Las culturas mayas y turcas entrelazadas – Por Gülşah Pilpil Yöney
EL ÁRBOL SAGRADO EN LA MITOLOGÍA MAYA Y TURCA
Por Gülşah Pilpil Yöney, Universidad de Galatasaray (Turquía)
«Hachakyum, dios de los dioses, creó los cielos y las selvas.
En el cielo sembró a las estrellas y en la selva plantó los grandes árboles.
Las raíces de todas las cosas están agarradas de la mano.
Cuando cortan a un árbol en la selva, una estrella cae del cielo»
Chan K´in Viejo, 1950
Resumen
El propósito de esta ponencia es analizar “el árbol sagrado / el árbol de la vida” en la mitología maya y turca proponiendo sus semejanzas y diferencias. Uno de los cultos más comunes de las civilizaciones antiguas, el árbol es un símbolo para describir la cosmogonía. En el relato mítico de la creación del mundo y del origen de los seres se ofrece el árbol como un cuerpo que contiene 3 fases del mundo; el cielo en que viven los dioses, la tierra que es igual a la vida real y el inframundo que guarda los muertos. Por lo tanto se considera un medio del contacto con el dios, un origen del ser humano y un punto de encuentro de los deseos. Este trabajo que se centrará en la percepción y definición del árbol en los mitos mayas y turcos, intentará reconocer las creencias, los rituales y la comprensión de la naturaleza de estas dos culturas.
Introducción
Se ve claramente que las civilizaciones mundiales tienen las creencias o prácticas parecidas a pesar de sus diferencias culturales y religiosas. Actualmente los rituales mitológicos mantienen viva la existencia en muchas culturas en que se aceptaron las religiones divinas. Estos elementos permiten obtener ideas sobre las visiones antiguas de la naturaleza y los cultos que aparecieron como resultado del contacto del humano con los dioses o los poderes sobrenaturales. A través de aire, agua, tierra y árbol considerado mitológico, el ser humano cumplía las necesidades como la comunicación con los divinos, el acceso al paraíso, la búsqueda del remedio, el pedido del deseo…etc. El árbol es uno de los cultos más comunes como herencia que dejaron las civilizaciones milenarias. “En medio ambiente de una naturaleza rica por su diversidad, el hombre maya desarrolló su cultura concibiéndose a sí mismo como una parte integral y fundamental de ese medio ambiente vivo y sagrado. Determinado por el tiempo, nacido de la Tierra misma, dependiente de las plantas y animales para sobrevivir, el maya percibe la realidad que le rodea como una matriz que le hace existir y como una extensión viva de si mismo. Por ello dota de personalidad a las montañas o a los jaguares, a los árboles o a las rocas. En ellos puede encontrar un espejo de su propia condición existencial.”[1] Los ancestros turcos cuyos tribus extendían desde Asia Central hasta Anatolia y desde la época mítica hasta los tiempos nómadas dieron gran importancia a la naturaleza. “En la cultura turca los ancestros, la montaña, el árbol, el agua que se consideran en el concepto “culto” se valoran divinos, no el dios. En el sistema de la creencia turca no se adoró a ningún objeto santificado. Los objetos definidos como sagrados, los terrestres o celestes se consideraban un medio de contactar con el dios.”[2]
En estas dos culturas los árboles se sacralizaban, se los respetaban por los motivos distintos y eran símbolos de la creación, la raza, la fertilidad y la vida. En este estudio se indicará la significación del árbol y sus reflejos para examinar e identificar su valor en estas civilizaciones.
