Kevin Whitaker, embajador de EEUU: «Colombia cuenta con EEUU en caso de agresión desde Venezuela»

Foto: Ana María García / EL TIEMPO
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Entrevista a Kevin Whitaker, embajador de EEUU

Por María Isabel Rueda

Usted ha sido embajador en Colombia de dos gobiernos de EE. UU., el de Obama y el de Trump. ¿En ese tránsito ha habido un cambio de estilo en las relaciones entre ambos países?

Los temas siguen siendo los mismos. Tenemos por un lado la relación comercial, el problema del narcotráfico, que nos preocupa mucho, y también tenemos a Venezuela. Entonces, lo que he visto es consistencia en estos temas.

Pero del gobierno de Obama al de Trump se ha agravado el problema de Venezuela. ‘The New York Times’ dijo que la administración Trump ha tenido dos reuniones secretas con militares rebeldes de Venezuela. ¿Existe la posibilidad de que se esté gestando un golpe militar?

Lo que están buscando en Venezuela es una transición hacia la democracia. Condenamos la violencia del régimen de Nicolás Maduro, las violaciones de derechos humanos y las detenciones arbitrarias. Llamamos al régimen de Maduro a aceptar la asistencia humanitaria internacional para aliviar la crisis. Lo más importante es que haya una transición hacia la democracia para que los venezolanos puedan tratar sus propios asuntos.

¿O sea, un golpe apoyado desde afuera está descartado? 

Lo que buscamos es una transición democrática. Es difícil pero necesaria. Bueno, en un país normal, y Venezuela ya no lo es, se puede hablar de poner a funcionar las instituciones democráticas, pero las instituciones han sido cooptadas por la dictadura de Maduro.

Entonces, lo que se está buscando, y en alianza con otros países de la región, incluyendo a Colombia, es insistir una y otra vez en eso. Y vemos en el gobierno del presidente Duque un gran aliado. Su posición ha sido muy clara.

Se lo pregunto porque según la prensa, intentos de golpe o planes de golpe militar en Venezuela ha habido, pero la inteligencia cubana parece que ha sido tan efectiva que los ha desmontado todos… ¿EE. UU. puede confirmar eso?

Aprecio la pregunta, pero yo me voy a limitar a lo que he dicho.

Hay senadores como Marco Rubio que se han endurecido considerando que Venezuela se ha vuelto un problema de seguridad nacional para EE. UU. ¿Lo es?

Yo creo que sí, porque nos preocupamos de la seguridad de toda la región, y somos una sola comunidad. Los problemas en Venezuela evidentemente nos afectan. La otra parte es que con Colombia somos amigos y aliados, y en la medida en que la crisis de Venezuela está afectando a Colombia, eso nos afecta a nosotros también.

Colombia, frente a una eventual embestida militar de Venezuela, está en inferioridad armamentista. No somos un país bélico, no resolvemos los problemas fronterizos con guerras, pero Maduro sí viola nuestros límites cada rato y nos amenaza con sacar sus aviones y sus tanques. 

Francamente, dudo de la capacidad de los militares venezolanos de montar algún tipo de amenaza contra Colombia. Estoy de acuerdo con usted, Colombia no es un país que haya buscado conflictos internacionales, pero tiene unas Fuerzas Armadas muy capaces, muy experimentadas y muy listas. Desde luego, ojalá que eso no ocurra. Nadie espera eso. La parte en donde debe prepararse Colombia, a mi juicio, es respondiendo a la crisis humanitaria por la presencia de todos estos venezolanos.

¿Existe un plan del gobierno de EE. UU. para proteger a Colombia en caso de una agresión militar venezolana –de lo que han amenazado varias veces–, ya sea con armamento prestado o comprado por nosotros? Por ejemplo, una flotilla de aviones nuevos podría ser un elemento disuasivo –no estoy hablando de agresivo, sino de disuasivo– contra una agresión venezolana. Ellos saben que estamos en inferioridad aérea. ¿Hay algún plan de apoyo de EE. UU. en ese aspecto?

Recientemente se entrevistaron el secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, y el presidente Duque. Ellos discutieron el tema. Lo que voy a decir como producto de esa reunión es que Colombia puede contar con nosotros.

¿Así de claro? 

Sí.

Colombia vive el éxodo de millones de venezolanos. ¿El tema está en la agenda de prioridades de cooperación entre Colombia y EE. UU.?

