Omar Valiño: «Contra viento y marea, contra los problemas de la ciudad, la gente acompaña al teatro en La Habana»

321

Omar Valiño crítico y teórico teatral. Además es el director de la Casa Editorial Tablas-Alarcos especializada en la difusión de las artes escénicas.

Durante la edición de 2017 y la que se realizará en 2019 Valiño es el director curatorial del Festival de Teatro de La Habana. Las artes escénicas son, dentro de la tradición artística cubana, una de las expresiones más potentes y más populares. El Festival de Teatro, ahora dirigido por Valiño, se propone producir diálogos intensos entre las producciones nacionales, las extranjeras más novedosas, la crítica y el público, en un encuentro entre iguales, libremente y sin prejuicios.

Para conocer más sobre el Festival, la tradición teatral, el público en La Habana y el resto del país y la gran tradición cultural expresada en la crítica de arte, dialogamos con Omar Valiño, quien además declaró su amor por el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano que en diciembre cumple 40 años.

¿Cómo surge el Festival de Teatro de La Habana?
El festival que surge con el nombre que mantiene, Festival de Teatro de La Habana, en enero del 80; en torno a una fecha que fue declarada a partir de ese momento: el Día del Teatro Cubano. La fecha rememoraba el momento en que en el teatro se produce una toma de posición pública a favor de la independencia en el siglo XIX. Acababa de iniciarse la primera guerra de independencia cubana y, a menos de tres meses de ese inicio, se produce ese acto cultural, político y cívico. Estamos hablando de enero de 1869.
De tal manera que estamos a unos meses de celebrar sus 150 años. Y lo vamos a celebrar. Un gran dramaturgo cubano -y recordado y gran amigo que ya murió- dijo una frase que lo sintetiza perfectamente. Dijo que el 22 de enero de 1869 se unieron para siempre teatro y nación en Cuba.
El festival surge con esa vocación también para darle como una nueva legitimidad al teatro. A partir de la década de los ‘80, todo está relacionado con las políticas culturales que renueva e incrementa el entonces recién fundado Ministerio de Cultura, dirigido por Armando Hart. Por eso surge en esa época o se recuperan varios festivales en prácticamente todas las manifestaciones.

¿Cómo definirías el perfil del Festival?
El festival no es un festival de una tendencia estética. Es un festival que trata de elegir calidad y diversidad. Para dos destinos: el sector profesional, mostrando la mayor posibilidad de trabajos que no sean habituales entre los profesionales cubanos. Para que la gente vea otras cosas, otros caminos. Otros destinos del teatro y la escena en general.
Pero eso sin olvidar la gran afluencia del público en general, que tiene como tradición ese festival. En la edición del año pasado acudieron cincuenta mil espectadores a los cuarenta espectáculos que se propusieron. Veinte nacionales y veinte extranjeros. De tal manera que también al mismo tiempo que el público se encuentra con esos caminos diferentes, también tiene una diversidad para elegir.
El riesgo de someter el festival a un solo universo o una sola tendencia podría desechar a gran parte de ese público. Siempre se trata de ser un encuentro real. No solo que la gente acuda allí y luego se vaya, sino que se produzca un gran intercambio que está lleno de pequeños intercambios. Uno de ellos esencial y que creo el que más agradecen nuestros invitados, es el intercambio de los artistas con el público. Los visitantes se quedan muy impactados por la afluencia y la manera en que el público entiende y participa del teatro en Cuba.

Entre los veinte espectáculos nacionales que forman parte del Festival ¿pueden incorporar espectáculos que no sean de La Habana?
Dentro de los veinte espectáculos de la edición pasada una mayoría no era de La Habana. Es la vez que en mi opinión, y yo creo que fue reconocido así, mejor representado estuvo el teatro en todo el país en una edición del Festival de Teatro de La Habana. Pero además no es solo por, vamos a llamarle así, una concesión hacia la provincia, sino porque todas esas entidades están produciendo un teatro perfectamente enlazado al que se produce en La Habana, es decir, en todo el país.

