De rodillas no se logra la libertad – La Prensa, Nicaragua

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

La Conferencia Episcopal de Nicaragua ha decidido mantener suspendido el Diálogo Nacional, después de la nueva masacre del régimen orteguista contra la población, esta vez de manera más cobarde y malvada, porque fue contra la marcha del Día de las Madres en solidaridad con todas las que han perdido a sus hijos desde que comenzó la represión el 18 de abril pasado.

“No se puede reanudar la mesa del Diálogo Nacional mientras al pueblo nicaragüense se le siga negando el derecho a manifestarse libremente y continúe siendo reprimido y asesinado”, dicen los obispos en su comunicado de este jueves 31 de mayo. La condena de los obispos al régimen de Ortega por su sanguinaria represión contra el pueblo y la negación de derechos constitucionales y humanos esenciales, es muy fuerte, pero merecida y su indignación es justa y sagrada.

Toda la sociedad decente de Nicaragua está indignada por la salvaje represión de Ortega, quien además se burla de la comunidad internacional y del Diálogo Nacional, firmando acuerdos para cesar la represión y respetar los derechos ciudadanos para a continuación burlarse de ellos de manera cínica y criminal.

Sin embargo, la gente se pregunta, con toda razón: ¿Qué puede pasar si el Diálogo Nacional fracasa o permanece suspendido de manera indefinida. ¿Será entonces que la violencia es el único camino que queda para iniciar el proceso de democratización, que obligatoriamente debe comenzar con la renuncia de Ortega y Murillo a los cargos presidencial y vicepresidencial, o la convocatoria a elecciones anticipadas previa reestructuración y depuración del Consejo Supremo Electoral (CSE)?

La respuesta, a nuestro juicio, es que el Diálogo Nacional, a pesar de la suspensión dispuesta por los obispos sigue siendo la mejor vía para comenzar la democratización sin más daños humanos y perjuicios para la economía nacional y familiar de los nicaragüenses.

La lucha armada está descartada, por principios y porque además no existe, como en los años 79 y 80 del siglo pasado, una fuerza militar rebelde como la del Frente Sandinista que gracias al fuerte apoyo externo pudo derrocar violentamente a la dictadura somocista.

Algunos analistas consideran que la inesperada represión criminal contra la manifestación multitudinaria por el Día de las Madres, ha sido una trampa de Ortega para que los obispos suspendieran el diálogo y buscar un pacto con los grupos políticos zancudos de la Asamblea Nacional, avalada por la OEA mediante los oficios de Luis Almagro.

Podría ser. Pero la decisión de los obispos es correcta, porque ir al Diálogo Nacional después de la masacre sangrienta del Día de las Madres, como si nada hubiera ocurrido, significaría ponerse de rodillas ante el régimen orteguista. Y de rodillas nunca se conquista la libertad, solo se refuerza la esclavitud.

La violencia de Daniel Ortega no es muestra de fuerza, sino de debilidad, de fiera mortalmente herida y acorralada. Hay que seguir presionándolo hasta obligarlo a aceptar que ya no puede seguir en el poder.

La Prensa


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