Cooperativa Uqueños: “En Argentina 3 ó 4 bodegas definen el precio de la uva” – Por CLIIDA

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Por CLIIDA *

En el Valle de Uco, ubicado en la provincia de Mendoza –Una de las mayores productoras de vino en Argentina, junto a San Juan y Salta- una veintena de productores viñateros de pequeña escala, distribuidos en siete localidades de los departamentos de Tunuyan y San Carlos, hacen frente a la concentración de los mercados de producción a través de la asociación y la conformación de la Cooperativa Uqueños.

“El agregado de Valor y la conversión en vinos de gama media, nos permite ir peleándola” cuenta Jorge, productor de la cooperativa.

-Cuéntenos de su actividad ¿Qué hace todos los días? Las características.

-Nosotros arrancamos con la producción de uva hace 14 o 15 años, en una localidad cercana, en Valle de Uco, Pareditas. Es un lugar extremo, duro, hay condiciones climáticas extremas pero se dan variedades de uva con muy alta calidad: tempranillo en tinto, semillón en blanco. La escala de nuestra producción está fuera de escala. Es una pequeña viña de cuatro hectáreas y no hay forma de que sea rentable por el tamaño y por las condiciones que en general tiene la vitivinicultura hoy.

No es rentable cuatro has pero tampoco son rentables 10 o 20 hectáreas. La producción directa y la venta directa de uva tiene una unidad económica que es muchísimo más alta y que ya excluye a los pequeños productores. En este proceso que lleva algunos años, se ve el deterioro en el estado de las viñas, en el cuidado, en la renovación de palos y alambres. Hay quienes han reconvertido a varietales demandados, pero hay serias dificultades. Nosotros estamos buscando la vuelta buscando agregarle valor a la uva.

Cuando arrancamos, producíamos y entregábamos la uva a las bodegas, y eso implica un proceso larguísimo en el que entregás tu producto, en el que ya metiste un montón de trabajo, de dinero, de recursos, y no sabés exactamente cuánto te van a pagar, ni cuándo te van a pagar. Es una situación que se daba hace 10 o 14 años, y se sigue dando con más intensidad. Hoy se han estirado los plazos de los pagos, que eran de 6 a 10, 12 meses, a un productor que ya le puso plata, porque comenzás con la poda en julio-agosto y terminás cosechando en abril, y tu primer cobro será en julio-agosto. Es un proceso que se hace muy largo.

Nosotros estamos intentando desde hace unos seis años agregarle valor a la uva, y para eso nos hemos asociado con otros productores pequeños que están en la misma, compartiendo algunas herramientas. Tampoco para la escala nuestra se justifica tener todo el herramental necesario, una llenadora, una tapadora, una moledora. Para producir cuatro mil litros de vino al año no lo terminás amortizando nunca. Pero cuando somos 6, 8 ó 10 los productores que usamos esas herramientas, empieza a ser un poco más factible.

Arrancamos haciendo 500 litros de vino, vendiéndolo entre nuestras amistades, familiares; el segundo año hicimos 1.500 litros, y hoy estamos en el máximo que permite la categoría de productor de vino artesanal. El INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura de Argentina) ha regulado hace más de una década la actividad cultural que existe en Cuyo y que es hacer el vinito casero. Todo el mundo hace la conserva de durazno, de aceitunas, y todo el mundo tiene la cultura de hacer una o dos barricas de vino para consumo familiar, para autoconsumo.

El INV pudo regular y reglamentar, y creó dos categorías, una la de elaborador de vino casero que te permite elaborar hasta 4.000 litros al año, y que es un complemento para la familia del campo. Si a eso le sumas algún animalito, media docena de duraznos, alguna conserva, es una buena ayuda a la economía familiar. No sólo hacer vino para autoconsumo sino para poder comercializarlo.

Y está la otra categoría que es la de elaborador artesanal, que es la que te permite producir hasta 12.000 litros al año, y es donde nosotros estamos encuadrados en este momento. Doce mil litros al año son 16.000 botellas que para una economía familiar puede funcionar, aún con todas las dificultades que hay hoy, como la retracción de consumo, ya que todo el mundo cuida su economía.

El vino no está entre las cosas imprescindibles, indispensables, entonces al consumo y a la venta de vino le ha llegado este frío polar. Estamos empeñados en esto, cuatro hectáreas que no se pueden sustentar de viña, por el agregado de valor y convertido en vino de gama media (que lleva 12 meses de barrica) nos permite ir peleándola.

-¿Cuál es el destino del vino que ustedes producen en la cooperativa?

-El mercado interno. El INV no aprueba la exportación de vino en la categoría que estamos nosotros. Es un nicho que está regulado para otra categoría, para las bodegas más grandes.

-En el marco del nivel de concentración que usted nos cuenta ¿cómo logra que la actividad sea rentable?

-Porque trabajamos asociativamente, compartiendo herramientas, compartiendo experiencias. Herramientas que yo sólo no las podría comprar.

-Y si tuviesen que vender la uva en forma particular, sin posibilidad de hacer el vino ¿Les conviene?

-No, es un déficit total. El tipo de uva que hacemos nosotros está a 12 pesos (menos de 40 centavos de dólar), y entre 20 y 22 pesos (entre 65 y 72 centavos de dólar) se ha pagado este año el kilo de malbec.

-¿Cómo evalúa el estado de la cadena de producción del vino el país?

-Casi la totalidad de las cadenas productivas de nuestro país están muy concentradas. Son 3 ó 4 las bodegas que definen el precio de la uva, en el momento que se les antoja. Este año, en agosto, no se sabía cuánto valía el kilo de uva. Estás condenado a cosechar, con todo el gasto que eso implica. Algunas bodegas hacen el adelanto por cosecha y acarreo, que en realidad es plata provincial; pero en general es tanto el papelerío y los requisitos que tenés que tener para acceder a eso que no lo podés hacer.

