Rectores de universidades nacionales argentinas cuentan el conflicto en la educación pública
Tres rectores describieron para ámbito.com cómo se vive desde adentro el conflicto en las universidades nacionales, que entró en su cuarta semana sin solución por los aumentos salariales a los docentes y los fondos presupuestarios de las casas de estudios.
Ernesto Villanueva, rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche
Cada mil estudiantes en el sistema universitario nacional, 13 van a la universidad nacional Arturo Jauretche. Pero cada mil pesos que recibe el sistema universitario nacional, sólo cinco pesos van a nuestra universidad. Ese desfasaje inmenso, que hace que nuestro presupuesto por alumno sea apenas el equivalente al 40% del presupuesto por alumno del sistema universitario es el núcleo de todos los problemas nuestros.
Por un lado, eso lleva a que casi todo nuestro presupuesto esté orientado a salarios, pero por otro lado, hace que este año no podamos pagar los dos últimos meses en concepto de salarios, ni a docentes, ni a no docentes. Esto crea una intranquilidad absoluta.
Si a eso le agregás el problema de las paritarias aún no resueltas, del atraso en los gastos, y para el caso de nuestra universidad muy importante, por ser nueva, la detención de obras, tenemos un panorama en donde no observamos un apoyo constante del Estado nacional a nuestra universidad.
Eso es una pena, porque en los últimos años, las nuevas universidades, que apenas representan menos del 5% del presupuesto global del sistema universitario nacional, han sido orientadas de modo tal que van incorporando una nueva capa social al mundo universitario, imitando en gran medida lo que ya han hecho países más desarrollados que nosotros, como Corea, Alemania, Estados Unidos, ya hace sesenta años. Esta dificultad o penuria que estamos viviendo constituye un signo de interrogación muy fuerte acerca de la apuesta de la educación de nuestro pueblo por parte del Estado Nacional.
Jorge Calzoni, rector de la Universidad de Avellaneda
Cumplimos 8 años de la creación de la Universidad Nacional de Avellaneda. Un proyecto largamente soñado por los vecinos/as de nuestra Ciudad. A pesar del corto tiempo histórico que representan estos años, hemos crecido de forma excepcional, llegando hoy a contar con más de 17.000 estudiantes entre regulares e ingresantes y a ampliar nuestra propuesta educativa a 38 carreras de grado, pregrado y posgrado.
Este crecimiento nos exige cada año más inversión. Las carreras van sumando nuevas cátedras que exigen nuevos docentes, nuevas instalaciones y más gastos de funcionamiento. Es por eso que la asignación presupuestaria de las nuevas universidades siempre fue superior a las que ya vienen funcionando desde hace tiempo. Esta estructura nueva no está contemplada en los últimos ejercicios.
A ese desfasaje, se agrega el retraso en el envío de las partidas de gastos para el funcionamiento de la universidad, que llegan además con un porcentaje menor al previsto. Eso sumado al aumento en los servicios y a la alta inflación, dificulta cada vez más poder hacer frente a los gastos mes a mes.
La UNDAV también tiene una Escuela Secundaria Técnica ubicada en el Barrio Villa Azul de Wilde. Un proyecto innovador e inclusivo que forma maestros mayores de obra. Allí se desarrolla jornada completa dividida en clases teóricas y talleres y cuenta con un comedor para los estudiantes. Actualmente nuestra escuela se encuentra desfinanciada, no solo en gastos de funcionamiento e infraestructura sino también en salarios de los/as trabajadores/as docentes y no docentes.
En cuanto a la infraestructura edilicia que necesitamos para la universidad, no hemos podido proyectar nuevas obras, y las vigentes en construcción se están pagando con mucho retraso, lo que obliga a la actualización constante de precios y demora su finalización.
A todo este contexto presupuestario complejo que vivimos como instituciones universitarias, se suma la situación paritaria no resuelta de los/las docentes, que obliga a reclamos y medidas de fuerza que impiden el normal desarrollo de las clases. Hechos que han ido en aumento a lo largo de este año y que repercute invariablemente en la población estudiantil.
En la UNDAV estamos viviendo dos fenómenos contradictorios con nuestros/as estudiantes. Uno es el aumento en la matrícula, que posiblemente refleje el intento de muchos/as jóvenes de mejorar su perspectiva de vida y otro más preocupante que refiere a una mayor deserción en estos últimos dos años.
La mayoría de nuestra población estudiantil es trabajadora. La dificultad de poder sostener económicamente el ritmo de cursar al menos dos materias al año incide en la caída de la regularidad. Un contexto no solo de aumentos constantes producto de la inflación, sino también de pérdida del poder adquisitivo de sus salarios e incertidumbre laboral, los obliga a modificar sus prioridades y a relegar sus estudios. Llamativamente, la creación de nuestras Universidades del Bicentenario sirvió para reparar situaciones similares del pasado. En sus primeros años, nuestras aulas se llenaron de argentinos/as con un promedio de edad superior al tradicional, ansiosos/as por poder completar aquellos estudios universitarios que habían quedado truncos durante las sucesivas crisis económicas que vivimos en nuestro país. Algo que tememos vuelva a repetirse. Y esto es dramático, no solo en el proyecto individual de cada uno, sino en lo colectivo como sociedad.
