Argentina: el futuro de las Fuerzas Armadas en la encrucijada glocal
El futuro de las Fuerzas Armadas en la encrucijada glocal
Por Germán Montenegro*
El presidente argentino Mauricio Macri puso en marcha una readecuación estratégica del instrumento militar argentino en base a presupuestos estratégicos que, aunque enunciados confusamente, reemplazan la visión de riesgos y amenazas heredada de la transición democrática. Es una oportunidad de abordar los dilemas militares pensando “fuera de la caja”.
El decreto 683/18 asigna a las Fuerzas Armadas nuevos roles en materia de seguridad interna. A los pocos días su arquitectura fue precisada con la Directiva de Defensa Nacional que hace importantes concesiones a la perseverancia estadounidense, introduciendo en sus misiones el apoyo a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Este tipo de amenaza, importante sin duda, no son el aspecto medular del rol que deben tener nuestras fuerzas militares.
Esta perspectiva generó rechazo político y social en una parte significativa y movilizada de la sociedad en que tiene presente en la memoria las consecuencias en materia de Derechos Humanos de la intervención militar en el plano doméstico en los años setenta.
Es preciso entonces evaluar el escenario estratégico y el curso histórico en que se presenta esta iniciativa.
Las Fueras Armadas argentinas hoy son organizaciones extremadamente endebles, remanente desgastado de una estructura y un despliegue programado para hipótesis de conflicto que ya no existen y que suponen un financiamiento hoy impensables. Preservan una estructura formalmente tan grande como anacrónica, operacionalmente inviable y presupuestariamente insostenible.
Esta situación estructural resistió incluso algunos intentos reformistas en años recientes que no lograron implementarse por falta de comprensión y respaldo político. A consecuencia de aquello el aparato militar hoy está mal equipado e incompleto.
Dan cuenta de ello accidentes, fallas, escaso adiestramiento, dificultades logísticas, mínima disponibilidad operacional. Son síntomas de un deterioro que es en gran medida responsabilidad de la dirigencia política, que no ha estado a la altura de las circunstancias en un contexto sostenido de subordinación militar a las autoridades constitucionales.
Afortunadamente “no hay guerra en el horizonte cercano”. Tampoco se registran fenómenos que requieran el uso inmediato y general de Fuerzas Armadas en el ámbito Sudamericano.
Sin embargo, el mundo está alerta a la evolución de un escenario global que se ha vuelto más volátil y menos estable. Grandes potencias han vuelto a calibrar armas nucleares y potencias globales y regionales protagonizan rispideces en zonas estratégicas. Sorpresivamente factores geopolíticos adormecidos recobran relevancia en la política internacional y se vuelve a considerar la conflictividad bajo el prisma de componentes tradicionales, incluso en el diagnóstico sui generis de los recientes decretos presidenciales. Vuelven a escena los recursos naturales estratégicos (su acceso, control y disponibilidad), los pasos o corredores estratégicos, rutas y nodos de comunicación o las reivindicaciones estatales/nacionales, reforzando así la incertidumbre estratégica.
La región, y la Argentina en particular, posee recursos naturales en cantidad y calidad significativa: gas, petróleo, litio recursos ictícolas, plataformas continentales disponibles, agua dulce, acceso inmediato al Atlántico Sur.
Además, se encuentra en la antesala del Continente Antártico, espacio cada vez más potencialmente rico y codiciado. América Latina sigue siendo un espacio internacional relativamente pacífico, pero ahora enmarcada en tendencias globales más pugnantes en el marco de “guerras comerciales” entre Estados Unidos y China y tensiones militares clásicas con Rusia. Ninguno de estos escenarios es ya tan distante.
Por lo cual el mayor desafío de la Defensa Nacional es diseñar una agenda estratégica y de defensa propia. La iniciativa del Consejo de Defensa Sudamericano y su Centro de Estudios Estratégicos, en el marco de UNASUR, fueron experiencias fructíferas y soberanas. Permitieron reflexionar sobre desafíos y amenazas del escenario mundial desde una perspectiva innovadora y regional. Aquello está congelado desde el fin del ciclo de coincidencias de gobiernos populistas de la década pasada.
Habrá que esmerarse en retomar aquellas experiencias de cooperación y de esfuerzos de desarrollo de un pensamiento militar sudamericano.
Para ello habrá que apreciar seria y razonablemente los desafíos estratégicos que enfrenta Argentina, que ya no son los que dieron origen a la estructura presente (que,por cierto no modificará, para bien ni para mal, una decisión que no prevé asignación presupuestaria para reestructuraciones).
Las necesidades de defensa nacional y potencial militar surgirán de una identificación no importada de qué es aquello que se debe defender, eventualmente, con el aparato bélico del Estado.
Será necesario integrar en la visión la triple raíz local-regional-global de los riesgos para la Argentina del siglo XXI, en un mundo de plataformas y redes, que demandará un modelo de defensa y militar nuevo, adecuado y sustentable por los recursos que previsiblemente la sociedad estará en condiciones de proveer.
* UNQ – UMET – Ex secretario de Estrategia y Asuntos Militares del Ministerio de Defensa argentino
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