Argentina: no sólo Caputo es de la B – Por Mario Wainfeld

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La huelga general fue contundente, apabullante porque se plegaron muchos más que los trabajadores nucleados en la Confederación General del Trabajo (CGT). La tradicional expresión “acatamiento” queda estrecha; mediaron adhesiones de un amplio espectro social y ocupacional. Laburantes de la economía popular, pequeños comerciantes o industriales Pyme.

Trabajaron los funcionarios oficialistas, infatigables cuando de perjudicar a la mayoría de los argentinos se trata. En nuestro país es difícil aburrirse, transcurrir 24 horas sin angustias… llegar a fin de mes para la mayoría de su población.

Luis Caputo salió de la cancha bajo una silbatina. Adiós al Messi de los mercados, al mago que transformó la presidencia del Banco Central (BCRA) en un empleo de temporada. Tal vez nunca alguien dañó tanto a tantas personas en un lapso tan breve.

Vuelve a la sociedad civil y posiblemente a su mundillo de la timba financiera. A contrapelo de casi toda la gente común (y como muchos funcionarios PRO) se enriqueció sensiblemente en un puñado de meses y eso que solo se conoce su patrimonio en blanco, la punta del iceberg. Ya que estamos, los papelones del elenco de Mauricio Macri complican hasta la posibilidad de usar metáforas. El Titanic lo gasta la revista market friendly Forbes, decir que Caputo se fue a la “B” es un lugar común…

Guido Sandleris releva a Caputo, varias tribunas lo miran atónito. Para el gran público es un desconocido, para los palcos VIP casi lo mismo. Comparte con sus compañeros de ruta la ideología tanto como la sana costumbre de tener buena parte de sus fortunas en el extranjero.

El DT dispuso cambio de funciones, no solo de nombres: sale un bróker avezado, un crack en las mesas de dinero y lo suple un académico novato en tales lides, con magra experiencia de gestión. Antes de Cambiemos revistó en la Primera C, tal vez haya sido suplente en el Consejo de Administración de un Consorcio chico. Por ahí, es superfluo: no llega un decisor, sino un amanuense. No llega porque alguien pensó tempranamente en él sino porque el casting de banqueros centrales se agota. El colectivo social se hará cargo de los costos de la pasantía.

Ahora dicen que el Senado no le dará acuerdo, que ejercerá el cargo en comisión. Se levantan apuestas acerca del tiempo de mandato. Si usted quiere arriesgar unos mangos mire al contexto y descrea de lo que enuncia el oficialismo.

Dos consejos gratis para quienes conservan la ambición de sumarse al equipazo económico oficialista. Téngase fe que la rotación gana intensidad según pasan los meses. Y vaya borrando tuits que botonean de más. Sandleris, por ejemplo, apostó que la economía crecería en 2018. Con ese bagaje de perspicacia se propone ahora domar el potro de la inflación.

El presidente Mauricio Macri ensaya pasos de comedia musical en Nueva York aunque el género que cultiva en sus apariciones públicas es el grotesco. La tragedia se abate sobre la economía real.

En el primer día de labor Sandleris pulseó con el dólar, lo retuvo justo antes de que alcanzara la cotización prevista para el 31 de diciembre de 2019.

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La preocupación abruma al decano de la Facultad de Sociales de Estocolmo. La socialdemocracia hizo floja elección, la ultraderecha gana terreno también allí. Para distraerse, le escribe a su discípulo, el politólogo sueco que hace tesis de postgrado sobre Argentina. “Me sorprende el gran Durán Barba. Reconozco su maestría para desviar la atención, mediante cortinas de humo. ¿No se le fue la mano con ubicar la renuncia de Caputo para sacar al paro de la tapa de los diarios oficialistas?”. En Buenos Aires, el becario sonríe: la respuesta es sencilla aunque desencante. La pelirroja progre, mucho más que amiga y todavía no dispuesta a una plena convivencia, fatigó plazas en estos días, está eufórica. Viraliza un cartel caserito, hecho a mano, que dice “cambio gato de dos años por yegua de 12”. Lo vio en Plaza de Mayo en el actazo del lunes.

