Manuela D’Avila, posible candidata a vicepresidenta de Brasil: “La gente tiene la certeza de que Lula puede cambiar el destino de nuestro país”
Por Sofía Solari.
A pocos días de retirar su candidatura como presidenta de Brasil por el Partido Comunista (PCdB), para optar por la vicepresidencia en alianza con el Partido de los Trabajadores (PT), Manuela D’ Ávila estuvo en Buenos Aires. Allí participó de la presentación del libro Latinoamérica piensa de Nicolás Trotta, rector de la UMET, junto a referentes políticos como José “Pepe” Mujica, ex presidente de Uruguay, Gerardo Pisarello, vicealcalde de Barcelona y Felipe Solá, diputado nacional.
El PT inscribirá formalmente este miércoles 15 de agosto a Luiz Inácio Lula da Silva como candidato a presidente y al ex alcalde de San Pablo, Fernando Haddad, como su vice. Sin embargo, si el Tribunal Superior Electoral no acepta la postulación de Lula, quien cumple una pena de 12 años de cárcel acusado de corrupción en la causa de Lava Jato, el PT deberá presentar un sustituto. Haddad pasaría a ser candidato a la presidencia y D’Ávila lo acompañaría en la fórmula.
D’Ávila empezó su carrera política en el movimiento estudiantil Unión de la Juventud Socialista (UJS), brazo del Partido Comunista de Brasil. En 2004 fue electa concejala de Porto Alegre y se convirtió así en la más joven parlamentaria de la historia del municipio. Entre 2007 y 2015 fue diputada por Rio Grande do Sul.
“La certeza es que un inocente, como lo es Lula, puede cambiar el destino de Brasil ante la más grave crisis que estamos viviendo”, afirmó D´Avila, feminista de 36 años, en conversación con Página 12, donde habló sobre los desafíos frente a las elecciones brasileñas de octubre.
–¿Cuáles son sus principales propuestas para las elecciones de octubre?
–En los próximos días vamos a consolidar un programa común entre la candidatura de Lula y la candidatura que teníamos con el Partido Comunista antes del domingo. Lo más importante es hacer que las elecciones sean el espacio de debate acerca de salidas para la crisis. Lo que estamos viviendo en Brasil es un proyecto antinacional, de destrucción del Estado y de los derechos de nuestro pueblo. Desde el gobierno de Michel Temer han aprobado, por ejemplo, una reforma de los derechos laborales. Tenemos más de trece millones de desempleados en el país. Ante esto algunas medidas que son prioridad para Lula y para nosotros es hacer que el pueblo tenga créditos a través de los bancos públicos. La mitad del pueblo brasileño hoy está con el “nombre sucio”, endeudados y con hipotecas. Cuando la gente tiene plata, consume y se fomenta el desarrollo. Esa es una medida que propone Lula, hacer que los créditos sean más fáciles para el pueblo. Otro eje importante será derogar la enmienda constitucional que impone que por veinte años el gobierno no pueda tener más presupuesto para los establecimientos públicos. Son veinte años de un presupuesto congelado. Uno sabe que cuando el gobierno pone más plata también genera mayor empleo y consumo. Estos son dos ejes importantes para nosotros.
–¿Cómo evalúa los dos años de gobierno de Michel Temer?
–Son los peores dos años de los últimos treinta. Ellos han tenido mucha velocidad para la destrucción del Estado brasileño y de todos los derechos que hemos conseguido. Están entregando nuestros recursos naturales y destruyendo los derechos del pueblo, los derechos laborales, los sociales, y las universidades. Ellos han dado un golpe y avanzaron con mucha velocidad en la destrucción del Estado. Contaron con todo el apoyo de los medios de comunicación para que la gente no pueda reaccionar. Es parecido a lo que sucede con Macri aquí en Argentina. Tienen un mismo proyecto. La diferencia es que Cambiemos ganó en las elecciones.
–¿Por qué aceptó la candidatura a la vicepresidencia por el Partido de los Trabajadores?
