Elecciones presidenciales: El modelo de Estado en disputa

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Por João Domingos *

Las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre en Brasil serán un plebiscito con respecto al modelo de Estado que tendremos en el futuro. Hoy, están claramente en disputa tres modelos antagónicos. Y cuando hablamos de modelo, nos referimos al rol y al tamaño del Estado, a qué tipo de servicios públicos brindará ese Estado y qué tipo de relación laboral habrá entre el Estado como patrón y los servidores públicos.

Por un lado, está el modelo del Estado democrático y social de derecho, el que figura en nuestra Constitución de 1988. Un Estado prestador de servicios, garante de la justicia social y que implemente una justa distribución de la riqueza. Pero, sobre todo, un Estado que brinda servicios públicos a ese sector de la población que no tiene el poder adquisitivo para acceder a los derechos humanos elementales.

Ese modelo es representando en estas elecciones por distintos candidatos que pueden ganar en una segunda vuelta. En primer lugar, está el ex alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, representante del PT y del único candidato que podía ganar en primera vuelta: el ex presidente Lula, quien no pudo ser candidato por este sistema injusto, que primero dio un golpe de Estado y luego lo llevó a prisión sin pruebas. Y también tenemos al candidato Ciro Gomes, del PDT, que podrá defender este primer modelo de Estado.

En segundo lugar, tenemos el modelo ultraliberal, que es el que está vigente ahora con el presidente Michel Temer. Al contrario del anterior, este es un Estado que no brinda servicios. Sólo transfiere sus facultades al sector privado a través de las distintas formas de privatización y tercerización. Un modelo que pretende entregar a los privados y a los grandes conglomerados internacionales todo el patrimonio del pueblo brasileño. Ese Estado tiene como representante al candidato Geraldo Alckmin, ex gobernador del Estado de San Pablo, quien hizo una alianza con partidos de centroderecha y extrema derecha.

El ejemplo más actual de este modelo es la aprobación de la reforma laboral más radical de nuestra historia. No conocemos ningún país que, aún bajo dictadura, haya implementado este tipo de reforma, que trajo el caos absoluto a las relaciones laborales en el sector público y privado y ya se tradujo en más desempleo. Brasil tiene hoy cerca de 30 millones de personas desempleadas.

Y a eso debemos sumar la madre de todas las maldades, que fue la aprobación de la Enmienda Constitucional que congela por 20 años cualquier inversión del Estado en salud, educación, transporte y tecnología, en casi todas las políticas públicas. Lo único que no se congeló fue el gasto financiero y el pago de tasas de interés a los bancos. Esta fue una estrategia muy bien articulada para llevar el país a este Estado ultraliberal.

Por último, tenemos el modelo de Estado penal, que es el más grave. Se trata del Estado que pretende gobernar por medio del disciplinamiento de la población, por medio de la criminalización de las personas. Y sabemos que los más criminalizados serán los pobres. Ese modelo está representado por la candidatura de Jair Bolsonaro, ex capitán del Ejército y hoy diputado federal.

Sabemos que la situación es muy compleja. Los trabajadores tenemos que luchar para que prevalezcan un Congreso Nacional y un Presidente de la República defensores del modelo del Estado Social de Derecho. Sólo así podremos definir qué tipo de servicio público tendremos en Brasil.

Y para eso, los sindicatos tenemos que reinventarnos, reconquistar a los trabajadores y demostrar que es imprescindible la existencia de una organización que haga de mediador en la relación laboral. Porque si se eliminan los sindicatos, y dejamos que el patrón y el trabajador negocien directamente, como estipula la nueva legislación, es como encerrar a un zorro y una gallina en una habitación y decirles que negocien para ver quién se comerá al otro.

Tenemos que “politizar” las elecciones. Porque están tan manipuladas que parecen un clásico entre el Flamengo y el Fluminense, parecen una mera competencia, y no un proceso electoral en el que se va a definir el futuro de nuestro país.

Reinventar el movimiento sindical, reequilibrar las fuerzas en el Congreso y, sobre todo, convocar a la población para que entienda las consecuencias de la reforma laboral, del congelamiento de gastos públicos, y del proyecto de reforma previsional. Esa es nuestra estrategia.

* Presidente de la Confederación de Servidores Públicos de Brasil (CSPB) y Vicepresidente 1° de CLATE


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