Nuestro país necesita cada vez más de profesionales comprometidos con su realidad, que puedan llevar adelante procesos de desarrollo y transformación que mejoren la calidad de vida de los argentinos/as. Ese ha sido el objetivo que nos planteamos desde los inicios de la UNDAV, que no resignaremos por difíciles que sean los tiempos, por que mantenemos viva la esperanza de poder aportar a la construcción de un futuro mejor. Esperamos que así lo entiendan también quienes dirigen hoy los destinos de nuestro país.
Enrique Mammarella, rector de la Universidad Nacional del Litoral
La Universidad Nacional del Litoral, próxima a celebrar el centenario de su creación, se compone de diez Facultades, dos Centros Universitarios, una Sede Universitaria, un Instituto Superior, una Escuela Universitaria, tres Escuelas de Nivel Medio y una Escuela de Nivel Inicial y Primario. En cada una de esas unidades académicas se dictan carreras que pertenecen a diferentes áreas del saber científico, humanístico, técnico y cultural, que están consubstanciadas con las problemáticas de la región donde la Universidad está inserta. Si bien la Universidad Nacional del Litoral proyecta sus acciones inmediatas en el centro-norte de la provincia de Santa Fe -con presencia territorial directa en 5 grandes municipios-, tienen también una rica trayectoria histórica de vínculos y acciones conjuntas con muchos municipios y comunas, estados provinciales y con el Estado Nacional.
Las universidades nacionales, como otros organismos estatales, recibimos presupuesto directo para nuestras actividades a través del presupuesto nacional. En el caso de nuestra Universidad, que es una de las universidades deficitariamente más desfasadas en la asignación presupuestaria de acuerdo al Modelo de Pautas Objetivas de Distribución Presupuestaria del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), nos ha sido otorgado un presupuesto de $ 1.349.416.140,00 para el año 2016; de $ 1.917.986.668,00 para el año 2017 y de $ 2.407.439.417,00 para el año 2018. Con ese presupuesto, en el marco de la autonomía y autarquía que gozamos las universidades nacionales después de la reforma constitucional de 1994 y de la sanción de la Ley de Educación Superior Nº 24521 de 1995, tenemos la posibilidad y responsabilidad de autoadministrarnos para cumplir con las funciones sustantivas y la misión de cada una de nuestras Universidades.
En lo operativo, para su ejecución, el presupuesto que corresponde a cada universidad, se divide en dos fracciones: una de alrededor del 90% que corresponde a salarios, becas, contratos, etc y que se remite mensualmente a las Universidades para poder afrontar estos gastos y otra del alrededor del 10% que corresponde a gastos corrientes asignados al funcionamiento y actividades, programas, etc. que se planifican y se ejecutan por cuenta de cada Universidad. A lo largo de este año, no hemos tenido ningún inconveniente en la recepción en tiempo y forma de los fondos para poder afrontar el pago de haberes de nuestro personal, becas y contratos, pero sí tuvimos un atraso considerable de esa partida que alcanzó a un acumulado de 5 meses que nos puso en alerta de funcionamiento (al igual que a fines del gobierno anterior cuando estuvimos 6 meses de atraso en recibir esta partida), pero no nos impidió el desarrollo de nuestras actividades.
Luego de una reunión con el Ministro de Educación en la que los Rectores le explicitamos la importancia de la regularización del envío de estos fondos, en el mes de julio se nos remitieron los fondos hasta totalizar la cuota del mes de mayo, manteniéndose en la actualidad un atraso de 2 meses que ha sido habitual en el sistema y que en nuestro caso no representa un grave problema para el desarrollo de las actividades programadas, las que se ejecutarán con las restricciones propias del efecto de la inflación, del aumento de tarifas y alquileres y el cambio en el valor de la moneda.
También hay un presupuesto general para el sistema universitario que se administra a través de programas centrales que administra la Secretaría de Políticas Universitarias. Sobre este presupuesto, el poder ejecutivo dictó una disposición administrativa que disminuye en 3 mil millones de pesos el presupuesto a efectivizar este año y que fundamentalmente ha afectado a las universidades, como la nuestra, que teníamos obras acordadas para iniciar este año (aunque no se pararon las obras que estaban en ejecución). En nuestro caso, al tratarse de una universidad casi centenaria que había sido postergada en esta materia desde hace muchos años, esta decisión no nos compromete en el funcionamiento de corto plazo, pero nos preocupa si se mantiene en el tiempo.
Por otra parte, el presupuesto para el sector universitario, al ser votado por el congreso es fijo y por ende las negociaciones paritarias con cada sector (docentes y no docentes) son llevadas adelante por el Ministerio de Educación a través de la Secretaría de Políticas Universitarias, con participación del CIN. La paritaria del año pasado para ambos sectores finalizó el 28/2 con aplicación de sendas cláusulas gatillo. Al cerrar la paritaria pasada con cláusula gatillo, el aumento real en el año fue el mismo que la suma de la inflación por índice congreso en ese periodo.
A partir de allí empezó la negociación para este año con una propuesta similar para ambos sectores, llegándose a un acuerdo con el sector no docente y transformándose en un conflicto con el sector docente que lleva ya más de 3 semanas de paro. Los rectores no permanecemos ajenos a esta situación; sabemos que estamos en un momento económico complicado del país, el que además está muy convulsionado desde lo político y mediático, por eso instamos al Gobierno Nacional a que presente una propuesta razonable frente a la pérdida de poder adquisitivo del salario docente y no docente y que garantice un presupuesto acorde para el año próximo de manera de seguir consolidando una Universidad Pública que contribuya significativamente a la construcción de una sociedad más igualitaria, basada en el conocimiento, que afronte con eficacia y equidad los problemas del país y la región.