Alternativa de los pueblos: Por un desarrollo biotecnológico para la región – Por CLIIDA
Por CLIIDA *
Los avances en materia de adopción de biotecnología a nivel regional, así como a nivel mundial son aplastantes. El año 2017 dejó números contundentes, alcanzando las 189,8 millones de hectáreas cultivadas en 24 países del mundo, un crecimiento del 11.164% en 21 años.
América Latina aplica aproximadamente la mitad y carece de un proyecto propio y ambicioso. ¿Qué retos nos depara la cuarta revolución industrial? ¿Buscamos un desarrollo impulsado desde afuera o uno pensado y proyectado desde adentro?
Nuestra región es la reserva cultivable más grande del mundo. Posee un 24% de las tierras productivas y sólo exporta del 11% de lo producido en las mismas. Según José Perdomo, Presidente de la Organización Gremial Internacional CropLife LatinAmerica, la próxima década aumentará el consumo de alimentos en un 55%, mientras que disminuirán el 25% las tierras productivas.
A 21 años de la adopción de biotecnologías, toma relevancia la discusión sobre los diversos caminos que nos lleven a desarrollos agroecológicos locales sustentables, a la construcción de una verdadera soberanía tecnológica con la implementación de técnicas revolucionarias como la edición génica en pos de la soberanía y seguridad alimentaria a nivel regional.
El avance de la tecnología es incuestionable y no hay vuelta atrás. Lo importante será discutir desde qué concepción se investiga, desarrolla y aplica la misma y en favor de quién. Al realizar una evaluación de las dos décadas pasadas de utilización de cultivos biotecnológicos, podemos encontrar una serie de dificultades y desafíos a rectificar si buscamos un desarrollo sostenible.
La implementación del paquete tecnológico (organismos genéticamente modificados –OGM-, agroquímicos, siembra directa) tuvo consecuencias socioambientales y políticoeconómicas importantes en la región, que se deben analizar.
En cuanto a lo socioambiental, hay serios problemas regionales con la mayor resistencia de las malezas a los agroquímicos, generando una suerte de súper-maleza que se constituye en un aumento del costo productivo; contaminación por el abuso de agroquímicos en zonas rurales, en la interface campo/ciudad y en los puertos de comercialización; expansión de la frontera agropecuaria con la consecuente expulsión de familias campesinas y disminución del trabajo agrario. Para añadir, mayor concentración de la tierra y de los recursos naturales y biodiversidad.
En términos políticoeconómicos, la implementación del paquete tecnológico modificó las relaciones sociales de producción, favoreciendo una mayor concentración económica de los oligopolios trasnacionales que controlan los puntos estratégicos como los insumos y la comercialización.
En la actualidad hay tres grandes núcleos de conglomerados trasnacionales que dominan la generación de semillas, en EEUU Dupont + Dow; en China Chem China + Cofco y Nidera + Syngenta y en Europa Monsanto + Bayer.
Hay un cambio de perfil de productor. Aparecieron nuevos actores, no necesariamente rurales, como los pools de siembra y los traders. Se practicaron y practican asociaciones público/privado, ya sea por financiamiento a Universidades Nacionales, Institutos de Tecnología o Centros de Estudios resguardados bajo “secreto académico” o “acuerdos de confidencialidad o no divulgación”, poniendo a los Estados nacionales al servicio de las trasnacionales.
Además, se privatizó la genética, con aumento de flujos de germoplasma del sur al norte y la puja por el cobro de regalías por la utilización de las semillas OMG. Se produjo una suerte de nueva división internacional del trabajo entre las empresas trasnacionales generadoras de conocimiento estratégico y los países proveedores de germoplasma y de ensayo, aumentando la asimetrías y dependencias económicas, lo que nos lleva a graves riesgos y amenazas.
Últimamente viene aumentando el protagonismo del desarrollo de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC´s), nuevas herramientas de control, ajuste y trazabilidad de procesos y productos agroalimentarios que permiten a partir del monitoreo constante, con la generación de datos o Big Data, la construcción de modelos de pronóstico y simulación logrando la agricultura y ganadería de precisión.
Esto impone un mayor control sobre la subjetividad del productor. Es decir, pasamos del monopolio de los insumos al monopolio de los datos. Es posible predecir lo que puede suceder en una campaña agrícola para utilizar mejores herramientas y alcanzar el máximo potencial de rendimiento que puede tener cada lote.
La estrategia de los pueblos
Frente a esta coyuntura, y en un mundo en profunda crisis, es preciso que surja la estrategia de los pueblos, debemos discutir modelos de desarrollo sustentables que garanticen la soberanía y seguridad alimentaria de nuestros pueblos, el acceso a la tierra como bien social, el arraigo de la ruralidad, el control soberano de los recursos genéticos y consolidar innovaciones tecnológicas propias, que en este contexto de reprimarización de las economías latinoamericanas, se constituye en una forma de agregado de valor.
La región latinoamericana es infinitamente rica en recursos naturales, minerales preciosos, biodiversidad, posee las tierras más productivas del planeta y las mayores reservas de agua dulce. Precisamos políticas gubernamentales, y no impuestas por las megaempresas trasnacionales, que pongan en consideración la integración política, económica y cultural de nuestros Estados con proyectos soberanos e integrales.
* Centro Latinoamericano de Investigación, Innovación y Desarrollo Agrario (CLIIDA), asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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