Árbol Cósmico y Sagrado
El árbol cósmico es llamado también árbol sagrado o árbol de la vida. En las culturas mundiales se creían que el árbol reflejaba los tres niveles cósmicos y se ponían en comunicación; las raíces se unían al inframundo, el tranco se situaba en la tierra como el centro del universo y las ramas se extendían al cielo. En las civilizaciones maya y turca cuyas raíces hallan en las épocas antes de las religiones divinas, se percibía la cosmogonía de manera parecida. De acuerdo con algunos textos indígenas coloniales, los mayas yucatecos antiguos concibieron el universo conformado por tres grandes ámbitos alineados en sentido vertical: el cielo, dividido en trece estratos; la tierra imaginada como una plancha cuadrangular, y el inframundo, de nueve niveles. En el décimo tercer cielo residía el Canhel, principio vital del cosmos, identificado con el dios creador, cuyo símbolo era una serpiente emplumada, y en el noveno estrato del Inframundo habitaban los dioses de la muerte.[3]
El árbol sagrado hallado en las mitologías corresponde a un árbol real en la naturaleza en que vive la cultura. Para fortalecer la percepción de la cosmogonía, lo mítico y sagrado se hace concreto a través de un árbol esplendido. Para los mayas, la Ceiba (Yaxché) era el árbol sagrado y la madre de la vida. En la cosmovisión maya, en cada uno de los rumbos cósmicos había una ceiba sagrada, y cada zona simbolizaba con un color: blanco en el norte, amarillo en el sur rojo en el este y negro en el oeste. “Se supone la existencia de un quinto color, el verde, asociado con el centro del mundo, el centro del universo. Aquí, en el centro, estaba la quinta ceiba, la más importante, cuyas raíces llegaban al inframundo del dios Xibalbá, cuyo tronco estaba en la superficie terrestre y cuyos ramos cruzaban los diferentes estratos del cielo.”[4] Se creía que extendía sus ramas hacia los cuatro puntos cardinales y conectaba con el dios de los vientos y las lluvias.
En la mitología maya se señala que el árbol cósmico estaba relacionado con el mundo de los animales. El antropólogo Barrera Vásquez lleva una explicación a la relación entre la ceiba y el cocodrilo; “La Ceiba es el árbol por el cual se sube al cielo y se halla en medio del mundo, cobijando con sus ramas a los muertos en el paraíso maya yucateco, mientras que el cocodrilo se arrastra por el suelo y se remoja en el agua. El árbol – animal, la ceiba-cocodrilo representa, parece, la vieja idea de que el cielo y la tierra originaron la vida: son la dualidad.”[5] La otra característica del árbol sagrado fue su liga con el poder. La más antigua y más común representación del soberano maya es la de un árbol cósmico compuesto por un exuberante conjunto de los símbolos. Además es la vía que comunica el mundo sobrenatural con el mundo de los hombres, el camino del Sol, La Luna, los planetas y las estrellas y el de las almas de los muertos que caen a Xibalbá.[6]
Las obras literarias fundamentales de Maya son las fuentes tan importantes como las ruinas arqueológicas para descubrir la cosmogonía maya. El símbolo principal del centro del mundo en los Libros de Chilam Balam es una colosal ceiba verde, denominada Yax Imix Che y llamada “Gran Madre Ceiba”, que atraviesa y comunica los tres niveles cósmicos.[7] El signo “imix” en el nombre de la ceiba en esta obra está compuesto de dos elementos: ix es “pluma corta” y simboliza uno de los días que significa “jaguar” o “brujo”; el otro elemento “im” representa el pezón de una mama, Im es pecho o teta e indica el carácter generoso y femenino del árbol.[8] En Yucatán se cree que las niñas no deben jugar con los frutos de la ceiba pues podrían crecer sus mamas demasiado; tampoco los niños, pues adquirirían características femeninas.[9] Una de las leyendas del Popol Vuh (libro sagrado maya) cuenta que los dioses creadores sembraron una ceiba sagrada en cada uno de los cuatro rumbos del cosmos. Finalmente, sembraron una quinta ceiba al centro de todos estos rumbos, por lo tanto se considera este árbol como la Gran Madre o el Primer Árbol del alimento. Los actuales mayas siguen respetando a la ceiba, a la que identifican con la fuerza, la fertilidad y la sabiduría.
