VaPoesía Argentina, un festival poético que recorre el país en espacios no tradicionales
Por Daniel Cholakian – Nodal Cultura
A partir del 28 de mayo se realizará la VI edición del Festival Internacional Vapoesía Argentina. Encuentro de literatura e inclusión, es parte del corredor cultural México, Costa Rica, España y Argentina, tendrá como sedes distintas localidades del país. Entre el 28 de mayo al 1 de junio habrá sedes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires. Desde el 2 al 8 de junio se trasladará a la provincia de Mendoza. El cierre será el 9 de junio de 2018, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Escritores de Latinoamérica (Cuba, Guatemala, Perú , Colombia, Bolivia y Chile en esta edición), junto con poetas argentinos, se suman en un proyecto que produce un encuentro con iguales de los refugios de gente de la calle, centros de integración, asentamientos, comedores populares, misiones pastorales, comunidades nativas, villas, sindicatos, cárceles o escuelas rurales. Vapoesía Argentina, como explican sus organizadores, pretende que la potencia de la poesía sea la herramienta que facilite un encuentro de iguales, sereno y reflexivo, sin ningún tipo de estridencias pero contundente, alegre y vital.
El Festival forma parte del Corredor Cultural Transpoesía, que hermana festivales de similares características en los países de México, Costa Rica, España y Argentina. Desde su primera edición en el año 2013, este festival poético itinerante ha convocado a más de 100 escritores de Perú, Chile, México, Brasil, El Salvador, Cuba, Costa Rica, Colombia, Uruguay, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Guatemala, Korea y Argentina.
Poetas participantes
Los invitados extranjeros en esta edición son: Jamila Medina Ríos (Cuba), Daniel Matul (Guatemala), Teresa Orbegoso (Perú), Yirama Castaño Güiza (Colombia), Marcia Mendieta Estenssoro (Bolivia) y Melissa Carrasco (Chile).
Los escritores argentinos que participarán en las diferentes sedes son Roberto Cignoni, Javier Roldán, Diego Vdovichenko, Silvia Jurovietzky, Gabby De Cicco, Ciela Asad,,Javier Magistris, Fabián Almonacid, Juan López y Victoria Urquiza.
Actividades
VaPoesía se compone de actividades abiertas a todo el público y otras que, por tratarse de encuentros en comunidades específicas, son solo para quienes son parte de las mismas.
La jornada de apertura, que es abierta a todo público, se realizará el 28 de mayo a las 19:30 en la Asociación de Empleados de Farmacia (Buenos Aires). Allí habrá lectura abierta de la que participarán los directores del Festival, Marta Miranda y Ricardo Rojas Ayrala y los poetas Teresa Orbegoso, Daniel Matul, Javier Magistris, Marcia Mendieta Estenssoro, Javier Roldán, Yirama Castaño Güiza, Jamila Medina Ríos, Gabby De Cicco y Roberto Daniel Cignoni.
En Mendoza los poetas se trasladarán a escuelas, espacios comunitarios y cárceles. Estarán en la ciudad capital, pero también habrá actividades en Lagunas del Rosario y General Alvear. El día 8 de junio habrá una jornada de lectura abierta como cierre del paso de VaPoesía por la provincia.
Las actividades concluirán en la Ciudad de Buenos Aires con una jornada de lectura en el Más Acá Bar Cultural, Caseros 514, a las 19:30 hs.
“La poesía es lo humano”
Marta Miranda y Ricardo Rojas Ayrala son los directores de VaPoesía Argentina.
Miranda es escritora y gestora cultural. Ha publicado Mea Culpa (Ed. Nusud), El Oleaje, La misma piedra, Nadadora y El lado oscuro del mundo (Ed. Bajo la Luna). Su poesía forma parte de antologías en España, México, Francia y Suiza y ha sido traducida al francés, catalán, alemán y croata.
Rojas Ayrala es, además de escritor, secretario de cultura del Sindicato de Farmacia. Su obra ha sido publicada en Argentina, Cuba México e Italia.
Nodal Cultura conversó con ambos sobre el Festival, la poesía en América Latina y el impacto que los encuentros tienen en todos los participantes, escritores y no escritores.
¿De qué se trata VaPoesía?
RRA: VaPoesía es básicamente un festival itinerante, que invierte la tradición a la que estamos acostumbrados. Esa tradición por la cual el escritor está en un lugar, y la gente acude en categoría de público a escuchar algo que está prestigiado per se. Lo que hacemos es invertir esa ecuación, y los que van a donde está la gente son los escritores. Los llevamos a distintos lugares de la comunidad, sobre todo haciendo eje en lugares que no tienen acceso a la cultura. Vamos a refugios de gente que vive en la calle, a escuelas rurales, a comedores populares, a cárceles, ya sean de varones adultos, de niños o de mujeres. Lugares a los que tradicionalmente no llega la literatura.
Los poetas no van a enseñar nada, sino que va a compartir en pie de igualdad. Lo que buscamos es rescatar lo que cada uno sabe. Quienes nos reciben tienen un saber que comparten y el escritor tiene un saber que va a compartir. El poeta recupera así el lugar de portavoz de una situación específica de su comunidad.
MM: Con Ricardo hace unos años nos preguntamos qué podíamos hacer a nivel social, desde nuestro lugar de escritores. Cómo podíamos trabajar para integrar a muchas personas que se encuentran en las periferias, no por voluntad propia sino por claras políticas de exclusión que provienen de muchísimos años atrás.
