Urgimos una nueva constitución que retome las conquistas socio-económicas y culturales que están presentes en la carta magna de 1979 y se proyecte al siglo XXI que transitamos. Una nueva constitución que se encuentre con los verdaderos desafíos del Perú actual y su historia.

Otra Mirada


Nelson Manrique: “Sin la reforma agraria, lo de Sendero hubiera sido muchísimo peor”

El historiador Nelson Manrique hace un análisis de lo que, a su juicio, fue el periodo de Juan Velasco Alvarado en el poder. Rescata sobre todo algo: el final de la servidumbre y del feudalismo. Sin eso, añade, al terrorismo de los ochenta hubiera llegado, incluso, más lejos.

Se cumplen 50 años de la llegada de Juan Velasco al poder. Mirando atrás, ¿qué piensa ahora de ese momento?

Lo fundamental es que canceló un periodo histórico importante: la república oligárquica. A fines del siglo XIX se consolidó un bloque de poder donde el común denominador era la propiedad de la tierra. En 1965, Caretas publicó la foto de un terrateniente cajamarquino cargado en andas por sus indios.

¿Y Velasco acabó con eso?

Culminó el proceso porque el agro estaba en una profunda crisis. Soy de la generación que estudiaba en la universidad cuando ocurrieron estos hechos y creíamos que una reforma agraria, sin un baño de sangre, era imposible. Pero Velasco la lanzó y no hubo resistencia. ¿En qué sociedad la clase dominante abandona el poder sin oponerse? Allí donde esa clase dominante ya no tiene fuerza. Lo que hace Velasco es sincerar la situación, con una tónica progresista.

¿En qué sentido?

Se eliminó la servidumbre de indígenas y el feudalismo.

Pero la reforma agraria es un fracaso.

Los asesores de los militares eran civiles. Para entender el modelo de Velasco hay que entenderlos a ellos, que cometieron equivocaciones.

¿Cómo cuáles?

Las cooperativas agrarias no iban a funcionar en haciendas tradicionales serranas, donde hay productores independientes que pagan renta por el derecho de utilizar la tierra. No había cómo cooperativizar eso. De antemano, esas cooperativas estaban condenadas al fracaso y solo funcionaron en el papel. La reforma fue muy mal llevada, pero Velasco no creó la crisis.

¿Por qué cree que Velasco tiene una imagen tan negativa?

Es paradójico. La izquierda que lo enfrentó hoy lo reivindica. Éramos terriblemente dogmáticos y pensábamos que era imposible que el Ejército, el corazón del aparato estatal…

¿Fuese progresista?

Así es. Pensábamos que su misión en la vida era defender los intereses de la clase dominante. Y de otro lado, la derecha que fue beneficiada por Velasco, lo ataca.

¿Qué derecha fue beneficiada por Velasco?

El sector industrial. La reforma agraria tenía entre otros objetivos promover el mercado interno y transferir capitales del campo a la ciudad. A los terratenientes les dieron bonos, muchos de ellos se quedaron sin pagar, y tenían la opción de invertirlos en industria. El más destacado en hacer eso fue Romero, que era terrateniente algodonero en Piura y se convirtió en industrial. La familia Brescia y otros aprovecharon también y ahora son grupos de poder fuertes. Eso es Velasco también.

Igual, Velasco es la bestia negra de la derecha peruana.

Y eso, creo, tiene que ver con el carácter estamental de nuestra sociedad. Heredamos de la colonia una organización social en la que la estratificación divide a los peruanos en estamentos impermeables entre sí. El orden estamental ideal es aquel en el que cada quién sabe cuál es su lugar.

Sin movilización social.

Así es. Gonzalo Portocarrero hizo una gran investigación a mediados de los ochenta entrevistando a escolares, y cuando preguntaba si habían sido discriminados, muchos respondían que no porque sabían por dónde moverse. Pero si uno pretende traspasar la frontera invisible que separa los estamentos, será reprimido y sale el racismo.

¿Esa es la razón por la que Velasco es mal visto desde los sectores más conservadores?

Velasco había dado también la orden de la comunidad industrial, según la cual los trabajadores tenían el derecho de participar en los directorios de las empresas y acumular acciones. La profesora Carmen Rosa Balbi hizo una investigación sobre la burguesía industrial y me contó que entrevistó a empresarios y allí salió lo siguiente: el problema no era que le diesen la mitad de la empresa a los trabajadores, sino el hecho de tener a cholos sentados en la misma mesa del directorio. Eso les resultaba intolerable. Por eso dicen que para nuestras abuelitas el Perú era un país lindo hasta que Velasco hizo que la gente olvidara cuál era su lugar.

Movilización social impulsada por una dictadura cerrada.

Esa es otra paradoja. Había mucho más libertad con Velasco que con Belaunde.

Con medios confiscados, sin libertad de prensa.

Eso es verdad. Pero hasta Velasco, los peruanos estaban prohibidos de viajar por países socialistas. Es más, se quemaban libros en la aduana si los creían subversivos.

De acuerdo, pero el de Velasco fue una dictadura.

Fue un gobierno autoritario, de hecho. Y uno de sus grandes problemas fue querer hacer las reformas como un operativo militar, sin que los beneficiados participen ni se movilicen. Eso hizo que el régimen no tenga base social. Por eso, Velasco cae sin que nadie se levante.

La República


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