En la mitología turca el culto del árbol de la vida es una de las creencias tan comunes como en la de las otras culturas. Los turcos cargan al árbol de la vida las misiones de unir las tres mundos, ordenar la vida cotidiana del humano y conectar la humanidad con la divinidad. “En la cosmogonía china se ordenó brújula que representa las posiciones de los elementos en la planeta. Mientras la tierra está en el centro, se creen que el agua en el norte, el fuego en el sur, el árbol en el este y la mina en el oeste. Según leyes cósmicas aceptadas por los turcos también, se acepta que tiene una relación entre elementos, rumbos, cuatro estrellas principales y sus colores, planetas, estaciones, las partes del día.”[10]
En la creencia de la cultura turca, el árbol sagrado tiene una característica de explicar la cosmogonía; simboliza el cielo con las ramas, tierra con el tronco e inframundo con la raíz. “Además se cree que existirá el mundo siempre que quede verde el árbol de la vida. Este árbol sagrado solo se puede ver por los que conoce la doctrina del dios (por los Khanes y Chamánes). El árbol de la vida es único, solo y columna vertebral del cosmos. Se personalizaron los huesos del humano con el árbol de la vida, ya que la expresión “árbol genealógico” demuestra esta relación. En las religiones divinas se creen que las revelaciones descendió del cielo a la cima del árbol como una luz, además los Khanes y sus mujeres parieron de la luz descendida al árbol y alimentan de este árbol.”[11]
En la cultura turca tiene mucha importancia el árbol considerándoselo como el origen de la vida y la descendencia de los ancestros. Los árboles más importantes son haya, pino, álamo, enebro, sicomoro. Según unas leyendas de Altai, hay un árbol de haya en la montaña del mundo que sube a la planta de duodécimo del cielo y el agua de la vida se halla en un hueco al fondo de este árbol. Este agua de la vida llevaba la inmortalidad, el poder, a veces la salud y la juventud.[12] Para los chamanes de Altai, el árbol haya dividió del Dios, por lo tanto no se cae relámpago al haya. Los chamanes llevaban el árbol haya cuando curaban a los enfermos.[13] Los turcos de Altai creen que antes del nacimiento las almas de los niños descansan en las ramas del árbol cósmico como los pájaros. Por lo tanto se acepta que el tambor de chamán se hace del árbol de la vida y lleva un dibujo del árbol cuyas nueve ramas están en el cielo.[14] Cada chamán de los Yakutos tenía un árbol propio. El joven que quería ser chamán, plantaba un árbol. Depende del crecimiento de este árbol, aumentaba también el rango del joven. Y se destruía el árbol con la muerte del chamán.
Los turcos tenían una doctrina religiosa llamada tegrismo en que se creían al dios del cielo e incorporaba elementos de chamanismo, aminismo y cultos. El Dios del cielo de los turcos organizaba los días y las noches, el día y la noche discutían siempre según la leyenda. Se creía que el día venció la noche el 22 de diciembre. Los turcos lo festejaban como “Fiesta de Renacimiento”. Llevaron un árbol pino a casa, se sentaban su debajo dejando unos regalos a los dioses y colgaban cintas o telas simbolizadas sus deseos.[15] Actualmente mantiene la existencia del pedido de deseos colgando telas a árboles y se encuentra con frecuencia la figura del árbol de la vida en el tejido y la joyería.
En la mitología de Asia Central se encuentran muchos animales que protegen el árbol de la vida. Según la creencia de Yakutos el león, la pantera o el tigre son las almas que ayudan a chamán en sus viajes del cielo y del inframundo. El águila o los pájaros en la cima del árbol de la vida ayuda al chamán cuando mueren. Por lo tanto se encuentran las alas en los vestidos de los chamanes de Altai. Se cree que el chamán se convierte en un pájaro cuando lo se viste. En las Inscripciones de Orjón se menciona que las almas de los muertos vuelan al otro mundo como un pájaro. Actualmente esta creencia existe en Anatolia con la expresión de ‘separado de nosotros volando como un pájaro’[16].
Descendencia del Árbol
El Ya’ax’che es el símbolo de la vida maya, es donde nació el primer hombre, por eso celebraban ceremonias y festividades bajo sus ramas, transmitiéndose poderes entre los gobernantes y los chamanes. Según los antiguos mayas, el paraíso está en un lugar donde crece una Ceiba y bajo sus ramas, descansan los hombres de las fatigas y agonías de la tierra. Su hermoso follaje sirve de amparo y el hombre puede disponer de exquisitas comidas y bebidas, las cuales no se acaban jamás. Aún hoy en día, la Ceiba conserva su poder mítico en las creencias de mucha gente del campo. Para asegurar que sus hijos varones crezcan tan fuertes como éste majestuoso árbol, ocultan su cordón umbilical en alguna hendidura del árbol.”[17]
Según el libro de consejos de Mayas, Popol Wuh, el árbol se creó antes del nacimiento del hombre. “Llegó aquí entonces la palabra, vinieron Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Entonces dispusieron la creación y crecimiento de los árboles y los bejucos y el nacimiento de la vida y la creación del hombre.”[18] Además se narra la leyenda de la creación del humano en esta obra de los quiché maya: Entre los ancestros de los humanos los dioses primero formaron a la gente de barro pero éste se desintegró con la lluvia. Luego los dioses probaron la madera, la carne de los árboles, y el resultado fue positivo. Se multiplicaron los hombres de madera y vivieron felices pero se les olvidó honrar a los dioses, por eso fueron destruidos y el maíz sustituyó a sus cuerpos. Este grano tuvo un feliz resultado en esa ocasión, los antepasados del hombre hechos de árboles, tuvo un triste fin.[19] En el imaginario maya, la ceiba era la manifestación terrestre del Árbol Milagroso, la Primera Madre de todos los hombres, que había originado a Hunahpú e Ixbalanqué, los dos Gemelos semidioses, quienes, derrotando a los señores del inframundo, habían traído la luz a la Tierra. La cabeza de Hun-Hunahpú fue colgada a este árbol cuando fue derrotado, con su hermano Vucub-Hunahpú, por los Señores de Xibalbá. [20] Se lee en el Popol Vuh:
Los sacrificaron y los enterraron en el Pucbal-Chac, así llamado. Antes de enterrarlos le cortaron la cabeza a Hun-Hunahpú y enterraron el hermano menor junto con el hermano mayor. […] Y habiendo ido a poner la cabeza en el árbol, al punto se cubrió de frutas este árbol que jamás había fructificado antes de que pusieran entre sus ramas la cabeza de Hun- Hunahpú. […] A juicio de aquéllos [los de Xibalbá], la naturaleza de este árbol era maravillosa[21].