Entendimos que como poetas podíamos recuperar a la literatura como una herramienta de inclusión social. El Festival lo demuestra. Es una actividad para compartir. Los escritores pueden ir a leer un poema, dos, tres. Quizás ni siquiera leen. La actividad depende de la gente. Vamos a dejar que hablen. Que se vuelvan a preguntar por su deseo. Que nazca la pregunta sobre que les hubiera gustado a ellos. Muchas veces la gente que visitamos no tiene la oportunidad de preguntarse qué le gustaría o qué le hubiese gustado. Entonces la idea de los encuentros es, de alguna manera, instalar esa pregunta. En las caras se refleja que se acuerdan cuál fue su sueño. A partir de retomar la individualidad, a partir de acordarse quién es cada uno, se puede resignificar y sumarla a un medio social, desde otro lugar. Constituir una sociedad mucho más rica, de individuos felices, que lo sean y no por eso dejan de actuar socialmente.
Cada año invitan a distintos poetas de América Latina ¿cómo es el vínculo que ellos establecen con estas personas y estos espacios?
RRA: En general lo primero que sucede es que se sorprenden de ellos mismos de su propia situación en esa circunstancia novedosa. Somos muy cuidadosos con la gente que invitamos, porque no es fácil enfrentarse en pie de igualdad, en el llano, con nuestros hermanos de la Argentina profunda. Hay quienes no se sienten cómodos. Hay quienes si les sacás “el loor y la gloria” se sienten perdidos y hasta maltratados. Nosotros proponemos un lugar de fraternidad y haciendo hincapié en que el otro no es un sujeto del cual me tengo que cuidar, como nos propone el neoliberalismo. Es uno como yo que por diversas circunstancias, está parado en este mundo con expectativas que no ha podido desarrollar. Es alguien portador de un montón de historias que si no las dice, se pierden.
¿Cómo eligen entonces a los poetas que participan?
RR: Fundamentalmente buscamos que esté produciendo obra. No traemos gente que está fijada en algo que escribió hace muchos años. Es gente que está escribiendo y publicando. Y además que tengan inclinación hacia el trabajo comunitario. Por el resto somos muy amplios, porque creemos que los temas y los problemas que tenemos en Argentina, son muy parecidos a toda la situación que se vive en el resto de Latinoamérica. Nosotros somos parte de un corredor internacional de poesía que tiene festivales en México, Costa Rica y España, de modo que viajamos bastante por la región. Hace poco fuimos a un encuentro en El Salvador y cuando fuimos a una cárcel de integración de las maras, no era muy distinto a lo que hacemos acá. Y las expectativas de los presos, que era gente muy joven, no eran muy distintas a las expectativas que tienen nuestros presos, que te manifiestan una ganas de salir de esa situación, ganas de tener una vida, ganas de ser integrados a la sociedad. Y la respuesta está dentro de las cárceles. El 100% de los pibes que estudian en las cárceles carreras universitarias, no reincide nunca más.
La poesía, en el mejor de los sentidos, un vínculo especial con lo orgánico. La comunicación que se puede establecer a través de la poesía es notable ¿Ustedes tienen esta experiencia a través de las diferentes ediciones de VaPoesía?
MM: Si, es muy accesible para todos. Es casi elemental. ¿Quién no escribió –entre los que tuvimos la suerte de estar alfabetizados- un poema, una frase? Una de las ventajas que tiene la poesía es la inmediatez. Porque se trata de escribir, no más que eso.
Incluso cuando los chicos nos dicen que no escriben, les hacemos notar que se la pasan todo el día escribiendo en el celular. O sea que es una forma que no es desconocida. Además está unido al soporte de la música. Más de una vez nos ha pasado que alguien señala a un compañero que canta, y las letras son propias o de otro de la misma comunidad. Si fueramos escultores sería más complicado. Con la palabra es maravilloso porque la gente se puede sentir identificada con el hecho de mostrar un poco de emoción, y con ese pequeño momento de intimidad que requiere la escritura. Eso no les es ajeno.
¿Qué les pasa a ustedes como poetas en estas experiencias?
MM: Uno aprende. Aprende de otros poetas y de otros que no lo son. Volvés a aprender el respeto, a revalorizar en cada encuentro la diversidad. A confirmar que hay una potenciar y sostener una identidad cultural. Y que para eso no hay que ir una vez por año, “bajando una actividad cultural” y partiendo, sino asociándose con la gente a la que vamos a visitar, porque hay muchos allí que están trabajando y no se ve. Aprendemos a trabajar en conjunto y para mí excede lo que es la poesía. Aprendes a escuchar más y a reconocer que los tiempos del otro son distintos.
¿Qué pasa hoy en América Latina con las voces poéticas?
RR: Hay mucha y muy diversa producción. Hay muchas experiencias que no llegan y si bien son muy distintas en los modos de decir, los temas en general son más o menos los mismos.
Yo siempre digo una cosa: “Odio y amo / Tal vez me preguntés por qué / No lo sé / Solo sé que lo siento / y que sufro”.
Ese poema es Catulo y tiene 2000 años. Cuando los pibes me preguntan para que sirve la poesía, se los recito y les contesto que sirve para que uno sepa que hace 2000 años había una persona como nosotros, un compañero, que amaba y que sufría y que no era correspondido. Cuando lo recitás aún hoy tiene eco en la gente. Eso es lo humano. La poesía es lo humano.