–Hace mucho en el Partido Comunista estamos diciendo que lo más importante es ganar las elecciones y tenemos que generar la unidad para eso. Esta es la unidad posible. Nosotros intentamos hacerla con otros partidos, con más gente, con otros candidatos de nuestro campo. A mí me gustaría muchísimo no estar en las elecciones y que haya otro nombre que pueda estar en mi lugar y yo estar apoyando desde la calle. Pero fue la unidad que logramos construir. Dentro del PC nosotros discutimos esta candidatura por ocho meses y asumimos la responsabilidad que nos toca en este momento histórico. Nuestro lugar es junto al PT construyendo una alternativa a lo que estamos viviendo.
–¿Qué es lo que está en juego en estas elecciones?
–En Brasil, en estos días, tenemos que poner el debate en una nueva perspectiva. Tenemos que debatir cómo garantizar la democracia que teníamos antes del golpe a Dilma Rousseff. Antes, nosotros debatimos cómo profundizar la democracia pero en Brasil hoy tenemos que debatir cómo garantizar lo que logramos construir desde 1989 después de que salimos de la dictadura militar. Hoy tenemos que mirar a los que profundizan la democracia, la experiencia que tienen en Barcelona, la experiencia del ocho de agosto de las argentinas en la calle.
–¿Qué opina sobre la colusión entre los gobiernos de derecha con el poder mediático y judicial?
–Las derechas en América Latina siempre han hecho eso, se organizan y actúan con sus peligrosas maneras. Lo mismo que sucede en Brasil sucede en Argentina contra el kirchnerismo y en Ecuador contra Correa. Ellos van a hacer lo que tengan que hacer para intentar vencernos. El capitalismo no necesita más de la democracia. En Brasil tenemos un sector del Poder Judicial que está atentando contra la democracia todo el tiempo. Con los medios primero construyeron una versión sobre el golpe y porque había que sacar a Dilma. Instalaron que ella creó la crisis, que ella es la crisis. Cuando lograron sacarla, empezaron a decir que había que recortar los gastos públicos para bajar el déficit. Las medidas de ellos han agravado el déficit. Entonces primero han creado una versión acerca de la crisis y después con la misma fuerza construyeron que la única salida era el ajuste. Es así cómo operan. Tenemos que pensar cómo enfrentarlos. Tenemos que construir alternativas populares, del diálogo con la gente y en la calle porque el proyecto de ellos no es un proyecto para nuestro pueblo. Nos quieren convencer de que hay un solo camino que es el camino sin Estado, sin políticas públicas. Ellos están haciendo todo el esfuerzo para una neocolonización, para que seamos colonias de los países centrales. Se puede trazar un camino distinto al que ellos proponen y eso está probado.
–¿Por qué el gobierno de Lula no pudo avanzar contra esos poderes?
–Si avanzamos, y mucho. Por eso ahora la gente puede ver la fuerza que tienen las élites brasileñas y entender contra quien luchábamos cuando hicimos todo lo que hicimos. La misma gente que efectuó el golpe contra la presidenta Dilma, que aprobó el impeachment, estaba ahí en el Congreso mientras gobernamos. Entonces creo que nosotros para la coyuntura y para la fuerza social que teníamos hemos avanzado bastante. Ahora la coyuntura es otra. Con respecto a una reforma de los medios de comunicación, hace mucho que venimos trabajando sobre eso para lograr que haya más libertad de expresión en Brasil. Los políticos no pueden ser dueños de los medios, no se cumple ni siquiera con lo que dice la Constitución.
–¿Qué piensa de la causa contra Lula?
–La gente en Brasil tiene una certeza y es que Lula está preso porque él va a vencer en las elecciones. La gente sabe que han hecho un proceso judicial y han puesto a nuestro mejor presidente en la cárcel porque en las encuestas no logran vencerlo. La certeza es que un inocente puede cambiar el destino de Brasil ante la más grave crisis que estamos viviendo. A Lula no le perdonan haber sacado a la gente a la calle, que el pueblo tenga plata, que los hijos de las empleadas que están en las casas puedan ir a las Universidades. No le perdonan que el pueblo exista. Nuestro pueblo nunca ha tenido universidad y ahora sí. Nunca ha tenido plata para gastar en los restaurantes y en los shoppings y ahora sí. Eso es lo que no han perdonado a Lula.
–¿Qué puede aportar como militante del PCdB al PT?