Sí. Incluso, el viernes, el director de Usaid en Bogotá firmó otro memorando, y estamos llegando a una ayuda de alrededor de 60 millones de dólares, para ejecutarse en ayudar a las comunidades venezolanas que están acá. Colaboramos con un censo, colaboramos en educación, salud y comida. Va a visitar pronto a Colombia el barco hospital Comfort, y parte del trabajo será ayudar a atender venezolanos y también colombianos.

¿Y dónde va a atracar el Comfort?

No está completamente definido por ahora, pero se está pensando en Riohacha y después, al regresar, en algún otro lugar del Caribe.

Porque obviamente Venezuela lo interpretará como una incursión militar de EE. UU….

Es un barco hospital, de color blanco, tiene la cruz roja encima, entonces es muy claro lo que es: un barco hospital.

Pasemos a un tema que sé que lo perturba mucho: la extradición. Trascendió su preocupación de que una sentencia de la Corte Constitucional sobre la JEP, que conocemos solo por un comunicado, prácticamente desactiva el instrumento de la extradición, como lo estamos observando en el caso Santrich. ¿Qué piensa?

Tengo varias observaciones. Una de las herramientas más poderosas que hemos tenido en la lucha en contra del crimen transnacional durante el curso de tres décadas es la extradición. Durante todo el proceso de la negociación en La Habana, hablando y escuchando las declaraciones de los negociadores y del entonces presidente Santos, era muy claro que crímenes, delitos cometidos antes de la firma del acuerdo de paz serían amnistiados o irían a la justicia transicional.

Delito cometido después de la firma va a la justicia ordinaria, incluyendo la posibilidad de extradición. Cualquier esfuerzo, por cualquier actor o institución para limitar la extradición, afecta los intereses de EE. UU. Afecta también los intereses de Colombia, por las razones que mencioné; los intereses de las víctimas, de la justicia y también los intereses de los que anhelan la paz.

Permítame desmenuzar un poquito, porque son varios los aspectos en los que la Corte Constitucional estaría interfiriendo. El primero: se permite que la JEP decrete y analice pruebas. ¿Están de acuerdo con eso?

Las pruebas que sustentan el proceso por el cual alguien ha sido pedido en extradición se practican en el país que las pide. No es la idea que las autoridades colombianas practiquen pruebas.

Segundo: no se permitiría aplicar la circular roja de Interpol sin permiso de la JEP. 

Eso ya es cosa juzgada. Porque en el caso de Santrich, la Corte declaró que su captura por la Fiscalía era legal.

Tercero: exige que haya primero en Colombia verdad, justicia, reparación, antes que extradición.

No acepto la idea equivocada de que si hay extradición no puede haber verdad. En el caso de los paramilitares extraditados hace una década, hemos montado 3.000 audiencias, incluyendo víctimas, fiscales, magistrados, etcétera. Ha habido toda la oportunidad para esclarecer la verdad. Entonces se pueden hacer las dos cosas.

Cuarto: el delito de ejecución sucesiva se lo quitan a la Fiscalía y se lo dan a la JEP, porque el Fiscal no puede actuar sin autorización de esa jurisdicción.

En ese punto no está directamente involucrado el interés de Estados Unidos, salvo que el delito de ejecución permanente o sucesiva sea apto para extraditar a su autor. Y eso va de nuevo a mi afirmación de que lo que se acordó fue que si un crimen es cometido después de la firma del acuerdo, debe ser juzgado en la justicia ordinaria.

Usted, como embajador, fue uno de los primeros que le advirtió al expresidente Santos los líos en la sustitución de coca: incentivos perversos y falta de planeación, además del peligroso rol que se les daba a las Farc como intermediaria entre el Estado y las comunidades. ¿Hoy esas preocupaciones siguen vigentes?

Está claro que el presidente Duque heredó una situación muy grave en cuanto a los cultivos ilícitos. Lo que se necesita hacer, como el plan del gobierno del presidente Duque, es formular una nueva estrategia para atacar todos los elementos. Nosotros estamos muy conscientes de que simplemente cortar la grama no será suficiente. Necesitamos buscar soluciones integrales. En mis conversaciones con el presidente Duque y con su gente, yo creo que ellos captan eso muy bien y están enfocados en esas soluciones globales e integrales al problema.