¿En el Festival de La Habana se realizan entrevistas abiertas luego de las funciones?
Lo estamos haciendo en los últimos festivales. Ha nacido, yo pienso como de dos pequeñas tradiciones. El gran papel que la crítica teatral juega en Cuba, que no es solo el de la crítica habitual, sino crítica, gestión, diálogo, intercambio. Y de esa fortaleza que tiene dentro el festival: los eventos teóricos y pedagógicos. Y surgió como una extensión de ese intercambio. Y… son maravillosos esos diálogos. No son para la crítica. Son para el público.

¿Qué pasa con ese público habitual del teatro en La Habana más allá del Festival?
La Habana tiene mucho público. En los últimos años con independencia de una tradición más larga. Pero desde el inicio de los 2000 hasta acá es un público que se ha ido incrementando. Va además mucha gente de todos los sectores. Pero hay también mucho público joven. Ese es un dato muy importante. Y contra viento y marea, contra los problemas cotidianos de la organización de la ciudad, la gente acompaña al teatro en La Habana en cualquier circunstancia.

El teatro, junto con la danza y la literatura, tiene una tradición en Cuba que con la revolución, lejos de borrarse, se incorporan al proceso revolucionario y desde allí se re-significan, se recuperan y se lanzan hacia el futuro
Así es. En todas las manifestaciones o en prácticamente todas, a veces desde el siglo XIX o antes, había tradiciones sustentadas básicamente en grandes esfuerzos individuales. La revolución potencia eso en prácticamente todas las manifestaciones. Y hay que decir que democratiza la participación. Tanto en la producción como en el intercambio de la gente, en mayorías, con las manifestaciones culturales. Esa es la gran obra, dicho en muy pocas palabras, de la revolución en términos de la cultura. Lo que representa como revolución cultural en sí misma, y lo que representa en torno a la cultura y las manifestaciones artísticas.

Dado que conoces el teatro latinoamericano, ¿qué estás viendo en estos momentos que pasa en la escena? y en particular sobre Cuba, ¿qué estéticas se están produciendo actualmente?
Siempre hay que decir que dentro de una enorme diversidad porque Latinoamérica produce mucho teatro y muy diferente resultado. Pero yo creo que hay ejes que no se abandonan. Ahora se trata muchas veces de manera diferente a lo que llamamos el teatro político de los años 60, pero no deja de ser político. Esto a veces crea confusión para los que piensan que hay una única manera de hacer teatro político. Hay muchas exploraciones, por supuesto con el cuerpo, con las zonas de lo que se llama la presentación y no la representación. Muchas zonas de auto-ficción. De trabajos testimoniales sobre esas propias problemáticas individuales y colectivas. También muchos tipos de invención dentro de la ficción. Pero el teatro latinoamericano y cubano sigue apuntando a tocar puntos humanos individuales y colectivos.
Las zonas de las diferencias que es algo tan cultivado por las artes en los últimos años. Las búsquedas de nuevos recursos de intercambio con el público. Estos que te mencionaba y otros. Yo creo que siempre hay un momento donde muchas cosas te impactan en cualquier parte. La realidad teatral cubana se está nutriendo también de ese diálogo. A veces con peleas estéticas dentro de nosotros pero es también parte de la naturaleza del arte

Cuba tiene una vida cultural en todas las ciudades. Incluso los pequeños pueblos tienen sus espacios de música, de danza, las calles pobladas de producción cultural ¿por qué ocurre eso?
Eso se debe a que en primer lugar hay una permanencia de entidades culturales, léase grupos artísticos e instituciones culturales en todo el país. Desde el municipio hasta la gran ciudad que es La Habana. Y se organizan muchísimas cosas. Cientos de eventos, de encuentros de la más diversa naturaleza. De tal manera que esa vida cotidiana de la cultura y la participación de la gente en ella es algo natural. Obviamente la gran ciudad disfruta de cosas que no puede disfrutar el pueblito más alejado. Pero en diversas escalas no solo hay una preocupación sino una vida cultural y teatral en muchos, muchísimos territorios del país.
Si sumas a eso que hay también un movimiento de lo que en Cuba llamamos aficionados, amateurs, que también ha ido recuperándose en los últimos años y que son a su vez público y gente que participa de otro modo en la cultura, pues veras que eso es como la vida cultural que mencionas se produce naturalmente.

