Ganó Bolsonaro, pierde la Amazonia – Por Valeria Saccone
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Ganó Bolsonaro, pierde la Amazonia: todo lo que esta victoria implica para el planeta
“Todas las declaraciones de Bolsonaro suenan como amenazas al medio ambiente”. Esta opinión tan rotunda es de Marcio Astrini, coordinador de Políticas Públicas de Greenpeace en Brasil, para quien un Gobierno de Jair Bolsonaro (PSL), el ultraderechista ganador de las elecciones en Brasil, pone seriamente en riesgo la supervivencia de la selva amazónica. El pulmón verde del planeta perdió 71 millones de hectáreas entre 1985 y 2017. Esta cantidad equivale a la suma de la superficie de los Estados de São Paulo, Río de Janeiro, Paraná y Espíritu Santo. En el mismo periodo, el área destinada a la agricultura en esta región se triplicó, según datos de MapBiomas.
La preocupación que este activista transmite a El Confidencial encuentra cierto respaldo en la comunidad internacional. El día en que se conocían los resultados de la primera vuelta de las elecciones, cuando Bolsonaro ganó por goleada con un holgado 46%, varios científicos del clima lanzaban su llamamiento más dramático. El 8 de octubre, algunos de los expertos más prestigiosos del mundo alertaron que la humanidad tiene tan solo 12 años para reducir las emisiones por debajo de un 1,5% (un 0,5% más de lo calculado hasta ahora) o las consecuencias del peligroso calentamiento global serán mucho más devastadoras de lo que se pensaba.
El mensaje de los ecologistas es que si los Gobiernos no empiezan enseguida a plantar árboles y a reducir el consumo de combustibles fósiles, será imposible evitar que la temperatura suba 0,5 grados, lo que destruiría para siempre los corales y alteraría de una forma irreversible los sistemas meteorológicos. Las sequías, las inundaciones y el calor extremo, los principales efectos del calentamiento, podrían empujar a cientos de millones de personas hacia la pobreza.
El excapitán que gobernará una de las cuatro democracias más grandes del planeta no parece tomarse demasiado en serio esta advertencia. Es más, inspirado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó a decir que Brasil podría salir del Acuerdo de París, un tratado internacional para contener el calentamiento del planeta que fue firmado en 2015 por 195 países. Sin embargo, en un intento de atraer al electorado más moderado, Bolsonaro lanzó días antes de las elecciones un mensaje contradictorio: afirmó que mantendrá a su país dentro del acuerdo siempre y cuando esto no afecte al control y la soberanía de la Amazonia.
Aún así, los planes de Gobierno de este político siguen sin agradar a los ecologistas. De hecho, un grupo de 136 geógrafos del Estado de Pará, en la Amazonia brasileña, ha firmado una carta en defensa de la biodiversidad de esta región y de los pueblos que la habitan. Según ellos, este ecosistema corre serios riesgos ahora que Bolsonaro ha ganado las elecciones. El nuevo líder de Brasil ha prometido unificar los ministerios de Medio Ambiente y Agricultura para aglutinar todas las áreas de gobierno que se ocupan de política económica, agrícola, recursos naturales y medio ambiente rural. Para el ultraderechista, esta medida serviría para acabar con el “activismo ambiental indígena”. “Brasil no soporta tener más del 50% del territorio demarcado como reservas indígenas, áreas de protección ambiental, con parques nacionales y todas estas reservas que obstaculizan el desarrollo”, dijo literalmente el candidato del PSL.
El primer paso sería crear una nueva estructura federal agropecuaria que agruparía en una única cartera competencias de política y economía agrícola; recursos naturales y medio ambiente rural; defensa agropecuaria y seguridad alimentaria; pesca y piscicultura; desarrollo rural sostenible e innovación tecnológica. Posteriormente, Bolsonaro ha mostrado que podría dar marcha atrás también sobre este asunto, aunque de momento todavía no queda claro lo que hará. “El conjunto de promesas de Bolsonaro aspira claramente a disminuir la protección ambiental en Brasil. Esto puede causar más deforestación y aumentar la violencia en el campo. Incluso hay declaraciones que hacen temer que pueda combatir la actuación de las ONG en el país. Esto afectaría no solo al medio ambiente, sino también a la democracia”, asegura Marcio Astrini.
