Donald Trump, ¿el alma gemela de López Obrador? – Por J. Jaime Hernández

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región. Por J. Jaime Hernández*

La ocurrencia ha sido de Juan Carlos Hidalgo, un joven analista del Instituto Cato en Washington que considera que Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador, son “almas gemelas”.

Una valoración que seguramente pasará a la historia como uno de los dislates más divertidos y consagrará al Cato Institute como un “tanque pensante” de ideas cansinas; como ese organismo dispuesto a revalidar sus credenciales conservadoras frente a ese hemisferio que EU siempre ha considerado su patio trasero.

La tentación de presentar a Andrés Manuel López Obrador como el “alma gemela” de Donald Trump, tiene un inocultable sesgo conservador. Y, al mismo tiempo, revela el profundo desconocimiento del hombre que ha sido capaz de vencer al PRIAN, ese monstruo de dos cabezas que ha quedado herido de muerte.

El problema de estos “análisis” exprés que hemos escuchado desde Estados Unidos, a cargo de “expertos” que observan a México desde su cubículo, es que refuerzan el convencimiento de que efectivamente Andrés Manuel López Obrador es la versión mexicana de Donald Trump.

Dos populistas que, según aseguran, serán capaces de entenderse hacia ambos lados de la frontera por el sólo hecho de haber derrotado al establishment político, por abrazar la causa nacionalista y por agitar a las masas agraviadas por el olvido y la falta de oportunidades en ese mar de desigualdad sin fronteras.

Si se dejan llevar por éste cúmulo de falsas percepciones, mucho me temo que, cuando el Secretario de Estado, Mike Pompeo, estreche la mano de López Obrador el próximo 13 de julio, se dará cuenta que el futuro presidente de México no encaja en ese molde populista que ha entusiasmado al presidente, Donald Trump.

Un problema adicional para la administración Trump, en el siempre traicionero mundo de las percepciones, ha sido el obligado retiro de Roberta Jacobson de la embajada de EU en México.

Un hecho que dificultará, y mucho, el entendimiento de la siempre compleja realidad mexicana.

El pase a retiro, de una las diplomáticas que mejor conocía a México y a su clase política, dificultará seriamente el entendimiento entre ambos líderes.

Sin Jacobson resultará muy difícil la tarea de descifrar la personalidad, el historial y el ideario político de un personaje como AMLO, al que los medios internacionales insisten en encasillar en el papel de “izquierdista” o “socialista”

Una etiqueta que la mayoría sigue utilizando por default en esta era del periodismo digital sobre  rodillas, de facebook y twiter

En la desbocada carrera para definir a quien ha llegado con la promesa de redimir a millones de la desigualdad, la injusticia, la falta de oportunidades y la violencia en México, pocos han sido los medios y los periodistas extranjeros capaces de entender a ese personaje de múltiples aristas, que es capaz de desatar pasiones encontradas.

Uno de los pocos medios extranjeros, que han hecho el intento de aproximarse a la compleja personalidad de Andrés Manuel López Obrador, ha sido The New York Times, que ha preferido abstenerse de las etiquetas para presentarlo como  “un político que desafía todos los estereotipos”.

En este sentido, una de las ventajas de AMLO frente a Donald Trump es precisamente el de su complejidad. Un factor que será difícil de entender y digerir para el presidente de Estados Unidos, uno de los seres más turbios, pero al mismo tiempo, más rudimentarios en cuanto a inteligencia política.

En muchos sentidos, podría decirse que López Obrador es uno y muchos hombres al mismo tiempo. Y, a pesar de que es un político de firmes convicciones, su capacidad para ajustarse a las circunstancias es una de sus mejores ventajas frente a Donald Trump.

En el lenguaje exquisito de los académicos esa versatilidad. Esa capacidad de ajustarse a las circunstancias le llaman pragmatismo.

Sospecho que esa, precisamente, será su ventaja de salida frente a un Donald Trump que, al parecer, intentará explotar las divisiones del gobierno mexicano en plena etapa de transición.

Precisamente, si hay algo que ha entusiasmado a Trump es la posibilidad de abrir una brecha entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y el de Andrés Manuel López Obrador.

La posibilidad de aprovechar la inexperiencia y agarrar fuera de base a AMLO, para imponerle su esquema de negociación bilateral en el frente comercial, es algo que mantiene entusiasmados a sus colaboradores.

Sin embargo, como ya ha adelantado el virtual presidente electo, su equipo respetará la estrategia de negociación que ha seguido el gobierno de Peña Nieto. Un esquema a varias bandas en el que se han aliado con los gobiernos de Canadá y con algunos de los más importantes en el seno de la Unión Europea, como Alemania.

Con un cierre de filas en la negociación del Tratado Comercial, a la administración Trump no le quedará más remedio que mantenerse en el carril de las negociaciones inauguradas por el gobierno de Peña Nieto.

Además, dudo mucho que Mike Pompeo, ex director de la CIA; presione al gobierno entrante de AMLO a tal punto de ponr en riesgo las muchas concesiones que han arrancado al gobierno de Peña Nieto en materia de seguridad fronteriza y colaboración para contener el flujo migratorio que empuja desde Centroamérica.

Es precisamente, en este terreno, donde AMLO tendrá mayor margen de interlocución frente al gobierno de EU.

Hasta ahora, los gobiernos de Peña Nieto y Donald Trump han sido capaces de entenderse en los temas de la seguridad fronteriza y el futuro manejo de los repatriados o deportados hacia México.

De hecho, México ha cedido más de lo aconsejable al aceptar la creación de “centros de fusión” para fichar a inmigrantes que cruzan por la República Mexicana y que intentan llegar a Estados Unidos.

Por ello mismo, el gobierno de AMLO, debería aprovechar la indefinición en la renovación del Tratado de Libre Comercio para establecer una serie de “líneas rojas” que incluirían la defensa de los derechos humanos de los inmigrantes en EU.

Tampoco sería mala idea incluir el tema de las remesas que envían los inmigrantes mexicanos y que se han convertido en la línea de flotación del gobierno de México y de millones de familias que se quedaron esperando el milagro de las reformas estructurales.

Quizá también ha llegado el momento de introducir a la negociación el postergado tema de la legalización de las drogas. Un tema que permitiría a México robustecer su capacidad negociadora ante Estados Unidos y combatir al mismo tiempo desde el frente legal y comercial el desafío de los carteles de la droga y, a la administración Trump, hacer frente a esa epidemia en el consumo de opiáceos y heroína  en la Unión Americana.

*Corresponsal de distintos medios internacionales en España, Francia, Bélgica y EU durante tres décadas. Editor de La Jornada Sin Fronteras

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