La crisis en Nicaragua cumple 100 días y siguen las protestas
100 días de lucha contra la dictadura
Cien días atrás, en Nicaragua, Darwin Urbina estaba vivo. La mañana del día en que lo mataron, salió de su casa al trabajo, y al final de la jornada decidió visitar a su mamá, cerca de la Universidad Politécnica (Upoli), para confirmar si estaba bien tras escuchar que la Policía atacaba a una veintena de estudiantes que había comenzado una protesta. Darwin, de 29 años, no logró llegar vivo a la casa. Murió de un disparo en la garganta. Él fue el primer muerto. El primero de 300.
La tarde del 18 de abril, una protesta contra las fallidas reformas al Seguro Social encendió en Managua la chispa de una rebelión cívica contra el Gobierno de Daniel Ortega, tras más de una década en el poder. La represión, a cargo de grupos de choque y turbas del gobernante Frente Sandinista, ocurrió —como anteriormente— ante la mirada pasiva de la Policía Nacional. Pero esta vez los insultos, asaltos, golpes y heridas no sofocaron la protesta, y Nicaragua despertó sin aviso, como un bravo volcán.
Cien días que cambiaron Nicaragua
A cien días, desde aquella tarde de abril —aún desde distintas aceras— los nicaragüenses reconocen que hoy Nicaragua no es la misma. El Himno Nacional no se había entonado tantas veces y por tantas voces juntas, en marchas multitudinarias a lo largo de cuatro, cinco o siete kilómetros de la capital, ni la bandera azul y blanco había ondeado tanto. Desde abril, son 100 días de resistencia ciudadana, que ha juntado a universitarios, sociedad civil, campesinos y empresarios.
Hace cien días, tampoco el nicaragüense se despertaba contando muertos, desaparecidos ni secuestrados. Muchos rostros, ahora familiares, eran absolutos desconocidos. Los padres y obispos se limitaban a las misas y la labor pastoral no incluía capear balas con 200 universitarios refugiados en una parroquia rafagueada. Lo común, era encontrar un “chele” que se instalaba enamorado en Nicaragua, y lo desconocido e impensable era toparse con hombres armados y encapuchados en las calles y carreteras, o acechando casas y barrios.
En abril, los niños que jugaban tras una pelota, pensando en el próximo Mundial de fútbol, a julio han conocido palabras nuevas, como “paramilitares”. Y los hay como Daryelis y Matías Velásquez, de dos años y medio y cinco meses de edad, cuyos juegos se ahogaron en el grito desesperado de morir quemados junto a sus padres y abuelos, en una colchonera que también les servía de casa en el barrio Carlos Marx. O como Teyler Lorío, de 14 meses, que murió de un disparo en los brazos de su papá, el pasado 23 de junio, Día del Padre en Nicaragua.
El grito de Nicaragua: “¡Que se vaya!”
Desde las calles y universidades, al pie de tranques y barricadas (ahora desmanteladas), en cantos, poemas, memes en las redes sociales, afuera de las cárceles y las morgues, y también desde los cementerios, un grito ha cruzado las fronteras de Nicaragua: “¡Que Ortega se vaya!”.
El Gobierno de Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo ha respondido con muerte, persecución y terror. Murillo engavetó sus citas de la “Nicaragua linda, bendita y siempre libre” y se ha referido a las protestas como “actos vandálicos”, de “seres minúsculos”, “plagas” y “satánicos”. Ortega, además, ha hablado de “golpistas” financiados por el narcotráfico, el crimen organizado, la ultraderecha y el infaltable imperialismo, ordenando la aprobación de leyes que criminalizan la protesta bajo el delito de “terrorismo”.
En Confidencial, Esta Noche, Esta Semana y la Revista Niú reunimos algunos de los principales reportajes, crónicas y análisis sobre estos primeros cien días de la lucha contra el régimen de Ortega y Murillo: la masacre oficial y la resistencia ciudadana, y los nuevos escenarios que Nicaragua enfrenta.
18 de abril: la chispa de la rebelión
Policías, fuerzas de choque y miembros de la Juventud Sandinista reprimieron con palos, tubos y piedras, a jóvenes y adultos autoconvocados en el movimiento #SOSINSS, que se reunió en Camino de Oriente, sobre la Carretera a Masaya, para protestar por las ahora fallidas reformas al sistema de Seguridad Social. Una semana atrás, se habían registrado otras protestas en reclamo al incendio que consumió más de 5000 hectáreas de la Reserva Biológica Indio Maíz. Los medios de comunicación y periodistas tampoco escaparon a las primeras agresiones.
Al día siguiente, las protestas continuaron desde las universidades, donde poco a poco decenas, luego cientos y pronto miles de universitarios sumaron su rebelión estudiantil. También ese día se registraron los primeros tres muertos: Darwin Urbina, de 29 años; el policía antimotín Hilton Manzanares, de 33, y el estudiante de secundaria Richard Pavón Bermúdez, de 17. El conteo de la masacre apenas comenzaba. Y con los jóvenes asediados y heridos, enfrentando balas de goma y armas de fuego con piedras y morteros, despertó en la conciencia colectiva los versos de aquella canción interpretada por Los Guaraguao:
Que vivan los estudiantes
jardín de nuestra alegría,
son aves que no se asustan
de animal ni policía.
