El sindicato de la construcción de Uruguay desarrolla campaña para erradicar el acoso callejero

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Un gran avance alcanza en Uruguay el Sindicato Único Nacional de la Construcción y Anexos (Sunca). El pasar por una obra dejó de ser un desafío para las mujeres. En la calle María Espínola de Montevideo coinciden cuatro construcciones y las vecinas del barrio, las trabajadoras del almacén o del local de comidas dan fe: ni un solo grito, grosería u ocurrencia. La escena se repite en muchas zonas de la capital.

Un nombre clave es Laura Alberti, miembro de la dirección del Sunca y obrera del gremio de los ceramistas. «Tenemos una consigna clara: el acoso callejero es violencia. Entendemos que cuando uno increpa a una mujer se trata de acoso, porque es una intromisión en su vida. Porque las mujeres no necesitan el piropo, no es algo que les aporte algo en su vida», explica esta mujer de 42 años.

En Uruguay hay aproximadamente 45.000 trabajadores de la construcción. El Sunca realizan asambleas mensuales para seguir de cerca a los trabajadores e introducir temas como el acoso callejero. «Nos costó mucho y tuvimos momentos de mucho rechazo. Los compañeros nos decían cosas como que la culpa la tiene el inventor de la calza o la culpa la tienen ustedes por vestirse así», indica la dirigenta sindical. Las campañas comenzaron en noviembre de 2016.

Un centenar de trabajadores pararon sus actividades y en medio de la protesta lanzaban silbidos y groserías a las mujeres. Una periodista que cubría el evento recibió todo tipo de improperios. Los dirigentes se disculparon públicamente y lanzaron la campaña Uruguay sin acoso, con consignas como «Mordete la lengua. El acoso es violencia» o «El trabajador digno no acosa». Los casos no se han erradicado, pero con denuncia se intervienen las obras para convencer a los trabajadores de cambiar su actitud.

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