En los mitos etnogonicos turcos, el mito de la descendencia del árbol se ve más en los tribus que viven cerca de los bosques. El rol del árbol en estos tipo de mitos coinciden con la creencia de que se planta un árbol al lado de la tumba o simboliza alma de la muerte el árbol que florece al lado de su tumba. [22] “Algunos tribus de los Hunos suponían que descendieron del haya; los ejércitos de Oğuz pasaron el río Volga encima de un árbol cuando fueron al oeste. El árbol sagrado que se cree el origen de los Uygures está hallado en una isla entre dos ríos. Una de los Oğuz que refugió a esta isla parió un bebé denominado “kipchak”. Y este hecho es el ejemplo de “reproducirse del árbol hueco” en las leyendas turcas.”[23] En la cultura de Eurasia se ve una relación entre el árbol de la vida y la mujer. Los ejemplos de descripción de semi mujer, semi árbol son los más comunes de esta relación. La mujer es símbolo de la fertilidad y el árbol representa la vida eterna y la continuidad; coinciden los dos conceptos en este sentido. Los Yakutos creían que el árbol era la madre de todo y Humayana, la diosa de nacimiento de vida se sentaba debajo del árbol haya y las mujeres querían tener hijos adoraban y sacrificaban a este árbol.[24]
El árbol es tanto un elemento sagrado como una figura literaria. En la epopeya más famosa de los Turcos Oğuz, el Libro de Dede Korkut, se menciona la descendencia del árbol: Basat respondió “Si me preguntas el nombre de mi padre, es árbol ancestro” a Tepegöz que le preguntó “quién es”, es decir le dijo que se descendió del árbol. En Asia Central se denominaron unos lugares o unas tribus como “don árbol”, “árbol rojo”, “árbol negro”. [25]
Rituales del árbol
Tras la conquista de los mayas siguieron viendo en la ceiba al ser sagrado bajo el cual debían realizarse los rituales de contenido político. En 1690 Fray Francisco Nuñez de la Vega escribió que la ceiba “es un árbol que tienen (los mayas de Chiapas) en todas las plazas de sus pueblos a vista de la casa del Cabildo, y debajo de ella hacen sus elecciones de alcaldes, y las sahuman con braseros, y tienen por muy asentado que en las raíces de aquella ceiba son por donde viene su linaje.” Y hoy tres siglos después, los tzotziles de Chiapas afirman que sus gobernantes tradicionales sostienen el cielo y la tierra porque cargan a los dioses Vaxakmen que son los que sostiene al mundo de las cuatro esquinas “a manera de pilares de la casa” También pertenecen a este siglo las creencias de los mayas yucatecos en una gran ceiba que se yergue en el centro de la tierra, árbol por el que ascienden los muertos a su morada definitiva.”[26] Cuando los mayas realizan la ceremonia en la que plantan una Ceiba, están reproduciendo el pasaje de la Creación Maya que dio origen al espacio que habitamos; de igual manera, cuando compartimos el alimento maya cocinado en las Tres Piedras, recreamos un espacio celeste en el ambiente terrestre; el milenario Mundo Mitológico Maya está vigente y palpita en nuestro cotidiano.[27]
El licor de balché es una bebida alcohólica ceremonial de origen prehispánico, usada ampliamente entre los mayas de la península de Yucatán y los mayas lacandones en rituales religiosos y curativos. La bebida se extrae del árbol, conocido igualmente como balché. Es utilizado como ingrediente principal de la bebida sagrada Maya por excelencia. El licor de balché es empleado en diversos rituales curativos así como también para lograr la purificación física y espiritual indispensable para alcanzar la comunicación con sus dioses, a quienes también lo presentan como ofrenda. La deidad relacionada con el licor de balché es Acán, dios del vino.[28]
Después de la adopción del islam por los turcos, también los árboles como palmera, olivo, laurel se consideraron sagrados pero no pudieron abandonarse las creencias ancestrales y siguieron practicarlas como una tradición o la superstición. Por ejemplo; colgar telas a los árboles, escribir los deseos al palo de rosa, contar el sueño malo al agua, personalizar las montañas…etc. Los turcos aceptan que los árboles tienen unas misiones como nacimiento, muerte, matrimonio, y cura. En los tiempos que los árboles caen sus hojas llevan la tristeza y mala suerte y por esta creencia se esperaba para el funeral hasta la caída de las hojas.[29] Además hay una expresión “la caída de las hojas” que significa las muertes repetidas en poco tiempo.