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La salida o eyección de Caputo resultó inoportuna, reveladora. Autorretrata a un grupo en crisis en el que afloran egoísmos, librepensadores, autores de goles en contra.

Entre otros perjuicios más severos la dimisión lastimó el argumento berreta del “costo del paro”. Cálculos inventados como el de la cantidad de piedras arrojadas en Congreso mientras los Diputados votaban la reforma jubilatoria. Inventos de tahúres frustrados que engrupen cada vez menos.

Si Cacho se privó de comprar algo en la ferretería el martes habrá ido el miércoles. Si Doña María quiso visitar a la peluquera, habrá cambiado el día. Las industrias capacitan para recuperar la producción diferida. Ojo al piojo: hay parate pero obedece a otras causas. La capacidad instalada ociosa ronda el 40 por ciento del total. La gente común que anhela trabajar y no puede se arrima al 10 por ciento. Quienes changuean cuentan con menos chances a fin de mes cuando la moneda escasea por doquier.

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La sobreactuación de cipayismo por parte de Macri confiesa idiosincrasia tanto como falta de sintonía con las percepciones colectivas. Aun conociendo las carencias expresivas del presidente cuesta entender su elogio olfa a la titular del organismo, Christine Lagarde.

El oficialismo derrapa en cualquier terreno hasta en la propaganda que solía ser su fuerte. Todo gobierno en decadencia repite gestualidades antaño eficaces sin percatarse del cambio de circunstancias.

La festividad de Macri colisiona con el talante opositor de la calle. El Palacio distrae, embriaga, distorsiona. La asimetría deviene un peligro. Un presidente de derecha desenfocado (quién le dice, enojado con la realidad) es, si cabe, potencialmente más dañino.

La entropía interna ahonda la lesividad del oficialismo y quizá explique hechos de violencia creciente. El ataque brutal a la maestra Corina, las amenazas a la legisladora Myriam Bregman, al diputado Nicolás Del Caño, a la abogada María del Carmen Verdú, la detención con violencia de Juan Grabois. Desbordes de fuerzas de seguridad o de servicios o de “mano de obra ocupada”… nadie investiga, Una hipótesis preocupante es que la causa del descontrol de los uniformados o los services sea la falta de autoridad civil que los conduzca o contenga.

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Las jornadas de movilizaciones y huelga dieron ejemplo de civismo y autocontención popular. Los medios dominantes fisgonearon en pos de destrozos, violencia anómica, desbordes. Fracasaron porque no suelen ocurrir cuando no median provocaciones manejadas desde la Agencia Federal de Inteligencia o desde el ministerio de Seguridad. La templanza ciudadana y el aporte de las movilizaciones a la gobernabilidad son datos cotidianos que pasan inadvertidos para   el discurso oficial. De cualquier forma, el avance de la pobreza y el desempleo, las privaciones en materia de salud y educación tensan el clima.

El “nuevo acuerdo” con el Fondo reincide en pecados originales, la millonada de dólares que llega se irá por alguna canaleta. La reactivación es una quimera… la recesión, un objetivo y un instrumento del “modelo”. La bicicleta financiera seguirá siendo más atractiva que la inversión a largo plazo.

Las secuelas dolorosas del programa se prolongarán durante todo el mandato de Macri, hasta sus proyecciones lo reconocen.

El gobierno (com)promete más ajuste, déficit cero. Pide sacrificios a quienes nada o casi nada tienen. Nada corrige, nada autocritica. Alega que el acuerdo reforzado con el FMI y una eventual aprobación del Presupuesto funcionarán como panacea, como punto de inflexión. Si miente, es impropio y preocupante. Si lo cree es, quizás, peor.

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