Dolly Mora Ubago, activista estudiantil nicaragüense: «Daniel Ortega ha jugado con la memoria histórica de la revolución sandinista»
Vocera del movimiento estudiantil en Nicaragua: “Daniel Ortega ha jugado con la memoria histórica de la revolución sandinista”
Hace cuatros semanas que 46 jóvenes viven juntos en la misma casa, en Managua. Un espacio de seguridad convertido en su nuevo hogar para protegerse de persecuciones, amenazas y asedio de las fuerzas gubernamentales y sus defensores. Son los voceros de la Coalición Universitaria Nicaragüense y de la Sociedad Civil, el movimiento estudiantil que ocupó las calles para protestar en contra del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega. Entre ellos, está Dolly Mora Ubago, activista feminista de 26 años militante de la Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN), una de las organizaciones de la coalición.
Mora es el reflejo de toda una generación de jóvenes de la izquierda nicaragüense que hoy se siente completamente alejada de los postulados tradicionales del progresismo latinoamericano que representó Ortega y que lo llevaron al poder en 2007. “Vengo de un crecimiento familiar sandinista, mis tíos anduvieron en la revolución y mis abuelos también”, explica. Sin embargo, considera que Ortega “ha jugado con la memoria de la revolución”. Por eso, decidió luchar incansablemente para sacarlo del poder. Se deja la piel en la calle y desde que empezó la crisis dedica toda su energía a la movilización. “No he visto en todo este tiempo a mi mamá, y no sabe dónde estoy por seguridad, la suya y la mía”, precisa. Además de “hacer la revolución”, los representantes de los jóvenes pasan sus días capacitándose: “Estamos tomando clases con constitucionalistas, estudiando leyes orgánicas y cosas que nunca habíamos desmenuzado”, comenta.
Militante feminista “de toda la vida” -”en los político y lo personal”, dice-, la activista empezó a estudiar Sociología, pero no terminó por cuestiones económicas. Sin embargo, eso no le impidió trabajar con las organizaciones de mujeres, en las que se desempeña desde los 14 años. De hecho, ella misma, junto con una amiga trans, fundó en 2011 la Agrupación de Mujeres Trans y Culturales (AMTC).
No cree en dios ni es parte de ningún partido político, pero sí cree profundamente en la sabiduría de las mujeres. “Me declaro bruja”, dice mientras se arremanga la polera y muestra su brazo. Su esencia aparece tatuada en su piel en una palabra: “Witch”.
– ¿Cómo ha evolucionado la protesta y qué demandas son las que se instalaron en los últimas semanas?
– Las protestas iniciaron el 15 de abril con el incendio de la reserva biológica Indio Maíz, el pulmón de Centroamérica. El fuego llevaba más de 15 días y el gobierno no daba una respuesta políticamente certera, por eso se empieza a sospechar que el ejecutivo tenía que ver con la quema de la reserva. Hay que recordar que hay un proyecto político y económico detrás: el Canal Interoceánico, en el que está China comprometido. Este gobierno movió las leyes constitucionales para el beneficio de sus políticas capitalistas y extractivistas. Ya no somos un gobierno de izquierda, como quieren hacerlo ver. Esto ya está desvirtuado.
Ahí muchos jóvenes activistas, feministas, ambientalistas y de distintas causas sociales, mayoritariamente universitarios, empezamos a convocar plantones [concentraciones] en redes sociales. Luego el 16 de abril sacan la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) que reducía un 5% la pensión a los jubilados. La indignación subió aún más y empezaron las protestas. El 18 abril inició la represión y llegaron las turbas de la juventud sandinista, el grupo de choque del gobierno.
– ¿A qué te refieres?
– Este gobierno se ha caracterizado por nombrar a la juventud, por enaltecerla y declararse un gobierno para los jóvenes, con programas muy asistencialistas y para quedar bien con ellos. Hay muchos jóvenes dentro de la juventud sandinista que responden a ese llamado, por eso no puede haber ni una protesta pacífica en Nicaragua. Cuando haya una marcha, va a haber una contramarcha.
Ese día la agresión subió de nivel y el gobierno decidió sacar a los antimotines. Ahí la gente dijo ‘no más’. Esto no solo es por Indio Maíz y el INSS, es el descontento de 11 años de un gobierno que no ha respondido a su pueblo, que ha jugado con la memoria histórica de la revolución sandinista, y con los discursos y los sentimientos que hay detrás. De falta de políticas para las mujeres (desbaratar leyes para mujeres, cerrar comisarías de mujeres…). Ortega hizo un gobierno básicamente fundamentalista al declararse un Estado cristiano, socialista y solidario. Así aparece en la Constitución. Pero es una lógica fundamentalista y completamente familista. Por ejemplo, penalizaron el aborto terapéutico para poder llegar al poder en una negociación con la Iglesia. Si bien mucha gente no ha terminado de sumarse a nuestra lucha porque las bases del Frente Sandinista siguen muy fuertes en los sectores más empobrecidos, la cantidad de asesinatos perpetrados les ha hecho perder campo. Hay gente que perdió un familiar y que sienten que el gobierno ya no los representa.
“La salida de Ortega y Rosario Murillo tiene que ser sí o sí”
– ¿Qué rol mantienen los jóvenes en las movilizaciones?
– Somos la revolución milennial, de los nacidos entre los ’90 y ’00. Somos una generación que de un tiempo para acá se nos había confrontado diciéndonos que éramos apáticos políticamente, que estábamos cómodos pegados al Facebook y a las redes sociales, y que no hacíamos nada. Ese es un estallido en el que la juventud estamos demostrando al pueblo.