Otra de las propuestas de este presidenciable es trasformar el Instituto Brasileño do Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama), responsable de la fiscalización medioambiental en todo Brasil, y el Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), que gestiona las unidades de conservación, en un organismo único. El objetivo es finiquitar lo que Bolsonaro define como la “industria de las multas”. Los datos muestran, no obstante, que en una perspectiva histórica el valor de la mayor parte de las multas impuestas es relativamente bajo. El año pasado, por ejemplo, las sanciones económicas sumaban 3.070 millones de reales (728 millones de euros), pero fueron recaudados solo 140,6 millones de reales (33 millones de euros).
El respaldo del agronegocio y los líderes mineros
En el plan de Gobierno de Bolsonaro también se afirma que el agricultor y sus familias deben ser los gestores del espacio rural y que es necesario identificar en qué áreas el Estado precisa estar presente, lo que sugiere una posible reducción del papel regulador del Estado federal. Otra de las obsesiones de este político ultraconservador es revocar la ley que permite demarcar las tierras indígenas.
Para implementar sus polémicas medidas medioambientales, Bolsonaro cuenta con el respaldo del llamado agronegocio y de los líderes mineros, que se frotan las manos ante la perspectiva de un Amazonia con menos controles y protección. Los mercados y la industria extractiva también lo apoyan. De hecho, tanto la Bolsa como el cambio del real brasileño se dispararon tras su victoria en la primera vuelta.
El general Oswaldo Ferreira, responsable de las áreas de infraestructura y medio ambiente de Bolsonaro, reveló recientemente a la prensa brasileña que el sector será totalmente reestructurado para eliminar “atrasos” y separar “lo que se puede y lo que no se puede hacer”. “En mi época no existían ni el Ministerio Público ni el Ibama. No había nadie que molestaba”, llegó a afirmar cándidamente este general.
Precisamente estas dos instituciones criticadas por Bolsonaro y su equipo sufrieron dos ataques el pasado fin de semana. El 19 de octubre, un equipo del ICMBio, que había detectado por satélite un intento de deforestación y de robo de madera, se quedó aislado durante siete horas dentro en la Selva Nacional de Itaituba, en el Estado de Pará. Un grupo de manifestantes bloqueó las carreteras de salida y quemó uno de los puentes de acceso al local. Los funcionarios, que relataron haber oído tiros, solo consiguieron salir con la ayuda de la Policía Militar. “A lo largo del último año sufrimos varias represalias, principalmente por parte de personas ligadas a la minería ilegal en esta región”, señaló el presidente del ICMBio, Paulo Carneiro.
El día siguiente, el blanco fue un equipo del Ibama en Buritis, en el Estado de Rondonia, donde tres vehículos de este organismo fueron incendiados. El autor del crimen fue arrestado y la Policía Federal está investigando el caso. “Este tipo de violencia ya acontecía antes en Brasil, pero el discurso de Bolsonaro contribuye a aumentar la violencia contra el medio ambiente y contra quienes trabajan para preservarlo”, asegura Astrini de Greenpeace.
La animosidad contra los órganos federales que fiscalizan la Amazonia es antigua y suele empeorar durante la época electoral. “Todos los años en que hay elecciones, ya sean municipales o federales, se produce una presión sobre la deforestación. La razón es que hay una implicación de la política local, que de alguna forma incentiva los autores de la deforestación”, afirma el presidente de Ibama, Luciano Evaristo.
