Los primeros fusibles de Piñera: un gabinete que no pasó agosto – Por Paul Walder
Paul Walder *
El presidente Sebastián Piñera realizó su primer cambio de gabinete. La salida de los ministros de Educación, Gerardo Varela, y de Cultura, Alejandra Pérez, son recambios en un contexto de deterioro de la imagen del gobierno. Junto con ellos, salió la ministra de Medio Ambiente, Marcela Cubillos, que pasó a cubrir el espacio vacío en Educación.
El cargo vacante de Cubillos lo ocupará a partir de ahora Carolina Schmidt, ex ministra de Educación durante el primer gobierno de Piñera y hasta hoy alta ejecutiva del grupo editorial Copesa. En Cultura, en tanto, asumió Mauricio Rojas, escritor, exiliado y ex diputado en Suecia.
Las principales y más periódicas encuestas de opinión han revelado una sostenida caída, aun cuando lejos de ser grave, de los índices de aprobación del gobierno. Una tendencia que ha tocado también a la figura del presidente. La encuestadora Cadem, denunciada como afín a Sebastián Piñera, ha registrado esta tendencia. Desde un techo del 60 por ciento de aprobación en abril pasado, la figura de Piñera ha descendido a un 45 por ciento a comienzos de agosto, en tanto los niveles de rechazo han subido desde un 19 por ciento en marzo a un 39 en agosto.
Varela, aun cuando no el único, es sí el ministro peor evaluado por este sondeo: en julio pasado el saliente titular de Educación obtuvo un magro 22 por ciento de aprobación. Varela, que es altamente reconocido y nombrado en la prensa y redes sociales, lideraba en atributos negativos, desde ignorancia en temas de educación, falta de carisma, falta de liderazgo hasta torpeza comunicacional.
Ha sido un cambio postergado y largamente esperado. Los ministros removidos han destacado en la agenda pública no por su especial ineficiencia, tampoco por una crisis en sus respectivos sectores, sino por su ineptitud comunicacional. Aun cuando Educación es históricamente una de las áreas, junto a Salud, más expuesta y compleja, con múltiples cambios, tendencias y vuelcos, el ministro saliente no enfrentaba una crisis más aguda que las sufridas por otros gobiernos.
La actual crisis del sexismo en la educación, que tuvo paralizada a numerosas universidades durante varios meses, es un problema que trasciende la educación y traspasa a muchos otros estamentos de la vida pública y privada. Pese a ello, Varela fue incapaz de liderar este debate, el que sí consiguió con mejores efectos la ministra de la Mujer Isabel Plá.
Varela y Alejandra Pérez, pese a estar bien evaluada por las encuestas de opinión, con un 66 por ciento de apoyo, salen por su incapacidad de comprender los cambios sociales y por su tenacidad ideológica neoliberal conservadora. La extitular de Cultura, cuya formación y experiencia procede de la televisión privada (Canal 13), expresó en no pocas entrevistas y declaraciones un no menor desconocimiento sobre los procesos culturales y la gestión cultural, ineptitud que le valió una crisis interna de grandes proporciones.
Si Alejandra Pérez y Varela dejaron sus cargos, horas antes del cambio de gabinete las especulaciones se concentraron en el otro ministro peor evaluado: Emilio Santelices. Este médico de la Universidad Católica tuvo un inicial enfrentamiento con las nuevas corrientes que mueven las transformaciones y los discursos dominantes en Chile. A pocos meses de la aprobación de la Ley de Aborto en tres causales durante el gobierno de Michelle Bachelet, un cambio liderado por los sectores progresistas y los movimientos de mujeres, puso obstáculos para su protocolo, acción que le valió una interpelación en la Cámara de Diputados en la que tuvo un lamentable desempeño.
Pero el caso de Varela fue aún más grave. Usó su tribuna ministerial para emitir opiniones personales, llenas de prejuicios de clase, las que encendieron a las organizaciones sociales. El titular de Educación, en reiteradas ocasiones, despreció al movimiento estudiantil, de mujeres y a los mismos profesores con frases innecesarias salidas de todo protocolo. Opiniones que no sólo le costaron un rechazo generalizado registrado en los sondeos y redes sociales sino que revelan también su completa lejanía e ignorancia con las demandas e intereses actuales de la población.
Otro de los candidatos que tenía opciones para salir del gobierno era José Ramón Valente, ministro de Economía. Este economista, con una nutrida experiencia en el sector financiero, cayó hace pocas semanas en la misma trampa que Varela, Santelices y Pérez cuando emitió una opinión acerca de la conveniencia de invertir capitales nacionales en el extranjero, y, por extensión, en paraísos fiscales. Un error de proporciones que no sólo expresó un nulo manejo político, sino develó su profunda convicción neoliberal y su ceguera social.
Estos ministros de Piñera, ineptos en el manejo político, sacan también a la luz el verdadero rostro de la derecha, que intenta gobernar hoy sin una agenda estructurada. Un gobierno que busca afianzar el modelo de mercado en medio de un proceso de incertidumbres económicas, de estancamiento de las ideas y de marcadas y claras demandas de la sociedad civil. En esta escena, sincerar los verdaderos objetivos de la derecha, como son recortes en programas sociales, en subsidios, en regresión de derechos, es para el gobierno un salto al abismo.
El desprecio a los procesos de transformación y al resurgimiento de los movimientos sociales, por tantos años desmantelados y cooptados, cobra sus primeras víctimas.
* Periodista chileno, director de Politika.cl. Analista asociado al Centro Latinomaericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.cl)
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