Fernando Haddad, candidato presidencial en Brasil: “Con Bolsonaro al frente del Ejecutivo puede pasar de todo”

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Por F. Marreiro y T. Bedinelli.

Fernando Haddad (Sao Paulo, 55 años) parece extremadamente cansado cuando entra en la sala. Se sienta de espaldas a una ventana enorme desde la que se ve, en la fachada de enfrente, una bandera de Brasil descolorida y un cartel que exalta a Jair Bolsonaro, el candidato de extrema derecha con quien el líder del Partido de los Trabajadores (PT) se disputará la presidencia de Brasil el 28 de octubre. La entrevista se celebra en las sobrias oficinas del comité de campaña, en un edificio de dos pisos en el barrio de clase media de Ipiranga, en Sao Paulo. El PT afronta la misión más difícil de los últimos 13 años: intentar darle la vuelta, en las próximas dos semanas, a la ventaja de Bolsonaro, que obtuvo el 7 de octubre un 46% de los votos frente al 29,2% de Haddad.

El adversario es difícil. Y utiliza una sólida campaña en WhatsApp basada, muchas veces, en noticias falsas. “Recibo cada cosa sobre mí, que casi desisto de votarme. Madre mía, cuántas mentiras”, bromea Haddad. “Pero no esperaba otra cosa. Es el tipo más rastrero que he conocido a lo largo de mi vida pública”, afirma sobre Bolsonaro.

¿Cómo evalúa el crecimiento de Jair Bolsonaro, un candidato de extrema derecha, en Brasil?

La crisis explotó en 2008 y se están procesando sus efectos. El Brexit tiene que ver con esta situación, como Trump y el fenómeno de Bolsonaro. Solo que allí es neonazismo y aquí es neofascismo.

Fuera del país se percibe que la democracia brasileña está en riesgo y algunos intelectuales se han manifestado en este sentido. ¿Está de acuerdo con esta visión?

Bolsonaro tiene la ventaja de no haber mentido a lo largo de 28 años como diputado. Está mintiendo ahora. Dijo que cerraría el Congreso si fuera Presidente; que no tendría que impedir que sus hijos se casaran con una afrodescendiente porque los había educado bien y nunca lo harían; que las personas de la comunidad LGTB son despreciables y tienen que tirarse a la basura. Nunca ha escondido sus opiniones. Ahora, en la campaña, se está controlando un poco.

¿Pero eso significa que la democracia brasileña está en peligro?

Creo que sí.

¿Qué peligro? ¿Que se produzca un golpe militar?

Hace por lo menos cinco años que las instituciones en Brasil no están bien. No son sólidas. Y con una figura como él al frente del Ejecutivo, puede pasar de todo. Incluso que el sistema lo expulse. Nada está descartado.

Pero esa percepción, aunque parece que está consolidada en el exterior, no lo está en Brasil. El propio expresidente Fernando Henrique Cardoso no parece tan decidido. Dijo “Bolsonaro, no”, pero no lo está apoyando a usted. ¿Por qué cree que esa percepción en Brasil es diferente?

Quien está fuera a veces ve las cosas mucho más claras que quien está dentro. Quien está dentro a veces piensa con el hígado y no con la cabeza y con el corazón, que es lo que debería guiar las elecciones. Pero a mí me extraña que las personas que lucharon por la redemocratización se mantengan neutrales ante una persona que manifiestamente apoya la dictadura y la tortura. Una persona que dice que no viola a una colega porque no se lo merece. ¿Qué simboliza eso? ¿Que hay mujeres que merecen que las violen? ¿Qué sentido tienen esas expresiones? Es muy complicado lo que sucede en Brasil, pero el riesgo es evidente.

Usted ya ha dicho que su candidatura no es una candidatura del PT, sino de la democracia. Eso implicaría atraer a otras fuerzas políticas. ¿Ha hecho algún esfuerzo para tener el apoyo de Cardoso? ¿Lo ha llamado? ¿Ha llamado a Ciro Gomes, que se ha ido a Europa de viaje tras las elecciones?

Esta semana me he dedicado a recomponer la unidad del campo al que pertenezco, que es el campo progresista: el Partido Democrático Laborista (PDT), el Partido Socialista Brasileño (PSB), el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), centrales sindicales, líderes progresistas, movimientos de la sociedad civil. Me importan menos los partidos políticos, especialmente los de centroderecha. De hecho, he esperado un posicionamiento de su parte, para saber qué expectativas tienen, pero el centroderecha ha preferido mantenerse neutral.

¿Qué expectativas tienen? ¿Se lo han dicho?

La declaración de Fernando Henrique Cardoso fue muy rápida con relación a la neutralidad. Dijo que ninguno de los dos lados (de la disputa presidencial) le interesaba. No que había un riesgo para el país.

¿Qué parte de culpa tiene el PT?

Yo solo respondo por mí. En varias ocasiones he mencionado los errores de la política económica en la primera legislatura de Dilma (Rousseff); por ejemplo, las exenciones, el combate a la inflación mediante la administración de los precios públicos. Los he mencionado, pero no he dejado de reconocer que, tras su reelección, su gobierno sufrió un sabotaje.

¿Le ha faltado al PT pedir disculpas sobre la implicación de sus miembros en casos de corrupción? ¿Usted estaría dispuesto a hacerlo públicamente?

Quien se enriqueció lo está pagando. Y lo está pagando por medio de una legislación que nosotros aprobamos. Por un fortalecimiento de las instituciones que nosotros promovimos. Siempre me gusta ver el plano general, porque, si no, las personas se imaginan que hoy, por ejemplo, ya no hay corrupción en Brasil. Y no es verdad.

Si llega a la presidencia, ¿indultará al expresidente Lula?

Se están tramitando dos recursos y confío en que las cortes superiores, especialmente después de las elecciones, tendrán la serenidad de evaluar el proceso con más neutralidad, por lo menos.

O sea, ¿descarta el indulto?

Lula no lo ha pedido. Él solo pide un juicio justo.

La Tercera


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