Un chico de 13 años fue asesinado luego de un saqueo en un supermercado

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Un disparo en el pecho en medio de la represión

Ismael Ramírez, de 13 años, fue asesinado de un balazo en el pecho cuando la policía de Chaco reprimía a un grupo de personas que intentaba saquear un supermercado en la localidad de Sáenz Peña. El joven recibió un disparo en el tórax y fue trasladado al hospital, donde confirmaron su muerte. El director del hospital 4 de Junio confirmó que hay otro menor herido con un balazo en el ojo. Imágenes capturadas por los celulares muestran la conmoción vivida el lunes por la noche en la localidad de Sáenz Peña: tiros, corridas, gritos y en el medio un el cuerpo en el suelo. “Es sólo un niño, es sólo un niño”, se escucha suplicar a una mujer en medio de la represión.

Ivana Ramírez, hermana de Ismael, dijo que el niño estaba pasando por el lugar y que estaba junto con otro de sus hermanos y un primo. Que Ismael iba a la escuela y por la tarde a boxeo y que circula por esa zona cuando vuelve del colegio, ya que el supermercado queda a unas siete cuadras de su casa.

Los incidentes se produjeron en el supermercado El Impulso, ubicado en la esquina de las calles 21 y 14 del Barrio Obrero, cuando un numeroso grupo de personas, más de cien según testigos, intentaron saquear el comercio. La policía llegó al lugar y comenzó a reprimir. Según testigos, fue un “tiroteo infernal” con “un tiro atrás de otro”.

El director del hospital 4 de Junio confirmó que el adolescente falleció a las 22.30 de lunes. “Es un chico que ingresó por la guardia de emergencias proveniente de la zona de los incidentes de saqueos en el Barrio 713 Viviendas. Tiene un impacto de arma de fuego en el tórax. Se lo intentó reanimar pero falleció recién”, confirmó Rolando Gauna al portal de noticias zonal Periodismo365.

“También hay otro chico con un balazo en el ojo. Tiene incrustado un perdigón en la zona periorbitaria. Se le realizará de manera inmediata una tomografía y ya se lo deriva urgente a Resistencia, a un hospital de mayor complejidad”, dijo también Gauna.

El fiscal Marcelo Soto señaló que el proyectil que se le extrajo a Ismael Ramírez pertencería a una escopeta o “tumbera”, es decir, un arma de fabricación casera. El funcionario aseguró que por las características de la bala no se trataría de un disparo policial, “a menos que se hayan violado los protocolos”. También confirmó que se secuestraron una gran cantidad de armas de fabricación casera y que hubo “vecinos que salieron armados” para repeler a quienes intentaban llevarse cosas del supermercado.

El gobernador de Chaco, Domingo Peppo, intervino la localidad para “prevenir” nuevos incidentes y ordenó investigar la muerte del adolescente. “Quiero comunicar a toda la comunidad de Sáenz Peña, que ante los hechos ocurridos dispuse a las fuerzas una rápida intervención, con refuerzos para prevenir cualquier situación”, sostuvo. Y aclaró que ordenó “una profunda investigación sobre el hechos lamentable de la pérdida de una vida”, para que la Justicia determine quién fue el autor material de la muerte del chico.

El ministro de Seguridad de Chaco, Carlos Barsesa, sostuvo que el saqueo había sido convocado por audio de WhatsApp y comenzó siendo algo menor, con un grupo reducido de personas que se acercaron al comercio para pedir alimentos. “Un grupo de personas accedió al super pidiendo mercadería. Este incidente empezó siendo menor. Luego hubo un forcejeo con los dueños. Se rompió un vidrio. La policía intervino y dispersó al grupo”, informó Barsesa. Pero el intento de saqueo siguió después con un grupo más numeroso de personas que intentó entrar al local por la fuerza. “Tenemos 19 detenidos, secuestros de armas y 8 o 9 policías heridos. Es muy difícil y arriesgado precisar, sabemos que venían del barrio Toba y sabemos la sensibilidad que se tiene en ese lugar”, informó Bersesa.

Página 12


Chaco: el hambre y la muerte a los 13 años – Por Silvana Melo

La vida se le fue de repente, con un balazo en el pecho. A las diez de la noche el hambre aprieta y el supermercado de Sáenz Peña estaba ahí, cerrado y solo. Eran cincuenta, cien. Nadie los contó. El brazo del estado, el que debería evitar que el hambre se instalara en esta fenomenal fábrica de alimentos de 3 mil kilómetros, no estaba. La policía, el brazo armado del estado, estaba ahí para evitar cualquier acceso a la comida. Las dos provocaron la muerte de Ismael Ramírez, de trece años. En medio de la arena del hambre.

Unas horas antes el Presidente había hablado de una tormenta y de su sufrimiento personal. Y había decidido la destitución de la cartera de Salud. Que pasa a ser una secretaría –es decir, una ventanita kioskera- en el Ministerio Clientelar de Desarrollo Social.

A los trece la muerte no es una naturalidad. Es, generalmente, responsabilidad de otros. La mano del estado, por decisión, omisión o displicencia aprieta estos gatillos.

Es Chaco, el norte profundo. Es el hambre, la consecuencia directa e inexorable de las decisiones del poder. Cuando el poder migra definitivamente a las oficinas externas. Para decidir sobre la vida y la muerte en los guantánamos económicos que los bancos mundiales y los fondos monetarios instalan en la periferia del mundo.

“Es sólo un niño, es sólo un niño”, llora una mujer alrededor. Ismael Ramírez, con un balazo en el medio del pecho, está desarmado en el pavimento. Era qom. Y venía del barrio de los originarios, de los más pobres, confinados y olvidados de la tierra.

Como un espejo de la misma paradoja de los tiempos, la policía reprime el hambre como si fuera una guerra. Cuando el dólar pisa los 40 para que los exportadores sean más ricos que nunca y los pies de este mundo más pobres que jamás, la policía reprime el hambre. Y lo harán mañana la gendarmería y las fuerzas armadas. Con armas para una guerra que ya viene con la fatalidad de una victoria sellada en la frente.

En el supermercado se rompió un vidrio en la noche de Sáenz Peña. Por donde salían y entraban harina, azúcar y desamparo. Y balas para matar a niños de trece años a los que se les da a elegir la policía o la transa como opciones de futuros mezquinos, cortitos. Con la muerte asociada, de yapa, envuelta en papeles brillantes.

Víctimas de una cotidianidad bélica que viene con victoria decidida.

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