El mito del país de las oportunidades – El País, Uruguay
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
El Frente Amplio siempre criticó el fuerte proceso emigratorio de los uruguayos. En los umbrales de su fundación a inicios de los años 70, nos decía que no había que irse del país porque había “nacido una esperanza”. Hoy, su relato mitológico quiere hacernos creer que nos hemos transformado en un país que recibe inmigrantes del mundo entero, y en particular de la región, porque somos un lugar lleno de oportunidades para salir adelante.
Entre 1963 y 1975 se estima que más de 200.000 uruguayos se fueron del país. El saldo migratorio internacional, es decir el resultado de inmigrantes menos emigrantes, fue negativo en más de 275.000 habitantes entre 1963 y 1985, y fue también negativo en unas 150.000 personas entre 1985 y 2005. Cuando entre 2011 y 2013, por primera vez en muchos años, los saldos migratorios anuales arrojaron resultados positivos en unas 3.000 personas en promedio por año, el relato izquierdista empezó a crear el mito del Uruguay como sinónimo de un gran país progresista y receptor de inmigrantes gracias a los buenos gobiernos del Frente Amplio.
La verdad de los datos es muy diferente. Primero, si se cree en las cifras oficiales de la dirección general de asuntos consulares y vinculación del Ministerio de relaciones exteriores, entre 2011 y 2017 el retorno de los uruguayos del exterior fue menor a la magra cifra de 14.000 personas en total.
Segundo, en lo que refiere a saldos migratorios internacionales totales entre 2006 y 2016, el resultado global fue negativo en más de 70.000 personas. Compárese y se verá fácilmente que durante la década de mayor bonanza de la que se tenga memoria, partieron 70.000 personas más que las que llegaron. En definitiva, se trata de una tendencia muy similar a la que implica las 150.000 personas de saldo migratorio negativo en el período de los veinte años previos a 2006.
Tercero, las cifras del primer semestre de 2018 de envío y recepción de remesas de dineros del exterior muestran que se enviaron desde Uruguay cerca de 185.000 remesas, pero también que se recibieron desde el exterior cerca de 220.000. Fueron 58 millones de dólares los que partieron y 69 millones los que entraron. El principal país al cual se envía dinero desde Uruguay no es Venezuela, Cuba o República Dominicana, lugares desde donde han llegado más inmigrantes que antes en estos años, sino Argentina. Y los países desde los cuales se envía más dinero a Uruguay son Estados Unidos, con más de la mitad del total, España y Argentina. En general, el movimiento de remesas de 2018 es el mayor desde 2010.
Todos estos datos permiten sacar al menos dos conclusiones importantes. Primero, es innegable que hay una mayor población económicamente activa extranjera en el país: son más de 34.000 según los registros del BPS. Pero es innegable también que los uruguayos siguen emigrando fuertemente, como lo hicieron a lo largo de todo el último medio siglo. Es un mito por tanto que gracias al Frente Amplio en el poder nos hayamos convertido en un país de oportunidades para todos.
Lo que notoriamente ocurre es que países de la región que están peor que nosotros sufren la emigración internacional de su población y sobre todo de su mano de obra más calificada. Uruguay es uno de los países que recibe a toda esa gente, sin ser por ello el principal destino ni en cifras absolutas ni tampoco en valores relativos con respecto al tamaño de su población. El ejemplo más trágico es el de la altísima emigración venezolana por causa de la dictadura de Maduro, que sobre todo recala en los países más dinámicos y seguros de la región como por ejemplo Chile.
Segundo, el hecho de que el saldo internacional de remesas de dineros sea positivo en el entorno de unos 20 millones de dólares anualizados muestra hasta qué punto el Uruguay sigue siendo un país de fuerte emigración económica. Con el Frente Amplio en el poder no cesó la emigración internacional de compatriotas que buscan mejorar ingresos para ayudar a sus familiares que quedaron en el país; antes al contrario, esas remesas nunca fueron tan grandes como en este 2018.
Nos encaminamos a un año de elecciones que definirán rumbos políticos fundamentales. El ideal democrático es que se procesen debates a partir de datos verificables y ciertos, y no a partir de relatos que falsifican enteramente la realidad. En este sentido, importa de una vez por todas que quede claro que el país del Frente Amplio no es un país de oportunidades y gran receptor de migración internacional. Ese, simplemente, es un mito izquierdista.
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