Los retos de la política exterior paraguaya: democratización, desarrollo y desoccidentalización – Por Gustavo Rojas

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Los retos de la política exterior paraguaya: democratización, desarrollo y desoccidentalización

Por Gustavo Rojas

El próximo 15 de agosto, Mario Abdo Benítez iniciará su mandato de cinco años como Presidente de la República del Paraguay. En el plano interno, la fragmentación de los liderazgos en los partidos tradicionales, el creciente repudio popular a la dirigencia política y el estancamiento del proceso de reducción de los niveles de pobreza presentan significativos desafíos a la gobernabilidad futura. A su vez, los retos internacionales a ser enfrentados por el nuevo gobierno no son menores y serán de vital importancia para viabilizar los planes del gobierno entrante.

Durante la campaña presidencial, ha sido escaso el debate, particularmente sobre la agenda internacional. Las menciones de Mario Abdo y su ex contrincante, Efraín Alegre (Partido Liberal), referentes a los temas internacionales se han reducido a unas pocas intenciones de deseo sobre la renegociación, prevista para 2023, del Anexo C (Bases Financieras y de Prestación de Servicios de Electricidad) del Tratado de la Hidroeléctrica Binacional de Itaipú, la de mayor generación en el mundo, compartida con el Brasil. No cabe duda de que esta negociación tiene el potencial de constituirse en un marco en la historia del Paraguay, pero materializarlo requerirá superar diversos desafíos.

Al contrario de la plebiscitaria elección presidencial de 2008, cuando Fernando Lugo tuvo a la “soberanía energética” como principal bandera electoral de cara a la exitosa demanda por mejores precios a la energía cedida al Brasil (estos recursos responden actualmente por aproximadamente ¼ de los ingresos estatales), el último pleito electoral puede ser visto como una oportunidad desperdiciada para movilizar el debate público en torno a la agenda de esta crucial negociación. Ello es un punto importante, teniendo en vista que los términos acordados por el Gobierno Cartes en la renegociación de la binacional Yacyretá con Argentina – en curso durante el período de transición – vienen generando crecientes cuestionamientos por parte de la ciudadanía a lo largo del proceso de ratificación. A esto se deberá sumar la delicada situación de las cuentas fiscales a ser  afrontada por el futuro gobierno brasileño y el proceso de privatización de la estatal Eletrobras, que agregarán complejidad al proceso negociador.

La ampliación de los canales de diálogo con la sociedad será vital para construir el consenso requerido y la construcción de mayorías parlamentarias, así como para fortalecer técnica y políticamente a la posición del gobierno paraguayo. De ser exitoso, este movimiento puede constituirse en un gran rédito político para el futuro Canciller, el Senador colorado Luis Castiglioni, ex Vicepresidente (2003-2008) de perfil joven y negociador en los términos de la política criolla, de cara a las elecciones presidenciales de 2023.

La ampliación de las inversiones en infraestructura y capacidad productiva será otro de los ejes de la agenda del nuevo gobierno. La conclusión de la construcción de una verdadera red interconectada de distribución de energía eléctrica es una condición necesaria no sólo para fortalecer el poder de negociación ante el Brasil y la Argentina, sino también para reducir el nivel de pérdidas en transmisión (actualmente de 25%) y promover un cambio estructural en la matriz energética (la energía eléctrica responde por apenas 15% del consumo energético) y en el sistema productivo (85% de las industrias dependen de la provisión energética de leña y biomasa). Estos puntos son fundamentales para la transformación de la estabilidad macroeconómica y de la abundante generación de energía eléctrica en posibilidades de desarrollo sostenible e inclusivo.

Ello requerirá importantes recursos del país con la menor carga tributaria de América del Sur. Internamente, es posible que parte de estos recursos provengan de ajustes en la inequitativa estructura impositiva. Externamente, la elevación de la tasa de interés de la FED tornará más costosa y riesgosa la manutención del actual ritmo de captación de recursos mediante la emisión de bonos en el mercado internacional, por lo que explorar la ampliación de la capacidad de financiamiento de los bancos multilaterales de desarrollo se presenta como una alternativa relevante.

No obstante, el proceso de capitalización de las principales instituciones acreedoras del Paraguay, el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), viene sufriendo fuerte oposición de los Estados Unidos. La potencia hemisférica es la principal fuente de IED en Paraguay, pero viene mostrando una significativa retracción en los últimos años. Es probable que la reforma impositiva del Gobierno Trump, vigente desde este año, y el aumento de la tasa de interés acentúen la introspección económica estadounidense. La perspectiva de retomada de la IED brasileña (segunda fuente) tampoco es alentadora en el corto y mediano plazo ante la lenta recuperación de nuestro principal socio comercial (se estima que el nivel de actividad económica de 2014 sea alcanzado apenas en 2021 o 2022).

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A su vez, el creciente proteccionismo de los países desarrollados hacia el ímpetu inversor chino viene desviando recursos hacia los países en desarrollo. China ya es el segundo mayor inversor mundial y, tras la crisis de 2008, los bancos asiáticos se tornaron los más capitalizados en el mundo. Entre 2005 y 2017, los financiamientos del Banco de Desarrollo de China y del Banco de Comercio Exterior de China dirigidos a América Latina sumaron un total de US$ 150 mil millones, superando los valores agregados desembolsados por el BM, el BID y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), y priorizando las inversiones en infraestructura. Los nuevos bancos multilaterales de desarrollo son de inspiración no occidental (Banco de los BRICS y Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura) y constituyen una importante pata de un nuevo multilateralismo. Se prevé que más de la mitad del crecimiento económico a ser generado en el mundo hasta el final de la década provendrá de los países asiáticos, en mayor medida de China, India e Indonesia, en ese orden. El dinamismo de las exportaciones del sector agroindustrial nacional ya ha elevado Rusia y Turquía, respectivamente, al puesto de tercer y cuarto mercado de destino de nuestras exportaciones.

De este modo, el costo de la ausencia de una estrategia sobre cómo abordar el “dilema chino” (Paraguay es el único país de América del Sur a mantener relaciones oficiales con Taiwán) se viene mostrando cada vez más evidente en un mundo que camina a pasos largos rumbo al siglo asiático. En suma, las tres Ds (democratización, desarrollo y desoccidentalización) están llamadas a constituirse en los principales retos de la política exterior de Mario Abdo Benítez.


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