– ¿Ha avanzado la mediación y los intentos de diálogo? Se supo que una primera mesa, con la Iglesia como mediadora, fracasó.
– El diálogo está suspendido. Tampoco es la salida completa, porque el gobierno va a seguir reprimiendo, pero nosotros no queremos una guerra civil. Aquí hay gente que está a un chasquido de que haya una guerra. Hay una situación de caos en el país. La gente ha encontrado maneras distintas de hacer resistencia con turbas [bloqueos] en las carreteras, en las entradas de los departamentos [territorios], en la salida de Managua, en las universidades… Tenemos dos temas claros en la agenda: democratización y justicia, porque esta lucha responde a que ya no queremos este gobierno. La salida de Ortega y Rosario Murillo tiene que ser sí o sí. Esto es una mesa de rendición para el gobierno y el verdadero diálogo viene después con todos los sectores. Queremos encontrar mecanismos pacíficos, constitucionales y legales para que salga este gobierno.
– ¿Los empresarios también están en el diálogo?
– Sabemos que no representan al pueblo ni a la clase trabajadora, la más afectada en este momento, pero también tienen que estar y poner su cuota de responsabilidad. El casamiento entre clase privada, capital y gobierno fue el que llevó a que pasaran estas cosas. A la empresa privada le duele mucho decir que en este país tiene que reactivarse la suscripción popular, que el pueblo decida quiénes tienen que ser sus autoridades. Nosotros proponemos una junta de transición representativa porque estamos cansados de los caudillismos, del autoritarismo y de la clase política actual.
– El martes, la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) aprobó una declaración “en apoyo del pueblo de Nicaragua”, en la cual insta al gobierno de Ortega y a todos los miembros de la sociedad a dialogar. También se ha hablado de un eventual pacto entre la OEA y el ejecutivo. ¿Qué se sabe de eso?
– La OEA ya no representa nada: ni democracia, ni institucionalidad, ni constitucionalidad de los países. El caso de Venezuela es el mejor ejemplo. Que Almagro salga a decir que las únicas dictaduras que reconoce son Cuba y Venezuela. Me da igual si reconoce o no que hay una dictadura porque me basta que el país lo reconozca. Aunque no queríamos que llegara la OEA, teníamos que ir a la sesión porque lamentablemente se entendió que el estallido social es un golpe de estado, hablaron de la derecha financiada y por eso decidimos aprovechar el espacio de la OEA para revertir ese discurso. Creo que lo que pasa en este país nos corresponde a nosotros solucionarlo.
– ¿Qué opinan de las comparaciones entre las protestas que están liderando y las que hubo en Venezuela, sobre todo en marzo de 2017, que también dejaron muchos muertos y heridos?
– Tenemos algunos comunes, porque somos los estudiantes los que estamos al frente. Pero el pueblo venezolano tiene sus propias características y en su lucha hay mucha intervención de la oposición, que sí tiene negociaciones con EEUU. Nuestras alianzas son con la sociedad civil, como el Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra, de mujeres trabajadoras de las maquilas, o el movimiento campesino. Nuestra articulación es con el pueblo, no con partidos políticos. No vamos a ser partido porque no es nuestro fin.
“La participación de las mujeres ha sido en todas las trincheras”
– ¿Qué rol ha tenido el feminismo en estas protestas?
– Yo he sido muy crítica con los movimientos sociales: he visto a chavalos morir y he visto a las feministas de aquí muy cómodas. En el sur son más encachimbadas [furiosas]. No puede ser que los jóvenes estemos en la calle con los gases lacrimógenos y la represión y que la sociedad civil siga sacando comunicados. Pero, a pesar de mi crítica, el feminismo ha respondido, quizás no como yo quisiera, pero sobre todo con el tema de la solidaridad en los acopios de comida, de trabajo humano… La participación de las mujeres ha sido en todas las trincheras: desde tirar morteros hasta mover insumos o estar en las redes. No hay revolución sin mujeres.
– ¿Ha permeado este movimiento en el resto de la sociedad?
– Sí. Ahora mismo, en la agenda política no están los derechos de las mujeres, ni de nadie, porque se limita a la democratización y justicia. Pero en este contexto ha nacido el movimiento de las Madres de Abril, recuperando a las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina. El día 30 de mayo, Día de la Madre en Nicaragua, el régimen asesinó a 17 personas en una marcha muy multitudinaria. Aunque fuera el día de la imposición de la maternidad, para nosotras ha cambiado el significado, hoy es político, de las madres que han perdido a sus hijos en este contexto de represión. Todas las feministas marchamos el 30 mayo en solidaridad con ellas.
– ¿Cómo afecta este contexto a las mujeres?
– En esta crisis han muerto más hombres que mujeres, pero ha habido muchos casos de violencia sexual hacia las chavalas y nos hemos encargado de visibilizarlos. Las mujeres están viviendo otros tipos de violencias: abusos, torturas, secuestros… a una joven, hace poco, se la llevaron al Chipote, el lugar donde la policía tortura, y sufrió una violación múltiple en esta institución policial.
– Esta movilización ha sido un despertar de los movimientos sociales…
– Sí, para muchos ha sido la primera vez que se han organizado, que han creado una estrategia en conjunto. Por eso, a mí me jode mucho que los mismos movimientos sociales esperen discursos políticamente correctos de los chavalos. Esperan que la revolución sea feminista, vegana, vegetariana, trans, afro… aquí los chavalos tienes un país encima, no ven a su familia, y los están siguiendo todo el día. Me sorprende la falta de empatía y de sensibilidad de algunos sectores porque esto no es fácil. Hay chavalos que entraron en pánico, pero saben que no pueden regresar a su casa porque vociferaron a Daniel Ortega y si van a su casa, están muertos.
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