El reto de las calles y la caída de los símbolos
El 21 de abril continuó lo impensable. En Managua los manifestantes derribaron cerca de la Catedral Metropolitana el primero de una veintena de “árboles de la vida”, las estructuras metálicas de más de 20 mil dólares con las que Murillo ha poblado las principales avenidas del país. Las “arbolatas” o “chayopalos”, como le llaman despectivamente los nicaragüenses. Pronto empezaron a caer dos y tres por día. Hasta siete en una sola tarde.
La “tala” de los “chayopalos” fue un acto simbólico contra el régimen, una muestra de que en las calles se había perdido el miedo. Al menos siete marchas multitudinarias en la capital, con réplicas simultáneas en diferentes ciudades, han dejado claro el grito de los nicaragüenses, que exigen libertad, justicia y democracia. También se han organizado plantones y caravanas.
La marcha del 30 de mayo, Día de las Madres Nicaragüenses, se realizó en solidaridad con aquellas que han perdido a sus hijos en las protestas. La multitud llenó todos los carriles desde la rotonda Jean Paul Genie hasta los alrededores de la Avenida Universitaria, donde el régimen elevó ese día su muestra de muerte y terror, masacrando la “madre” de las marchas pacíficas, con un saldo de otros veinte muertos, a una lista que entonces ya rondaba el primer centenar.
El Diálogo Nacional estancado y el papel de la CIDH
La primera jornada del Diálogo Nacional, ahora estacando, inició el 16 de mayo, con una promesa de tregua de 72 horas que no se respetó. Ortega solo asistió a la instalación de la mesa, en la cual el estudiante Lésther Alemán le exigió que ordenara el cese de la represión, y la estudiante Madeline Caracas leyó uno a uno los nombres de los 57 que habían muerto hasta entonces.
Días después, los obispos presentaron una agenda de democratización y justicia sobre la que Ortega calló hasta cinco días después de “reflexión”, en los que otros treinta se sumaron a la lista de asesinados.
Crisis en Nicaragua cumple 100 días y Alianza Cívica pide usar camisetas blancas
La Alianza Cívica convocó hoy a una serie de actividades en ocasión de los 100 días de crisis en Nicaragua, que se cumplirán este jueves, con un saldo de entre 295 y 350 personas muertas de forma violenta.
«No podemos olvidar que hace 100 días recobrábamos la dignidad de alzar nuestras voces en contra de la injusticia. El pueblo nicaragüense despertó y demandó justicia, libertad y democracia, y esto es esencial para construir un nuevo país», indica un comunicado emitido hoy.
Además, la Alianza Cívica agradeció a la comunidad internacional el respaldo brindado a los protestantes en Nicaragua.
«No estamos solos, hay naciones enteras pendientes de nuestra lucha, hemos sentido la solidaridad de todos los rincones del mundo, en especial de nuestros hermanos de América», indicaron.
Para este jueves la Alianza Cívica organizó una serie de actividades en todo el país. En el caso de Managua, se trata de un plantón artístico que comenzará a la 1:00 pm en la rotonda del paso a desnivel en Rubenia.
«Los invitamos a vestirse de 100 días de resistencia, usaremos camisetas blancas con letras rojas, escritas a mano: 100 días, prohibido olvidar», señala un comunicado.
Cámara Baja de EEUU aprueba resolución de condena al Gobierno de Ortega
La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó hoy por unanimidad una resolución de condena al Gobierno del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que lo responsabiliza de la grave crisis que está viviendo el país centroamericano, donde más de 300 personas han muerto.
El texto legislativo condena la intimidación, la violencia, la persecución y los fallecimientos a manos del Ejecutivo de Ortega, y expresa el apoyo de los congresistas al pueblo nicaragüense frente a la violencia que está sufriendo, a la vez que hace un llamado a la convocatoria de elecciones libres en el país.
Asimismo, los legisladores instan a la Administración del presidente de EE.UU., Donald Trump, a que identifique a los funcionarios del Gobierno de Nicaragua que puedan ser sujetos de sanciones en virtud de la Ley Global Magnitsky de Responsabilidad de Derechos Humanos.
El presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Baja, el republicano Ed Royce, aplaudió que sus compañeros respaldaran la medida, e instó al Senado a que dé también su visto bueno a la resolución. «El autoritario presidente de Nicaragua, Daniel Ortega -sí, el que perdió la Presidencia en 1990- está agarrándose al poder», alertó Royce en un comunicado posterior a la votación.
«Ahora ha recurrido al uso de la fuerza brutal contra el pueblo nicaragüense, lo que ha provocado cientos de muertos y miles de heridos», indicó. Royce, quien reveló que uno de los fallecidos fue vecino suyo en California, aseguró que la resolución representa «una amplia condena bipartidista de la violencia del régimen de Ortega y apoya al pueblo de Nicaragua en su búsqueda de la libertad».
«Es comprensible que los nicaragüenses quieran la autodeterminación, el fin de la corrupción y elecciones libres y justas», agregó.
El congresista republicano recordó que el Gobierno estadounidense ya impuso sanciones en virtud de la Ley Magnitsky a tres funcionarios nicaragüenses, pero consideró que «aún se puede hacer más». De hecho, el texto alienta a la Administración a que continúe presionando para poner fin a la violencia en Nicaragua.
Nicaragua atraviesa una crisis sociopolítica que ha dejado entre 277 y 351 muertos en tres meses y que es la más sangrienta desde la década de 1980, también con Ortega siendo presidente.