América Latina: ¿recomposición regresiva o espacio en disputa? – Por Rafael Cuevas Molina

1.108

Por Rafael Cuevas Molina*

América Latina pareciera tener hoy una recomposición regresiva de su mapa político inimaginable hace tan solo unos cuantos años atrás. Sería una regresividad promovida por una derecha que ya no apuesta solo por retornar sin tapujos al camino del neoliberalismo, sino que vuelve con un ropaje fascistoide.

Su base de sustentación son las clases medias, algunas incluso surgidas a raíz de las políticas sociales de los gobiernos progresistas y de izquierda, y amplios sectores de las clases bajas que, en buena medida, han sido ganadas por el mensaje mesiánico del neopentecostalismo que pinta a la izquierda literalmente como el demonio.

Las clases medias han sido ganadas y organizadas a partir de un conjunto de estrategias. Por un lado, el apoyo por parte del llamado libertarismo asociado en la Red Atlas, que centra su atención en los jóvenes de los países que en los que ponen la mira. Es el caso, por ejemplo, de los movimientos estudiantiles de Nicaragua y Venezuela, en donde ayudaron a consolidar el movimiento Estudiantes por la Libertad.

Por otra parte, fundaciones como la de Soros, que apoyan formas de movilización “informal” en las que juegan un papel central las redes sociales, como ha sucedido en Brasil desde el gobierno de Dilma con los movimientos en Sao Paulo y contra la organización de los Juegos Olímpicos.

Las redes sociales difunden el miedo al otro en las clases medias. Por ejemplo, contra los “venidos de abajo” que invaden los espacios antes reservados para su disfrute y símbolos de su “distinción”, como centros comerciales. Esta estrategia gira en torno a la necesidad de seguridad contra amenazas varias y difusas, especialmente la violencia asociada al el narcotráfico y la miseria.

Las clases bajas, por su parte, son pasto de las iglesias evangélicas neopentecostales de la Teología de la Prosperidad, que avanzan ante la no solución de problemas cotidianos ofreciendo soluciones místicas.

Los articuladores de estas estrategias son los medios de comunicación. Controlarlos es de vital importancia para hacer avanzar el proyecto restaurador. Los partidos políticos tienen solamente carácter de espacios franquiciados útiles para las coyunturas electorales. No hay ideología ni proyecto rea, solo una política basada en algoritmos que construyen un mensaje con lo que la gente quiere oír.

Esa derecha que retorna con la recomposición regresiva ha construido un enemigo camino: el castrochavismo, que llevaría enexorablemente a una venezolanización de las sociedades.

Hecha la alusión a Venezuela, es importante decir que ese país es un verdadero laboratorio de todas estas estrategias de la derecha y de los Estados Unidos.

¿Significa todo esto que la derecha ya ganó la partida? En absoluto. Ahí donde ha vuelto al poder no la está teniendo fácil. Véase solamente a la Argentina, en donde la economía naufraga y el Fondo Monetario Internacional lanza salvavidas tras salvavidas a un pozo que parece no tener fondo y los niveles de vida se deterioran a pasos agigantados.

Por esta razón, América Latina es más un campo en disputa que un espacio para la restauración.

(*) Escritor, filósofo, pintor, investigador y profesor universitario nacido en Guatemala. Ha publicado tres novelas y cuentos y poemas en revistas. Es catedrático e investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Universidad de Costa Rica y presidente AUNA-Costa Rica.

Más notas sobre el tema