La crítica de arte -cinematográfica, musical, plástica, teatral- también son parte de una importante tradición. Además, contra los que siguen hablando sobre la supuesta censura de ideas, tiene un debate público de una potencia extraordinaria. ¿Cómo es la tradición crítica en Cuba?
La propia existencia de esa tradición y de su circunstancia presente habla de la pertinencia de la crítica en Cuba. Porque no se puede tener una crítica cultural o dedicada a las manifestaciones artísticas si eso no está basado en un contexto crítico general en el país, y el particular de cómo las producciones culturales y artísticas refractan las realidades sociales del país. Y son incisivas como señalas. Son incisivas con respecto a las evaluaciones y a las ficciones que la crítica propiamente genera a partir de los textos culturales, a partir de los relacionamientos entre distintos textos culturales, ya más de un modo ensayístico, digamos. Y a la relación que eso tiene, no solo con lo artístico en sí mismo sino siempre con la realidad y con la sociedad. Y eso genera a su vez, también, debates. Pone debates en el candelero social.
Yo creo hay cosas que están pasando en Cuba hoy, que van a señalar caminos de incremento de esos debates. Los propios debates e intercambios en torno a la nueva constitución son como nuevas bases de la pirámide social y política de la crítica. Incluida la crítica artística y literaria.

¿Hay un cambio cultural entre aquellos jóvenes de la década del ‘60 y los de la segunda mitad de los ‘80? ¿Cuál es la relación de los jóvenes y la nación con la cultura en este momento?
Pues fíjate que ahí hay una paradoja. Estoy de acuerdo con los momentos de detenimiento de esos auges de debate y creo que es muy importante que aunque se equivoquen, los jóvenes tengan intención y salgan a discutir. Porque lo que sí es lo peor de todo es el silencio. Me parece que siempre que los jóvenes salgan a preocuparse por los destinos de su país -de lo que ellos hacen allí, del mundo más cercano que tienen alrededor, léase los cineastas, en el caso del cine que ha sido muy discutidor y discutido, en el propio teatro y en cualquier manifestación- me parece que es justo lo que yo siempre aprecio como un valor dentro de la sociedad. Lo digo con un señalamiento de paradoja porque a veces da la sensación en algunos de estos debates que para algunos fuera negativo que los jóvenes salgan al ruedo a discutir. Podemos estar más de acuerdo, menos de acuerdo, pero lo que es más importante que ese momento de debate se produzca. Alumbra muchas cosas y se reformulan muchas cosas y se sienten participantes de un momento y de un proyecto.

40 Años del Festival de Cine de La Habana
Valiño es, además de un teórico de las artes escénicas, un cinéfilo empedernido. Y habló del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, como solo lo haría alguien que ama las películas.
«El Festival de Cine va a cumplir las redondas cifras de cuarenta años. Parece mentira. Yo desde adolescente estuve al tanto de lo que ocurría en el festival, y cuando me fui a estudiar a La Habana en la Universidad, el festival estaba todavía en ese período lógico de cualquier evento, donde todavía se están haciendo sus definiciones fundamentales. Lo que más asombra, siempre lo digo, es que el festival fundó una tradición en tan poco tiempo. Las tradiciones que a veces llevan siglos, pues el festival es la prueba de que también en un breve espacio de tiempo se funda una tradición, porque La Habana no existiría y no sería igual sin el festival de cine en diciembre. Yo digo que son los días más bellos de La Habana en el año. Yo en lo personal que solo he sido siempre espectador del festival, ir mucho al cine para mí el festival es como una universidad. Como parte de mi formación. Cuando me estaba formando y siempre. Me alegra mucho poderte decir todo esto y que alguien de allá lea mi entrañable relación con el festival de cine latinoamericano de La Habana»

VOLVER

Más notas sobre el tema