Estudiar la radio en la convergencia digital

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Por Agustín Espada, de la Universidad Nacional de Quilmes 

La radio ocupa buena parte de nuestra dieta cultural e informativa. Según el Sistema de Información Cultural Argentina (SINCA), el 70% de los argentinos la escucha. Pero si se compara con los datos de 2013, el medio perdió parte importante de su audiencia, en especial en los segmentos más jóvenes. La radio sigue ahí: sobre las mesadas de las cocinas, en los estéreos de los autos, en nuestros dispositivos móviles (antes walkmans, discmans o mp3s y hoy teléfonos celulares). Pero hay algo que lo cambió todo hace varios años: internet.

Como sucede para la televisión y para la prensa gráfica, el escenario online modificó de forma radical la forma a través de la cual nos informamos y entretenemos. Como consecuencia (¿o causa?) de estos cambios, el modo a través del cual se producen, distribuyen y venden los bienes y servicios informativos y culturales perdió buena parte de sus reglas de funcionamiento. Y así, cada una de estas industrias culturales ve tambalear su sostenibilidad económica y artística. Según la misma encuesta del SINCA, internet tiene una penetración “casi universal” en el país, cercana al 98% conseguido por la TV. ¿Qué implica esto?

Como se dijo en primera instancia: un cambio de reglas. Redes sociales, buscadores, aplicaciones, sitios webs y plataformas para ver películas o escuchar música se llevan una parte cada vez más relevante de nuestro tiempo de atención. Y ahí se ubica una fuerte disputa actual: ¿cómo atraer a las audiencias cuando están conectadas (gran parte de su tiempo de ocio) o cuando usan su teléfono celular (el dispositivo más utilizado para navegar por internet)?

Y la radio participa de esa discusión. Tiene distintos desafíos, muchas oportunidades y casi igual cantidad de amenazas. Pero no se trata de poner fecha para el fin del medio o situarlo en un pedestal superior al de las nuevas creatividades y plataformas. Estudiar la adaptación de la radio a la convergencia digital implica realizar un análisis exhaustivo, crítico y (muy) metódico de las acciones y estrategias de una vasta cantidad de actores que componen un nuevo ecosistema de lo radiofónico.

Es nuevo el ecosistema y son nuevos los actores, y para los que ya estaban hay nuevas ventanas. Las radios de AM y FM ahora deben diseñar contenidos para aplicaciones móviles y páginas webs, gestionar la interacción con sus oyentes en las distintas redes sociales (Instagram, Facebook y Twitter), decidir si se complementan o compiten con grandes plataformas donde los usuarios vamos “a escuchar cosas” como son Spotify, Youtube o el mismísimo Whatsapp.

Y también están los nuevos, los que aprovechan el hecho de que para transmitir ideas, información o entretener a una audiencia (o todo eso junto) ya no es necesario contar con un espacio cedido por el Estado en el dial de AM y FM. En internet, donde la capacidad de transmitir contenidos se simplifica y libera de las barreras del espectro, surgen las radios online, los productores de podcasts y los agregadores radiofónicos.

Cada uno con su especificidad. Los primeros arman una programación como la de una radio tradicional pero ya no emiten por aire, #TodoPorLaWeb. El podcast es un formato de distribución de contenidos que libera a los productores de buscar un medio que los acepte y transmita. También de la necesidad de llenar una hora de programa de forma semanal o diaria. Con este formato se dice lo que se tiene para decir, en el tiempo que se quiera y cuando se quiera. Es la radio on demand. Por último, están los agregadores que nos permiten encontrar todas las radios en una sola web o aplicación. Incluso, algunos nos permiten rebobinar la programación y elegir qué escuchar y cuándo. Eso hace RadioCut, el Netflix de la radio.

En definitiva, la radio –como todas las industrias culturales– está en plena transformación. Quizás esa sea su situación permanente de ahora en más. Y estudiarla es todo un desafío. Porque se mueve. Casi tanto como se escucha. Las estrategias cambian, surgen nuevas plataformas, el éxito de un contenido cambia el paradigma; o el contexto político y económico desdibuja las líneas del campo de juego. Estamos en el aire.

*Becario doctoral Conicet, miembro del Programa de Investigación “Industrias Culturales y Espacio Público” (UNQ)

Fuente-Universidad Nacional de Quilmes

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