En entrevista con la CNN, usted decía que la génesis de la expansión de la coca estaba en la manera como negociaron los paros campesinos de 2013 y el esquema de pagos en efectivo a familias. ¿Cree que este gobierno tiene el liderazgo para revertir esas condiciones que nos inundaron de coca en tan poquísimos años?

Lo importante de lo que ocurrió en Catatumbo en 2013 fue la legitimación de la protesta social para bloquear la erradicación. Hay otro elemento: en nuestra experiencia de 50 años en el mundo, pagarle a la gente para no sembrar no funciona.

¿Y para erradicar tampoco?

Tampoco. Lo que se necesita, y en eso nos vamos a enfocar bien, es darles a estas personas la posibilidad de una vida digna y lícita.

Una alternativa para no sembrar…

Por ejemplo, una de mis pasiones son las vías terciarias, que también pueden cambiarles la vida a estas personas. Necesitamos enfocarnos en eso en vez de hacerle pagos a la gente para no sembrar.

Pero ese fue un programa que instaló el gobierno del presidente Santos, que era una mezcla de erradicación voluntaria con forzada. ¿Ustedes algún día le dijeron al presidente Santos que eso no funcionaba?

Tuvimos unas conversaciones bien directas con él y con miembros de su gobierno.

¿Será, embajador, inevitable volver a fumigar? ¿Y, en ese escenario, qué efecto podría tener la decisión de un jurado en California al condenar a Monsanto por los efectos del glifosato en la salud de un jardinero?

Yo siempre he dicho, y me mantengo, que el uso del glifosato es seguro y eficaz. Puede ser una herramienta muy importante en la lucha contra los narcóticos como parte de la erradicación, que es solamente un aspecto de un programa integral. Evidentemente hubo una decisión de un jurado en California, y hay que respetarla. Pero esa decisión no cambia en nada la ciencia, y la ciencia es clara. Por lo demás, esa sentencia se aplica en este caso, en ningún otro.

Varios jefes de las Farc han desaparecido de los campamentos y están en estatus de lo que yo llamo ‘inconseguibles’. ¿Qué debe hacer la justicia colombiana con estos evadidos? ¿Privarlos de los beneficios de la JEP? ¿Levantarles la suspensión de las órdenes de captura? ¿O EE. UU. estaría pensando en futuros pedidos de extradiciones, de probarse que se unieron a disidencias narcotraficantes de las Farc? 

Es una pregunta muy acertada. Y tratándose de los intereses de Colombia, es el país el que tiene que decidir cómo va a tratar eso. Me parece a mí que en el acuerdo hubo unas reglas, y se decidieron unas maneras de comportarse, y si eso se está incumpliendo, tiene que haber un resultado. Una cosa mala que puede ocurrir es que esa gente salga del acuerdo. Pero si ellos salen y se convierten en meros criminales, entonces tendrán que recibir el tratamiento apto para el criminal. Ojalá que no suceda.

Hubo un período de desnarcotización de la relación Colombia-EE. UU. Se pasó de una cooperación de inteligencia judicial en corrupción, contrabando, trata de personas, con resultados de impacto. ¿Con el aumento en los cultivos retrocederá la agenda? 

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Para nada. Yo creo que la colaboración judicial se va a mantener en varias áreas. No tenemos mejor socio en la región, y tal vez en el mundo, que Colombia. Y doy la gran mayoría del crédito de eso a Néstor Humberto Martínez, que nos pidió ayuda, por ejemplo, en el caso del exfiscal anticorrupción Moreno, y lo pudimos ayudar. También nos han pedido colaboración en el caso de ‘la oficina de Envigado’; eso no toca solamente al narcotráfico. Hay más. La profundización de la acción judicial va a continuar.

Se lo pregunto de manera más sencilla. ¿Es inevitable que las relaciones de Colombia y EE. UU. se vuelvan a narcotizar?

No lo creo. La relación entre Colombia y EE. UU. es polifacética.

¿Qué va a hacer EE. UU. con el Eln? ¿Se le va a meter duro para romper esos vínculos con el narcotráfico, también a punta de solicitar extradiciones?

El Eln ha llenado unos espacios evacuados por la Farc. Y, bueno, en otras ocasiones yo he hablado del Plan Antioquia, donde estamos trabajando en el bajo Cauca. Y en las regiones evacuadas por las Farc ahora tomadas por el Eln, Colombia y EE. UU. vamos a caerles encima, no vamos a permitir eso.

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