La Universidad pública, a cien años de la reforma – Por Jaime Perczyk

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“Desde hoy contamos para el país una vergüenzamenos y una libertad más. Los dolores que nosquedan son las libertades que nos faltan”Manifiesto Liminar, 1918Por Jaime Perczyk, rector de la Universidad Nacional de Hurlingham (Argentina)

En el año del centenario de la Reforma Universitaria, el grito que Deodoro Roca plasmó en el Manifiesto Liminar nos conmueve. No siempre fue así, pero la evolución del pensamiento nacional y el desarrollo de la democracia argentina nos hace hoy mirar con orgullo aquella gesta. Porque la Reforma no planteó la gratuidad de los estudios superiores –eso lo haría treinta y un años después el primer peronismo– pero sí bregó por democratizar la participación universitaria, por darle voz y voto al ascendente claustro estudiantil y por promover una perspectiva latinoamericana.

Mientras el país debatía el rol de la Argentina en el concierto de naciones, mientras reinaba aún una gran desigualdad entre el conjunto del pueblo y los sectores que vivían una temporada en Europa y otra en nuestras pampas, la Reforma planteó una apertura a la realidad cotidiana del pueblo argentino y de América Latina para mejorar y transformar el sistema universitario. La misma radicaría sus bases en el impulso a la participación protagónica –con voz, con voto, con acciones– de los estudiantes.

Si analizamos el contexto sociohistórico en el que se crearon las distintas casas de estudios que hoy conforman el sistema universitario nacional, podemos vislumbrar una amplia heterogeneidad de razones y objetivos que han justificado su creación y puesta en marcha. Esto permite que en la actualidad coexistan en nuestro país universidades que se crearon en la colonia (como la Universidad de Córdoba, 1613), universidades creadas sincrónicamente con la lucha por la Independencia Nacional (como la Universidad de Buenos Aires, 1821), universidades creadas al calor de la constitución del Estado-nación y los estados federales (como la Universidad de La Plata, provincial en 1897 y luego nacionalizada en 1905). Todas son previas a la Reforma de 1918 (recordemos que un año más tarde, en 1919, se nacionaliza la Universidad del Litoral). Ellas conforman el momento en el que se forjó el camino para un mayor protagonismo de los estudiantes, para vincular a la Universidad con la comunidad, con la sociedad, para acercar la Universidad y la sociedad argentina a los destinos de la patria grande, de América Latina.

Luego, el yrigoyenismo, que es el primer gobierno electo por el voto universal (de los hombres) incluye a las clases medias en la vida política y social de la Argentina y también lleva adelante una primera democratización del sistema universitario.

Más adelante, comienzan a emerger nuevas universidades gracias al impulso que da el primer peronismo a través de la creación de la Universidad Obrera Nacional, que fue de la mano con la vinculación de la Universidad al destino de la industria, del trabajo argentino, de la soberanía. Todo ello apalancado por el Decreto 29.337 que, el 22 de noviembre de 1949, plasmó el desarancelamiento universitario.

Años más tarde, el Plan Taquini plantearía un nuevo crecimiento, con foco en la creación de universidades con el objetivo de descentralizar y evitar que todos los estudiantes se concentren en universidades como la de Buenos Aires, la de La Plata, la de Córdoba, la de Cuyo o la del Litoral.

Luego, con el retorno de la democracia en el año 1973, se gestó un proyecto que durante 16 meses intentó acercar la universidad a distintos sectores sociales y ligar sus planes científico-tecnológicos al desarrollo de una política de liberación nacional y social. En ese período, se llevaron adelante reformas curriculares de una gran cantidad de carreras, se conformaron estructuras de apoyo contable y administrativo para Pymes, se impulsó la fabricación de genéricos para cubrir la demanda de los hospitales universitarios y se establecieron puntos de asistencia sanitaria en distintos barrios carenciados, entre otras tantas iniciativas.

Después, en los noventa, se fomentaría la creación de universidades con el objetivo de democratizar el sistema universitario. Son los casos de La Matanza, Quilmes, General Sarmiento, San Martín, Lanús, Tres de Febrero y Villa María.

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A comienzos de este siglo comienza otro momento muy floreciente para la universidad argentina (2003-2015), que tiene que ver con financiar el sistema universitario, incrementar de forma sustancial la cantidad de becas, incorporar carreras estratégicas, los planes de Ingeniería, un plan de infraestructura universitaria muy importante y también crear universidades nuevas: Avellaneda, Jauretche, Rafaela, Moreno, José C. Paz y la nuestra, la Universidad Nacional de Hurlingham, entre otras. Estas casas de estudio se gestaron bajo la idea de pensar la educación universitaria como una palanca para el desarrollo nacional y también como una posibilidad para el desarrollo personal y social de una gran cantidad de argentinos.

Para nosotros, las universidades del conurbano, es un orgullo conmemorar el centenario de aquella gesta que sin dudas significó un avance en la democratización del sistema y permitió abrir paso a importantísimas conquistas a lo largo de estos cien años para el conjunto de universidades públicas argentinas: su autonomía, su no arancelamiento, la perspectiva latinoamericana, la promoción de una investigación al servicio de los problemas de nuestro pueblo y nuestra región y el compromiso con los desafíos de desarrollo nacional, de justicia social y de independencia económica que tiene que construir nuestro país.

Sólo así podremos transformar los “dolores que aún nos quedan” en nuevas “libertades”.

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