Datos del Instituto de Investigaciones Espaciales revelan un incremento del 36% de la deforestación entre junio y septiembre de este año, en comparación con el mismo periodo del año anterior. “Estamos percibiendo una presión más fuerte sobre la selva durante el período electoral. La Amazonia es muy sensible. La presión avanza cuando aparecen señales de cambio en el horizonte. Con un político que habla de industria de las multas, el debate puede estimular la impunidad”, manifestó al respecto el actual ministro de Medio Ambiente, Edson Duarte. “La deforestación de la Amazonía está ligada a las señales de mando y control. Si en vez de atacar el crimen, las autoridades atacan el órgano ambiental, es lo mismo que quitar a la Policía de las calles”, agregó.
Después de los últimos ataques, la Policía Militar de Pará anunció que retirará temporalmente la protección a los funcionarios encargados de la fiscalización por razones de seguridad. Durante los próximos seis meses, la Fuerza Nacional, un cuerpo especial que depende de Brasilia, se encargará de velar por la seguridad de estos trabajadores. La fecha de llegada de este contingente extraordinario todavía no ha sido fijada. Los expertos subrayan que debería producirse lo antes posible porque la deforestación en esta región es muy rápida y tan solo unos días de atraso podrían significar un enorme daño medioambiental. Los ataques contra ambos organismos se repitieron en vísperas de las elecciones, cuya sedes fueron indenciadas en la ciudad de Humaitá, en el sur del Estado de Amazonas.
El ministro de Medio Ambiente también informó de que el plazo de seis meses de la operación especial de la Fuerza Nacional puede ser prorrogado por otros seis, si fuese preciso. “Estamos adoptando las medidas necesarias para proteger la vida de nuestros funcionarios y agentes. Que el recado quede muy claro: no nos intimidarán. Estamos cumpliendo nuestro deber y entendemos que es un deber de todos los brasileños por la importancia que tienen nuestras selvas, especialmente la selva amazónica. Nuestra lucha es combatir la acción criminal”, dijo Duarte. “En la región amazónica actúan muchos criminales y mafiosos. Son personas que roban la tierra pública y la madera, y que actúan fuera de la legalidad. Son los mismos que incendian los vehículos de los órganos de fiscalización como el CMBio y el Ibama. El discurso de Bolsonaro incentiva este tipo de crímenes”, agrega Astrini.
«Bolsonaro quiere acabar con todo activismo»
Un informe de la ONG Global Witness muestra que Brasil es el país en el mundo donde se producen más homicidios de ambientalistas. A nivel global, 2017 fue el año con más muertes violentas de defensores de la tierra y el medio ambiente. En Brasil el saldo fue de 59 bajas, todo un récord. “Bolsonaro ha dicho que quiere acabar con todo tipo de activismo. En Greenpeace nos sentimos amenazados porque somos de facto una organización activista. Corremos un gran riesgo”, destaca Astrini.
“Las organizaciones internacionales que actúan en la conservación y mejora de la calidad de vida de las comunidades tradicionales en esta región no pueden ser vistas como enemigas de Brasil. Su papel es extremamente importante porque operan en áreas de la Amazonía donde la presencia del Estado es precaria o ausente”, señala a este diario Emiliano Esterci Ramalho, un investigador del Instituto Mamirauá, en el Estado de Amazonas, que coordina desde hace 10 años proyectos de conservación de la Amazonía.
En el año en que se cumple el 30º aniversario del asesinato del ecologista Chico Mendes, Brasil podría estar a punto de emprender un camino hacia el retroceso. No está demás subrayar que la postura de este candidato está en línea con la de otros líderes internacionales. En EEUU, Donal Trump se ha apresurado a desmantelar la política ambiental de Barack Obama con el apoyo de la industria petrolera. Además, pretende eliminar los controles sobre la contaminación y ha prometido que se retiraría del Acuerdo de París. En Australia, el primer ministro Malcolm Turnbull sacrificó un proyecto de ley para reducir las emisiones de gases contaminantes con tanto de intentar mantenerse en el poder. Todo apunta a que la victoria de Bolsonaro tendrá un coste ecológico elevado para Brasil y para todo el planeta.