En el sur de Anatolia uno de los árboles sagrados es enebro y se narra que tiene unos milagros, y se hacen unas visitas a este árbol.[30] Los Alevís Tahtacılar de Anatolia visitan los árboles, hacen las misas cantando y rezando su debajo, bajan la cabeza delante del árbol enorme, cuelgan las piezas del hierro al árbol y consideran pecado cortar el árbol que da fruta.[31] La expresión de “Plantar el árbol es buena obra” es conocida que se usaba antes del islam, se acepta como una tradición común y mantiene su función incluso hoy.
Conclusión
Dos culturas milenarias del mundo; Maya y Turca tienen los elementos comunes y parecidos en la percepción del cosmos, la relación con la naturaleza y la explicación del origen de la vida y los seres. Las raíces de los dos civilizaciones extienden a las épocas antes de las religiones divinas y las creencias y prácticas que se transmiten de generación a generación siguen mantenerse a pesar de la aceptación de las nuevas doctrinas religiosas. Su creencia de estas civilizaciones es impensable aparte de la vida que les rodeaba. Explicaban todo lo desconocido con los elementos de la naturaleza por esta razón los valoraban, sacralizaban y a veces adoraban. En cuanto al árbol estaba en el centro de su sistema de la creencia con sus misiones distintas.
En este estudio se ha indicado el árbol como una parte de la cosmogonía y religiosidad, un punto de descendencia y una figura importante de los rituales. En la primera parte se da en cuenta de que la cosmogonía se observaba igualmente con los rumbos, las faces verticales en comunicación, pero los colores de los rumbos y la posición del árbol en la Cruz Celestial. Según los mayas, el árbol de la vida está en el centro de la cruz y se representa el color verde. En la descripción cosmogónica de los turcos, el árbol está en el este y se refleja con el color azul, ya que en el centro esta situada la tierra. Según las dos mitologías, hay los animales que protegen o acompañan a los árboles de la vida. Los mayas creían que los reptiles con su forma horizontal ligaban con el árbol vertical y creaban la dualidad del universo, y el pájaro quetzal en la cima del árbol ceiba simboliza la sabiduría y los dioses celestiales. El árbol sagrado de los turcos se protege por los panterinos y se menciona en conjunto con los pájaros relacionando con el chamanismo. Además se describe un águila de dos cabezas o dos águilas en la cima del árbol y simboliza el poder del dios, además lleva los mensajes del dios a los khanes. En las dos culturas se cree que sus ancestros descienden del árbol y actualmente el árbol es un punto donde se piden los deseos, esto significa el árbol todavía no ha perdido la misión del mediador entre la humanidad y los dioses.
En conclusión, es posible decir que el árbol de la vida sigue existir con sus sentidos distintos hace muchos siglos y también en el futuro mantendrá la existencia en las culturas mundiales si se transmite a las nuevas generaciones la tradición de plantar, proteger y valorar los arboles. La acumulación cultural sobre la naturaleza y el árbol que se indica en este estudio recuerda una realidad muy grave; el árbol es la vida.
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[1] Manuel Alberto Morales Damián, Árbol Sagrado: Origen y Estructura del Universo en el Pensamiento Maya, México, 2006, p. 11.
[2]Pervin Ergun, Türk Kültüründe Ağaç Kültü, (El Culto al árbol en la Cultura Turca), Ankara 2004, p. 22.