–El PT tiene al líder más grande del Brasil. Sería muy pretencioso de mi parte querer agregarle algo a Lula, sin embargo sí creo que mi candidatura ilustra el deseo de las mujeres por no quedar afuera de la política. Creo que es importante también nosotras, las mujeres de izquierda, tengamos el derecho a ocupar nuestro espacio. Entonces no es sólo lo que los comunistas le agregan al PT, sino también lo que nosotras las mujeres y la juventud tenemos para decir. Nosotros tenemos que dar el debate de las desigualdades estructurales, por ejemplo, la región del sur es más rica que la del nordeste y hay diferencias no solo económicas sino de raza y género. Entonces creo que estos son los debates que se vienen ahora, además tenemos que poner en claro que la gente en la calle y que la gente participando es imprescindible para los cambios que se vienen.
–¿Recuerda cómo era Brasil antes de Lula?
–Sí, yo estaba en el movimiento estudiantil. Hace 20 años que soy del Partido Comunista. Me acuerdo muy bien porque eran luchas muy similares a las luchas que trazamos ahora, que eran contra la privatización, contra el ALCA, contra el Plan Colombia, contra las bases militares de nuestro continente. Eran luchas similares, me acuerdo mucho y tengo un honor muy grande de mirar al país antes y después y ver que esas luchas son posibles. Si fue posible hace 15 años, es posible que lo hagamos otra vez. Lula acercó a la gente a la política como no lo habían hecho antes.
–¿Cómo ve a Latinoamérica y al campo popular?
–Yo creo que estamos más fuertes. Cada día tenemos más personas que se están dando cuenta de las cosas. Tengo una expectativa muy grande en el pueblo. Tengo esperanza con nuestro proyecto. Hace quince años empezamos a vencer en algunas elecciones, estos son los cambios que hoy podemos ver en México con la victoria de Andrés Manuel López Obrador. Allí y en los gobiernos que persisten en Uruguay y Bolivia podemos ver lo que hemos construido para profundizar la democracia. Hace cuatro años en nuestra región estaban Cristina, Lula, Dilma, Rafael, Evo y Pepe, imaginando un continente integral con la gente en el centro del proceso político, en estas elecciones nosotros queremos volver a construir ese camino.
–¿Siempre fue feminista?
–No, fui militante por muchos años creyendo que eso no era un tema muy central, sino que los temas económicos eran los importantes y el feminismo era un tema más periférico. Hace catorce años que tengo mandatos parlamentarios. La vida me fue poniendo en contacto con la agenda y creo que eso fue cambiando mi forma de comprender la desigualdad en Brasil, el tema de dónde están las trabajadoras, los trabajadores y las diferencias que existen. Con el tiempo la vida me fue demostrando que estaba equivocada. Muchas veces el ser mujer me perjudicó en la política, siempre lo leí en clave feminista pero hace poco tiempo que tenemos espacio para hablarlo entre las mujeres y reconocernos entre nosotras. Hace doce años cuando fui la parlamentaria más joven y más votada del país, la gente decía que yo era una mujer hermosa y yo contestaba que no, que estaba en la lucha, que estaba con los estudiantes y ellos me contestaban: “¡Ay, que aburrida que sos! ¿por qué no aceptas que sos hermosa?”; pero yo les decía que no es que acepto o no acepto es que la discusión es otra. La realidad cambió y hoy tenemos más espacios para hablar. Las mujeres hemos creado el espacio, entre nosotras y para la sociedad.
–¿Qué expectativas tiene del movimiento feminista?
–Las mejores porque creo que cada vez más las mujeres feministas tienen conciencia que el problema no es solo el hecho de que seamos mujeres sino que hay una sociedad que oprime a un conjunto de personas especialmente las mujeres, negras y pobres. Cada vez más personas saben que con el debate no alcanza sino que hay que hacer reformas profundas. Además las políticas regresivas del gobierno de Michel Temer son mucho más severas con las mujeres, ellas son las más desempleadas. Y las medidas de este gobierno llevan a que el desempleo en las mujeres sea irreversible, porque si los hijos no pueden ir a la escuela, las madres tienen que quedarse cuidándolos sin poder salir de sus casas y sin poder estar en la vida pública.
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