El productor pequeño no tiene una estructura para tener todo el papelerío en regla y no tiene tiempo en el momento de la cosecha para andar haciendo trámites. Algo muy común es que que te pidan los papeles del viñedo, de la tierra. La mayoría de la gente lo tiene por herencia familiar: era de un abuelo, que se lo queda un hijo, luego viene otro, y no están regularizados y no pueden acceder a esos beneficios. Es imposible tener el papelerío al día.

La cadena está muy concentrada, fijan valores que son irrisorios, lo que condena a los pequeños productores. Se ha abierto esta pequeña ventanita de la producción casera-artesanal de vino, pero que también es muy limitada. Limitada a una porción de productores que tienen otra realidad. Tenés que tener cierto capital para encarar, porque entre que metés la primera moneda en la poda, hasta que vendés la primera botella de vino y la cobrás, suele pasar más de 2 ó 3 años. En el marco actual es muy difícil ésto. Estamos obligados a resolver nuestras propias visiones que tenemos los distintos productores, estamos condenados a ponernos de acuerdo y a organizarnos. En esto hemos dado un paso muy importante.

Estamos finalizando el trámite de concresión de la Cooperativa Uqueños, nacida de la necesidad y de las dificultades que tenemos para conseguir insumos. Si hay un rubro en el que hay una alta concentración es en los insumos vitivinícolas. Hay en el país dos proveedores de botellas, Verallia y Cattorini. La necesidad nuestra es de 1 ó 2 pallets de botellas, y no logramos que nos atiendan el teléfono. Esto nos obliga a asociarnos, para tratar de conseguir insumos como el vidrio, el cartón y el corcho.

Respecto a las herramientas, no se puede acceder a ellas de manera individual. Tampoco accedemos individualmente al servicio técnico, asesoría en enología o a un ingeniero agrónomo que nos guíe en el viñedo. A través de los grupos de Cambio Rural -programa de asesoramiento técnico del INTA y del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación- hemos podido conseguir esto. Somos uno de los pocos grupos de Cambio Rural que hemos sobrevivido a los últimos recortes que ocurrieron.

(Cabe recordar que en agosto de 2017 el ministerio de Agroindustria de la Nación, que dependia de Ricardo Buryaile, decidió excluir del programa «Cambio Rural» a mil grupos pertenecientes al sector de la agricultura familiar. Se trató de pequeños productores que fueron enviados a la órbita del Ministerio de Desarrollo Social, o directamente quedaron sin el amparo del Estado, NE).

Somos un grupo de productores de vino artesanal del Valle de Uco, constituimos la Cooperativa 14 productores. No todos activos en este momento, ya que una nueva exigencia del programa Cambio Rural fue que seas productor capitalizado (que tengas tierra, viña con titularidad al día), lo que muestra la irregularidad en esta cuestión. Originalmente la Cooperativa nació con algunos productores que no tenía viña pero que conseguían o compraban uvas, y otros productores que no elaboran vino todos los años.

Hoy la Cooperativa está en los últimos pasos legales de su constitución, pero además está abierta a otros tipos de producción, tenemos grupos de productores de cerdos, grupos de productores de frutas y frutas secas. La comercialización la hemos logrado mediante la venta directa a quien lo consume, sin intermediarios que implican pérdidas e intervenciones. Hay instalada una red de intermediarios parasitarios que elevan el precio del producto a niveles superlativos, que dificultan el acceso al producto por parte del consumidor, y el productor tampoco ve esa ganancia.

-¿Qué rol debería cumplir el Estado para que se regule mejor la cadena?

-En la comercialización de los pequeños productores debe estar la mano del Estado, facilitando el asociativismo y cuestiones de logística. Tiene que haber una intervención para facilitar al pequeño productor: levantando la calidad de los productos, mejorando el envasado, la presentación y las condiciones de higiene. Intervención estatal para facilitar el acceso a productos baratos y sanos al consumidor.

– ¿Cómo se posiciona Argentina en la producción vitivinícola latinoamericana y caribeña?

-En materia de producción vitivinícola la Argentina tiene cierto liderazgo, y se da una única característica: sobrevivimos los pequeños productores, cuestión que no se ve en otros lugares. Hemos seguido la producción de vinos en Brasil, muy novedosa. Hace 20 años no se podía beber el vino brasileño, sin embargo hoy hacen un vino de mediana calidad pero, en general, no lo hacen pequeños productores, sino grandes empresas.

En Uruguay se dan producciones de escala más familiar. Hace un tiempo recibimos en nuestra bodega un grupo de 14 pequeños productores de vino de Perú, ponen énfasis en la producción de pisco. Tenemos conocimiento de que en Bolivia hay producción de uva moscatel, destinada a destilados.

-¿Cómo ve posicionada la comercialización del vino argentino en el mercado externo?

-Argentina tiene desde hace 20 años una posición cada vez más importante en el mercado internacional, sobre todo de la mano del malbec. Hay otros intentos de diversificar, pero el eje de la vitivinicultura argentina ha sido el mercado interno, y no veo otra forma de mejorar la situación que no sea mejorando la capacidad de compra del consumidor argentino. El mercado interno está duramente dañado. El vino ha sufrido la competencia de otras bebidas que han sabido adaptarse mejor a los gustos. La industria del vino ha sufrido la preferencia del público por otro tipo de bebida, y la retracción del consumo en general.

* Centro Latinoamericano de Investigación, Innovación y Desarrollo Agrario (CLIIDA), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)


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