[3] Martha Ilia Nájera Coronado, “Del Mito al Ritual”, Revista Digital Universitaria, Vol. 5 Núm. 6 , 2004, p.5.
[4] Monica Di Girolamo, “La Visión Cosmológica De Los Mayas: La Herencia De Los Libros Sagrados”, Cuadernos del Hipogrifo. Revista de Literatura Hispanoamericana y Comparada, 2015, p. 94.
[5] Alfredo Barrera Vásquez, “La Ceiba- Cocodrilo”, Anales del INAH, México, 1975, 203.
[6] A. López Austin, “El Árbol Cósmico en la Tradición Mesoamércana”, Monograf. Jard. Bot. Córdoba 5, 1997, p. 87.
[7] Martha Ilia Nájera Coronado, idem, p.6.
[8] Alfredo Barrera Vásquez, idem, p. 187-188.
[9] Mary Lee Kennedy, Estudio etnobotánico de la ceiba, s/p
[10] Birsel Çağlar, “Türk Mitolojisinde Dört Unsur ve Simgeleri Üzerine Bir İnceleme” Kocaeli Üniversitesi, 2008, p.87.
[11] Pervin Ergun, idem, p. 26.
[12] Nerin Yayın, “Hayat Ağacı: Munar”, Türk Dili ve Edebiyatı Araştırmaları Dergisi, Núm.1, 2008, p. 156.
[13] Sultan Yurteri, Filiz Nurhan Ölmez, “Türk Dokumarında Ağaç Motifi”, 38. ICANAS, 2007, p.1447.
[14] Bahaeddin Ögel, Türk Mitolojisi, Ankara; Atatürk Kültür, dil ve Tarih Yüksek Kurumu Türk Tarih Kurumu Yayınları VII, 1993, p. 90-91.
[15] Yaşar Kalafat, Halk İnançlarından Mitolojiye I, Türk Kültürlü Halklarda Halk İnanışları, Ankara, 2009, p. 209.
[16] A. Yasar Serin, “Türk İnanç Geleneğinde ‘Hayat Ağacı’ Örgesinin Kullanım Şekli ve Günümüze Uyarlanması”, Altıncı Şehir Dergisi, Sivas, Eylül- Kasım 2002, p. 2.
[17] https://relatosdelanaturaleza.org/tag/culto-al-arbol/
[18] Recinos Adrián (trad. y ed.), Popol Vuh- Las Antiguas Historias del Quiché, Fondo de Cultura Económica, México 1970. p. 23-24.
[19] Doris Heyden, “El Árbol en el mito y el símbolo”, Estudios de cultura Náhuatl, ISSN 0071-1675, Nº. 23, 1993, p. 205.
[20] Monica Di Girolamo, idem, p. 94.
[21] Recinos Adrián (trad. y ed.), Popol Vuh, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 35.
[22] Birsel Çağlar, idem, p.156.
[23] Ülkü Gürsoy, “Türk Kültüründe Ağaç Kültü ve Dut Ağacı”, Hacı Bektaş Veli Dergisi, 2012, p. 3-4.
[24] Lale Avşar İskenderzade, “Dede Korkut Hikayelerinin Türk Plastik Sanatlara Yansıması”, Selçuk Üniversitesi Sosyal Bilimler Dergisi, 17/2007, p. 14.
[25] Nerin Yayın, idem, p. 155.
[26] A. López Austin, idem, p. 90-91.
[27] http://literaturaymundomaya.blogspot.com.tr/2010/04/
[28] Bernard-Menna A. y Lozano-Cortés M., “Las bebidas sagradas mayas: el balché y el saká.” Sincronía; Revista Electrónica de Estudios Culturales del Departamento de Letras de la Universidad de Guadalajara. http://sincronia.cucsh.udg.mx/mennacortes03.htm (05.10.2017)
[29] Mehmet Emin Bars, “Türk Kültüründe Ağaç Kültü Ve Şor Kahramanlik Destanlarina Yansimalari”, The Journal of Academic Social Science Studies, núm. 27, 2014, p. 386.
[30] Sultan Yurteri, Filiz Nurhan Ölmez, idem, p.1449.
[31] Seher Arslan, ‘Türklerde Ağaç Kültü ve “Hayat Ağaci”’, International Journal of Social and Educational Sciences Uluslararası Sosyal ve Eğitim Bilimleri Dergisi, vol. 1, núm. 1, 2014, p. 62.